Modo claro/ Modo oscuro

domingo, 7 de junio de 2020

Reencarné como una piedra - v1 - capítulo 21


21 - Como prometí...

Ignoré por el momento esa experiencia ganada de la nada y me centré de nuevo en los conejos. El gremio tenía misiones de todo tipo, esa en concreto era de recolección. A pesar de ser monstruos, esos conejos parecían ser comestibles y tener mejor sabor que uno normal. Por lo tanto, a más conejos cazados más dinero. El problema era que Aeldrya no se esperaba cazar tantos.

—No podemos cargar tantos con nosotros.

—Yo puedo…

No, no hables del espacio interno. Esa habilidad es mejor ocultarla.

Al final solo pudieron cargar con dificultad un total de diecinueve. Ya que estaban podrían haber intentado cargar uno más… Aún así, luego de dar media vuelta y emprender el camino de regreso, Limy alargó un tentáculo y almacenó los conejos restantes… Probablemente terminarían siendo su cena...

«Por lo menos a esta niña no hay que reñirle por dejarse cosas en el plato…»

[Has obtenido 100 de Experiencia.]

«Otra vez… ¿Debería alegrarme? Bueno, no pasará nada… espero…»

Nada más entramos a la ciudad empezamos a escuchar risas de fondo. La gente parecía encontrar gracioso ver a ese par cargando tanto cadáver de roedor, y ni hace falta decir cuanto se rieron los aventureros cuando llegamos al gremio. No obstante, yo no preste mucha atención, para ese momento ya había subido al nivel 4. Empezaba a tener un mal augurio…

—Aeldrya… se supone que tienes que enseñar a tu aprendiz, no hacer todo por ella —Clotpole rió irónicamente.

—Sé que cuesta de creer, pero los ha cazado sola —le respondió Aeldrya.

—¿Esta niña?¿Sola? Esto…¿Cómo?

—Prefiero no contarlo...

—Vale…. todos tenemos nuestros secretos. Aún así, son muchos. Déjame mirar si hay más peticiones iguales.

Fue entonces cuando descubrí por primera vez el sistema monetario del mundo. Pensé que usarían monedas de oro plata y cobre… pero no, usaban monedas de diferentes valores que probablemente estaban hechas de alguna aleación de cobre con algún que otro metal. Llamaron a ese dinero Talucos. Parecían ser las monedas propias del condado en el que nos encontrábamos, y tenían impresas en ellas la cara de un tipo muy feo…

Clotpole solo se quedó con quince de esos conejos monstruo. La misión pedía cinco, pero Aeldrya quiso traerlos todos diciendo que esa era una misión bastante común y podría haber demanda. Acertó por completo, había tres pedidos más… y por uno no consiguió completarlas todas… Ya sabía yo que debió haber alcanzado los veinte... Los otros cuatro le tocó quedárselos ella para la cena.

Terminados nuestros negocios en el gremio salimos del edificio. Nada más dar unos cuantos pasos nos encontramos un caos impresionante. Un montón de gente con túnicas azules y espectaculares báculos se dirigían a la puerta norte junto a guardias y otra gente cargando cubos de agua.

—¿Qué está pasando? —Aeldrya le preguntó a uno de los que corría hacia la puerta.

—Hay un gran incendio en el norte y cada vez se extiende más. No creo que llegue a cruzar la muralla, pero es peligroso. Tenemos que controlarlo como sea.

—¿Fuego en el norte? Si recién hemos venido de allí y estaba todo bien.

Al fijarme bien pude ver el humo levantarse por encima de las murallas… El fuego ya había llegado bastante cerca.

—Parece que hay dos incendios independientes extendiéndose por separado. Probablemente sea provocado o algún tonto habrá estado jugando con fuego sin tener cuidado.

—¿De verdad? Tiene que ser provocado. ¿Acaso habrá algún idiota que se pondría a encender hogueras durante esta época del año? La hierba está bastante seca y prende con facilidad. Muy tonto tendría que ser para no darse cuenta de eso.

[Experiencia obtenida: 64.]

«Vaya… parece que hay un pirómano suelto, ¿eh?… Me pregunto quién habrá sido... yo no lo sé…»

[Intentando recuperar sector de memoria perdido…….

Error, datos eliminados permanentemente para evitar dejar en ridículo a las existencias conocidas como “idiotas”.]

«¡¿Qué mierda se supone que significa eso?!»

[Llamarte idiota es un insulto a los idiotas.]

«Para qué pregunto…»

[Para entender lo idiota que eres.]

«¡Eso era una pregunta retórica!»

—Como nos enteremos de quién ha sido terminará él quemado.

«Venga, suerte con la búsqueda… y quemándolo… Eso será más difícil que encontrarlo… ¡Maldita sea! ¡Al final terminaré quemándolos yo a todos!»

[Experiencia obtenida: 64.]

[Título adquirido: Pirómano (Lvl -1).]

«Lo que me hacía falta para alegrar el día… ¡Que os den!»

Puesto que nosotros no teníamos nada que ver con el problema del fuego nos dirigimos hacia el sur de la ciudad. Aeldrya no dijo hacia dónde nos estaba llevando, pero no era su casa. Tras caminar durante diez minutos y adentrarnos en algunos callejones terminamos delante de una casa bastante normal.

