Modo claro/ Modo oscuro

lunes, 29 de junio de 2020

Sombras Divididas - v1 - Capítulo 4

4 - Caída en la oscuridad


Negro, todo era negro a mi alrededor, no había rastro de luz por ningún lado.


«¿Dónde demonios estoy?»


A parte de no poder ver nada tampoco podía escuchar ningún sonido cerca. No entendía absolutamente nada de lo que había ocurrido y mi ansiedad empezaba a crecer a medida que el tiempo pasaba. Por si eso fuera poco, mi estómago estaba revuelto, mi cuerpo entumecido y mi mente nublada. La situación era asfixiante y claustrofóbica.


Intenté mantener la calma y la mente fría, pero el miedo ya había conseguido filtrarse en mi cuerpo, alterando sutilmente mi razonamiento. Debía empezar a moverme antes de que mi mente se rompiera por completo.


«Primero necesito calmarme un poco...»


Me di un ligero puñetazo en la frente para centrar mis pensamientos. No existía noche tan oscura como para bloquear de tal manera mi visión. Tampoco creía haberme quedado ciego ni tenía nada en la cara que tapara mis ojos. Todo apuntaba que me encontraba en un lugar cerrado.


Extendí mi brazo a un lado para intentar palpar el suelo y saber sobre qué tipo de superficie me encontraba. Lo que me encontré no fue un suelo duro, sino un bulto blando en el que mi mano se hundió ligeramente.


—¡Waaaaaa!


Enseguida la levanté ante un repentino grito, sin terminar de entender qué acababa de ocurrir. Con la mente aún hecha un lío, volví a apoyarme y apreté con fuerza justo en ese mismo sitio.


—¡¡Waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!


El grito se escuchó aún más fuerte.


—¡Ah! 


Hice un ruido tonto al más o menos tener un idea de dónde me había apoyado. Mi cerebro se puso a pleno funcionamiento y regresó atrás en el tiempo, hasta ese momento que dio un vuelco total a mi vida...


Si no me fallaba la memoria, tanto la chica de cabello plateado como yo fuimos terriblemente golpeados y su espada cayó justo delante mío... A partir de ese momento todo se volvió terriblemente confuso. Lo que sí recordaba perfectamente es que ella terminó desmayada a mí lado. Si seguía allí...


«Creo que estoy en problemas...», suspiré, sin darme cuenta de que me había olvidado levantar la mano y aún seguía apretando con fuerza ese “bulto”.


—¡¿Pero qué te crees que estás tocando?!


Me eché a un lado a toda prisa, intentando evitar un golpe previsible. Gracias a que todo estaba oscuro, si me quedaba callado y me escondía, probablemente podría evitarlo... pero no fue así. Una contundente patada, que muchos artistas marciales desearían poder dar, me alcanzó directamente en el estómago. Terminé de nuevo retorciéndome de dolor en el suelo.


—¡¿Quieres matarme o qué?! —le grité tan pronto me recuperé un poco.


—¡Tú te lo has buscado!


—¿Acaso no ves que fue sin querer? Estamos completamente a oscuras, ¿de verdad crees que pude colocar mi mano ahí intencionalmente? ¡Estaba aquí de casualidad!


—¡Directamente no tendrías que estar aquí!


—Yo no tengo la culpa de eso.... Joder, ¿cómo demonios pudiste ser tan precisa si no se ve absolutamente nada?


—No compares mis ojos con los de un simple humano, yo veo perfectamente aunque no haya luz.


«¿Pero qué está diciendo esta loca?»


—Entonces llévame a un lugar donde la haya...


—¡No hay luz en este mundo!


Al escucharla gritar como la loca que era, mi dolor de cabeza empeoró. Me había estado intentando calmar, pero sus tonterías estaban consiguiendo todo lo contrario.


—Pues si que es simple cambiar de mundo... 


—¡No es simple! Normalmente cuesta mucho poder saltar entre mundos, pero mi espada es especial.


—Tu espada...


Al recordar esa espada completamente negra me entró un escalofrío. En el momento que la toqué un extraño humo entró en mi cuerpo y... 


«¡Ouch!» 


La cabeza me dio un fuerte pinchazo al pensar de nuevo lo que había ocurrido en ese instante.


Idiota.


Casi di un salto en el sitio al escuchar una voz distorsionada. Miré tontamente hacia los lados a pesar de saber que no podía ver nada.


«¿Qué demonios ha sido eso? Me lo he imaginado… ¿verdad?»


Desde que había tocado esa espada algo parecía estar mal con mi cabeza, pero escuchar voces ya era preocupante.


«Me estoy volviendo loco... Esta chica me está pegando su locura...»


Pero al mismo tiempo que soportaba ese ligero dolor de cabeza las nubes que llenaban parte de mi consciencia empezaron a disiparse y las náuseas desaparecieron por completo. Aún así seguía sintiéndome raro, como si parte de mi cuerpo no me perteneciera por completo.