—Aquí estamos… —dijo Aeldrya mientras miraba la entrada con las orejas caídas y cara de asco.

De dentro de la casa se escuchaba el sonido de un martillo golpeando metal. Al lado de la puerta había un pequeño dibujo de un yunque, dando a entender que eso era una herrería.

—Prometí darte un premio y voy a hacerlo. Todo aventurero necesita un buen equipo para triunfar. No importa lo fuerte que seas, sin una buena arma o armadura no llegarás lejos. Y después de haber visto tu estilo de combate… creo que necesitas algo especial que se adapte a ti. Las típicas espadas o lanzas no te valdrán de mucho… Este es el único lugar que puede hacerte un arma especializada para ti.

Volvió a mirar esa casa y rió irónicamente. Parecía estar algo preocupada por entrar en ese lugar.

—Hora de entrar...

Tomó aire profundamente y luego entró a la casa abriendo la puerta de una gran patada.

—¡Maldita sea! ¡¿Quié…?! —sonó una voz ronca desde el fondo de la casa.

—¡Estoy de vuelta! ¡Mueve tu culo gordo y ven a recibirme adecuadamente si no quieres hacerme enfadar!

No tardó en aparecer corriendo un hombre fornido, con una frondosa barba rojiza que le llegaba a los pies. Aunque había un pequeño detalle con ese hombre, no medía mucho más de ciento cuarenta centímetros. Lo mirara como lo mirase, era un genuino enano.

—¡Maldita sea! ¡¿Aeldrya, eres tú?!

Vino tan apresurado y nervioso que se tropezó con su propia barba y se cayó de morros, dejando volar un martillo que le cayó encima de la cabeza.

—¡Ai, esto duele!

—Con un cuerpo tan pequeño deberías poder mantener mejor el equilibrio. No me puedo creer que seas tan inútil incluso para andar. También te ayudaría si te quitaras esa cosa desagradable de tu cara… Da asco...

—¡Maldita elfa desvergonzada! ¡Es tu culpa! ¡¿Acaso pretendes matarme algún día de un susto?! ¡Entra como una persona normal!

—Sí, sí. Por cierto, tengo sed. Voy a por una cerveza.

Se adentró en la casa sin siquiera pedir permiso. Limy y yo no nos habíamos movido de la entrada ni un solo milímetro, intentando entender lo que estaba pasando. Ese enano se levantó remugando y se sentó en una silla que tenía por allí mientras esperaba que Aeldrya regresara.

Maestro…

No preguntes… Tampoco entiendo absolutamente nada…. Aunque tengo entendido que los enanos y los elfos no se soportan los unos a los otros… ¿Será eso?

Aeldrya no tardó en regresar con un par de cervezas. Le dio una al enano sin mediar palabra y se sentó a su lado. Ambos le echaron un gran trago. El enano se la terminó de golpe.

—Esta cerveza es asquerosa.

—¡Es la mejor que tengo!

—Pues es horrible.

—Esa lengua tuya solo sirve para hablar cosas sin sentido.

—Por lo menos yo puedo hablar sin un taburete.

—¿Con quién? Siquiera tienes amigos con quienes hablar.

—¡Y tu no tienes pecho! ¡Pecho plano!

—Pff, las tuyas tampoco es que sean muy grandes.

—Pero por lo menos tengo.

«Esto está tomando un rumbo muy raro…»

—¡Maldita elfa!

—¡Maldita enana!

«Un momento, ¿ha dicho enana? Enana… Enana… E...na...na.»


[Resistencia a la Demencia ha subido al nivel 4.]

—¡Ah! Se me olvidaba el motivo por el que vine. Limy, ¿qué haces aún fuera? Entra de una vez.

Al fin se acordaron de nosotros, que seguíamos parados en la entrada.

—¿Quién es esta niña?

—Pues… es... mi aprendiz... Se llama Limy.

—¡¿Tú con una aprendiz?! ¡Es el fin del mundo!

—Sí, sí… Limy, esta es Imliar. Es mi mejor amiga y la mejor herrera que encontrarás jamás.

¿Mejor amiga? Vale, eso lo explica todo.

Por fin logré entender la actitud que tenían la una con la otra… Podría haber empezado explicándolo, por un momento llegué a pensar que la elfa pervertida se había vuelto loca.

Maestro, ¿no deberían los amigos llevarse bien?

Sí, bueno… A ver cómo te explico esto para que lo entiendas... Cuando un amigo tropieza y se cae le ayudarás y le preguntas si se ha hecho daño... Cuando eso le pasa a tu mejor amigo te descojonas de él.

Entendido, maestro.

—Y no solo eso, es la única herrera rúnica que encontrarás en esta ciudad… También es la persona más cascarrabias que conozco.

—Gracias por el cumplido… ambos cumplidos. Y dime, ¿qué se supone que necesitas que haga esta vez?

—Puesto que es mi primer aprendiz quiero que tenga buen equipo. Necesito que le hagas una arma que se adapte a ella.

—Solo me vienes a buscar para pedirme cosas y robar cerveza… Bien, dime qué arma sería.

Aeldrya rió irónicamente durante unos instantes y finalmente dejó caer un suspiro abatida.

—Pues... creo que el arma que mejor se le adapta sería un látigo.

—¿Un látigo? ¿Es una broma? Ningún herrero te hará un látigo. Tampoco me parece la mejor arma para un aventurero. Esas cosas pueden ser útiles contra personas o monstruos de bajo grado. Contra monstruos más fuertes no les haría ni cosquillas.

—Por eso acudo a ti. No hay nadie más que pueda crear uno lo suficientemente fuerte como para sustituir una espada o lanza.

Imliar se quedó mirando a Limy con el cejo fruncido, frotándose la barba. Arrugó la frente con una desagradable expresión y luego, sin decir nada, se fue hacia la parte trasera de la casa.

—Sabía que podía confiar en ella —dijo Aeldrya con una sonrisa.

Tras unos cinco minutos de espera regresó con un papel y se lo entregó a Aeldrya. Esta se lo empezó a leer y poco a poco pude ver como su expresión contenta se volvía una de miedo.

—¿Esto va en serio?

—Completamente. Si quieres que haga lo que me pides necesitaré esos materiales. No se me ocurre otra manera de cumplir tu pedido.

—Ja… ja… ja… Esto va a costar… Limy, vayámonos... Tocará salir de viaje durante unos días.

—Entendido.

Salimos de de la herrería y regresamos a casa directamente. Lo primero que hizo Aeldrya fue sacar un mapa y ponerse pensativa mientras lo miraba y susurraba cosas sin sentido.

—El mercurio alquímico lo podemos comprar… Polvo de refinamiento superior también y no será difícil de conseguir… Para estos tres los tendremos que cazar nosotras… Además un núcleo de un monstruo ameboide de grado tres o superior… ¡¿Dónde se supone que encuentre eso?! ¿Valdrá un limo metálico? Espero que sí…

Me da la sensación que va a ser complicado hacerte esa arma. Quizás deberíamos decirle que no hace falta... Por lo menos no algo que parece tan complicado de hacer.

—No necesito un arma.

Aeldrya dejó de lado el mapa y suspiró mientras miraba a Limy con una cara seria.

—Quizás ahora te vaya bien con una arma del montón, pero si aspiras a llegar lejos como aventurera te será completamente inútil.

Se levantó y fue a buscar algo en la habitación donde guardaba las armas. Luego apareció con un arco y una espada completamente distintos a los que había estado usando hasta el momento. El arco era negro y tenía un montón de caracteres azules brillantes dibujados por todos lados. La hoja de la espada reflejaba todo a su alrededor como un espejo de metal pulido y compartía esos mismos caracteres en la empuñadura.

—Normalmente no voy por la ciudad con estas armas ya que son mis más valiosos compañeros. Imliar hizo estas armas cuando aún era una aventurera de rango dos. Sin ellas nunca habría alcanzado el rango tres.

Las dejó encima de la mesa. Probablemente mañana las traería con ella. Ademas también estaba esa daga que llevaba en la cintura. Era completamente diferente a las armas que había traído, pero me llamó la atención que a diferencia de todas las demás la llevara siempre encima y no la mencionara. No la había sacado de la funda, así que realmente tampoco podía decir mucho de ella. 

—¿Sabés lo fuerte que es un monstruo de grado 3?

—No.

—Pues deberías saberlo. La gente normalmente necesita reunirse en grupo para enfrentarse a esos monstruos. Para que te hagas una idea, yo soy nivel 23 y tengo de clase arquera mágica al nivel 7. Mis estadísticas más altas son la agilidad en 54 y la vitalidad en 58. Mis otras estadísticas están en 16, 24 y 39. ¿Te parecen altas?

Limy asintió. A mí también me lo parecían…

—Pues no lo son.

«¡Yo tengo 0 en casi todo! ¡No me jodas, maldita elfa!»

—El arquero mágico es una clase superior que solo los sabnuriali podemos conseguir. Los bonos de estadísticas que da son un poco mejores a las clases comunes, y da muchas habilidades increíbles. A parte de eso, a diferencia de los humanos, los Sabnuriali conseguimos 3 puntos de habilidad por nivel. Solo por nuestra especie y raza ya somos 3 veces más fuertes que un humano.

«Ahora entiendo porque Clotpole dijo que todo el mundo la odiaba… ¡Yo también empiezo a odiarla!»

—Pues ahora vamos a un monstruo de grado 3 de nivel bajo. Por supuesto, no todos tienen las mismas, pero con el simple nivel uno algunos ya llegan a los 100 puntos. Y si nos vamos a uno de nivel alto, llegan a superar los 3000 puntos. ¿Te haces una idea de cómo son los de rango 4?

Enseguida me vino a la mente ese maldito pajarraco que enfrenté en la mazmorra. Si hubiera podido habría empezado a sudar a chorros. Si ese era de grado 3… yo había sobrevivido de milagro... 

Limy…

Dime, maestro.

¡Consigue que te haga la mejor arma que haya forjado en su maldita vida!

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