—Su nombre es Vurtalis, y es capaz de abrir portales entre mundos con fa… ¡¿Me estás escuchando?!


Esa chica pareció darse cuenta que me había quedado perdido en mis pensamientos y estaba pasando completamente de ella. 


—Sí, sí... Estabas contando que tu increíble espada puede abrir agujeros entre mundos. ¿Algo más?


—Por supuesto. Vurtalis es una espada única. Puede absorber el poder de su portador y canalizarlo en sí misma, aumentando su fuerza.


Fue en ese momento cuando noté que algo estaba cambiando. La oscuridad que me rodeaba parecía estar esfumándose al mismo tiempo que las nubes de mi cabeza. Ligeras siluetas empezaban a ser visibles a mi alrededor.


—Su hoja es tan afilada que…


—¿Me estás queriendo convencer de algo o simplemente estás fardando de arma?


La interrumpí, cansado de sus tonterías. Esa espada me interesaba nada o menos. Lo que de verdad quería saber era dónde me encontraba y lo que me estaba pasando.


—¡Imbécil, si preguntas algo termina de escuchar!


Cada vez podía ver mejor y, a pesar de no poderlo hacer bien del todo, por lo menos ya era capaz de distinguir a la chica ante mí. Puesto que no le había puesto demasiada atención en el bosque, observé ligeramente como se veía de cerca.


«Es bastante alta, casi tanto como yo. ¿Medirá unos 170 centímetros?»


Poseía un esbelto cuerpo que lucía con orgullo un extraño vestido sin mangas ni nada que cubriera la espalda por completo. Se cerraba por detrás del cuello, en la espalda media, desde donde se extendía en cuatro trozos de tela que colgaban con libertad hasta los pies.


Por la parte baja llevaba puesto un pantalón corto ajustado, que dejaba ver completamente sus muslos, seguido de algo parecido a unas medias que empezaban un poco por encima de las rodillas hasta los pies. Estos simplemente calzaban unas botas de un morado más oscuro.


«Tengo que reconocerlo, es bastante atractiva visualmente...»


Y como no, no podemos olvidar ese par de esponjosas y enormes... ¡alas! Al verlas no pude evitar levantar la mano y palpar sus plumas para comprobar que realmente fueran reales… cosa que no pareció gustarle mucho...


—¡¿Otra vez?! ¡¿Acaso en tu mundo es normal ir tocando a las chicas sin venir a cuento?! ¡¡Depravado!! 


Enseguida apartó mi mano con un fuerte golpe y me lanzó otra patada.


«¡Ah, mierda!»


Casi por instinto salté hacia atrás, evitando ser golpeado por apenas unos milímetros.


—¿Eh? ¿Lo esquivaste? ¿Cómo has...?


—Empiezo a ver un poco, así que no voy a quedarme quieto esperando que me aticen.


—¡Pero esto es imposible! ¡Eres humano!


—¿Llegaste a esa conclusión por ti misma?


—¡No, imbécil!


—¿No llegaste por ti misma?


Por un momento pude ver una sombra debajo de sus ojos, que se habían vuelto los de un demonio.


—¡Los humanos no pueden ver en la oscuridad!


—¡¿En serio?! ¡No sabía yo eso!


Vi directamente al demonio...


—Un momento…


De golpe su expresión cambió y se me acercó a menos de un palmo, sin dejar de mirarme directamente a los ojos.


—Es poca, pero hay energía oscura en tu cuerpo… ¡¿Cómo es eso posible?!


—¡¿Y yo cómo demonios voy a saberlo?!  


Me contuve de empujarla con todas mis fuerzas y simplemente me eché hacia atrás, tapándome los oídos. Casi me dejó sordo con su grito…


—Es posible… ¡¿Acaso cuando tocaste a Vurtalis absorbiste una parte de mi poder contenido en ella?!


—¡Te repito que no tengo ni idea!


Y mi dolor de cabeza, que apenas empezaba a desaparecer, volvió por su culpa. Me dejé caer en el suelo con el brazo encima de mi frente. Me quería marchar de ahí lo antes posible y volver de una vez a mi casa…


—Sea lo que sea es malo para los dos. ¡Ah, ya sé que podemos hacer! Sígueme, iremos a mi casa. 


—Normalmente estaría encantado de tal proposición por parte de una chica, pero viniendo de ti no me parece una buena idea...


—¡No creas que a mí me hace mucha gracia tener a un humano en mi casa!


—Entonces mejor déjame regresar a la mía de una maldita vez...


—Estaría encantada de sacarte de aquí ahora mismo, pero por tu bien no puedo dejarte regresar así, ¡te matarían!


—¿Quién y por qué?


—¿Recuerdas esa chica de antes? Los suyos son llamados katryde, ¡están todos locos!


«Tú también lo estás...»


Por supuesto que la recordaba. No había manera alguna de que pudiera olvidarla... sobre todo esa mirada que me lanzó en el último momento. Ciertamente parecía querer matarme.


—Probablemente siga por allí, y no creo que esté sola. Ya viste como intentó matarme y no le importó mucho que tú estuvieras en medio. Si regresas con esa energía oscura en tu cuerpo no hay duda de que irá directamente a por ti. Pero no te preocupes, estoy segura de que mi padre sabrá qué hacer al respecto. 


—Entiendo... 


—Entonces calla y sígueme sin protestar.


—Sí, mamá... —le contesté, con un suspiro de resignación.


En realidad no entendía nada ni creía ser capaz de entender nada de lo que dijera, así que simplemente me di por vencido y decidí seguirla. Tampoco es que tuviera muchas más opciones...


Por lo visto habíamos caído a poca distancia de su hogar, así que nos tocó caminar un rato. Conforme seguía pasando el tiempo mi visión siguió mejorando hasta recuperarse por completo. Por fin fui capaz de distinguir todo mi alrededor a la perfección. 


Era escéptico sobre la parte de estar en otro mundo desde el principio, pero terminé obligándome a creerlo después de ver todo lo que me rodeaba. El terreno en sí no era muy distinto al de mi mundo, pero las plantas no se parecían en nada a las que conocía. La hierba era roja o morada en su mayoría, y los árboles que nos cruzábamos en muchos casos siquiera tenían hojas, pero a pesar de parecer muertos algunos tenían frutos.


Me sentía como si estuviera en el mismo infierno. Además, realmente no podía ver nada que proporcionara la mínima luz. Ni siquiera había una simple estrella en un cielo que parecía haber sido tragado por la misma noche. Mi integridad mental ya estaba en su límite desde hacía rato y nada cambiaba para mejorarlo, todo ese sitio enfrentaba la mera lógica común.


«¿A dónde se supone que vamos? Y más importante aún, ¿qué pasará conmigo? ¿Realmente podré regresar?», me pregunté algo nervioso.


Bajé mi mirada hacia su cintura, donde descansaba su espada con la que según ella se podía viajar entre mundos. En el bosque fui atraído por ella hasta el punto en el que todo mi cuerpo la deseaba a cualquier coste... Ya simplemente me intrigaba por su extraño aspecto, pero no dejaba de ser un trozo de metal escalofriante del que prefería alejarme cuanto más pudiera.


Aparté mi atención de la espada y miré de reojo directamente a su cara. La expresión amarga que ponía se había vuelto una cálida sonrisa. Eso me sorprendió. En cierto modo parecía estar incluso feliz.


«¿Qué demonios le estará pasando por la cabeza?»  


Seguimos caminando en silencio. No pude evitar estar constantemente echando vistazos de reojo.  


«Realmente no es humana… ¿verdad?»


Ojos rojos y un cabello plateado que casi parecía competir con la luna. Unas características que uno no vería nunca en un humano. Su aspecto era de alguna forma siniestro y atractivo a la vez.


«Bueno, si no fuera por esas alas quizás podría pasar por humana hasta cierto punto.» 


De tanto observarla, al final se dio cuenta de mi indiscreta mirada.


—¿Tanto te gustan mis alas? 


Aleteó un poco, demostrando de una vez por todas que eran reales.


—¿Tienes un fetiche extraño con ellas o es que simplemente eres un pervertido?


—No, es solo que... son extrañas para mí.


—Cierto, supongo que las personas con alas no son muy comunes en tu mundo.


«¡Directamente no existen!» 


—A todo esto, aún no me presenté. Soy Raidha Siphil, princesa de los silphen. 


Al escuchar la palabra princesa fue como si algo se derrumbara encima mío con todo su peso. No podía ser la típica princesa mimada de palacio... ¡No!, tenía que ser una princesa que va a una pelea de gatas a otro mundo para arrastrar con ella a un pobre chico que nada tenía que ver con sus conflictos.


—Lo que me recuerda que tú tampoco te has presentado.


—Yo...


Mientras yo procesaba la información y sopesaba los problemas que me podía causar esa chica en el futuro, ella estaba esperando una respuesta. Hasta pude ver sus ojos brillando de expectación.


—… puedes llamarme Drayd, Drayd a secas...


Con las prisas del momento le respondí lo primero que se me ocurrió... el primer nombre que se me vino a la cabeza.


—Drayd a secas, ¿eh? Qué nombre tan raro, ja ja ja.


—El tuyo tampoco es que sea muy normal, Raidha Siphil.


Y mientras se reía felizmente de mi autoproclamado nombre, seguimos caminando con un ambiente muy distinto al de nuestro encuentro. Hasta a mí se me escapó una ligera sonrisa sin querer.


< Anterior - Índice - Siguiente >

0 comentarios:

Publicar un comentario