Modo claro/ Modo oscuro

martes, 23 de junio de 2020

Sombras Divididas - v1 - Capítulo 2

2 - Donde todo empezó


Ya hacía unas cuantas horas que el sol se había levantado hasta lo más alto del cielo. Se encontraba en la posición idónea para que sus rayos se filtraran directamente a través de la ventana de una vacía y aburrida habitación del segundo piso de una casa completamente normal y corriente. La típica habitación de un adolescente, con la diferencia de que apenas se podía ver nada más que lo necesario para vivir.


No había mucho que contar sobre ella. Un escritorio al lado de la ventana, con cuatro libros mal tirados y un ordenador encima. En un lado de la habitación, un armario empotrado con la puerta entreabierta, donde un pantalón de chándal negro estaba a punto de caer de una de sus estanterías. En el otro lado, una cama desde la cual un joven recién se levantaba por culpa de los rayos de sol dándole directamente en la cara: yo.


Era sábado y no tenía muchas ganas de levantarme. Sin embargo, ya parecía ser mediodía y me empezaba a dolerme un poco el cuerpo de pasar tantas horas acostado. Aún medio dormido, tras estirarme al mismo tiempo que bostezaba sonoramente, decidí salir de una maldita vez de la cama.


Me dirigí directamente al armario y abrí del todo la puerta, dejando caer al suelo el pantalón de chándal negro. No pensé mucho en qué ropa ponerme. Simplemente cogí el pantalón del suelo y me lo puse junto al primer jersey que encontré.


Tras ponerme la ropa empecé a caminar hacia el baño, arrastrando la chaqueta del mismo chándal conmigo. Nada más entrar me saludó un espejo, en el que apareció limpiamente mi reflejo: un chico de 18 años de edad con aproximadamente 183 centímetros de altura. Su cabello y ojos, que me devolvían una fija mirada somnolienta y despreocupada, eran exactamente del mismo color y tonalidad, castaño claro.


Abrí el grifo y me lavé la cara para terminar de quitarme el sueño de encima, pero antes de terminar de arreglarme del todo escuché los pasos de alguien. Una chica con características similares a las mías no tardó en ser reflejada a mí espalda.


—Ei, muerto viviente, ¿aún durmiendo a estas horas?


Suspiré mientras cerraba el grifo y me giré hacia la chica, mi hermana mayor.


—Me toca madrugar todos los días... Hoy es sábado, los sábados y domingos son para dormir hasta que te dé la gana, ¿no es así? 


—Yo también madrugo sábado y domingo. Tengo una vida, no como tú, que pareces un zombi infiltrado entre los vivos.


—Sinceramente, yo no le llamaría madrugar a eso de llegar borracha a las seis de la mañana… En esos momentos tú también te pareces a un zombi… y apestas como uno. 


—Eso es porque al menos yo tengo amigos con los que puedo salir a divertirme por la noche, no como tú.


Me respondió intentando parecer serena, aunque fue incapaz de ocultar del todo que se había molestado un poco por mi comentario.


—No digas tonterías. Por supuesto que tengo amigos. Simplemente nunca les presentaría a un desastre de hermana como la que tengo… Vete a saber qué les podrías llegar a contagiar...


—¡Gilipollas!


—Eso tu madre.


—Te recuerdo que también es la tuya. 


—Sí, supongo que eso es verdad —murmuré, un poco apenado.


—Definitivamente eres un hermano de mierda. 


A pesar de que normalmente lo pareciera, mi hermana y yo en realidad no nos llevábamos mal, aunque siempre terminábamos con alguna pelea tonta que se olvidaba poco tiempo después. No sé si es lo normal entre hermanos o no… pero de todos modos había momentos en los que realmente preferiría no tenerla como hermana.


Y sobre mi madre, a pesar de ser una mujer de pocas palabras que parecía estar siempre molesta por algo, era una persona amable que casi nunca se enfadaba con nadie. Nunca me había tratado mal ni había hecho nada para que pensara así, pero sentía que, a diferencia de a mi hermana, a mí me trataba con un poco de distancia. Como si fuera un extraño para ella. Quizás no lo hacía queriendo, pero yo siempre lo noté, y siempre me dolió un poco. Es posible que eso también influyera ligeramente en la relación entre mi hermana y yo.


—Anda, sal de aquí ahora mismo, que quiero usar yo el baño... ¡Y cambia esa cara de una maldita vez! 


Cogió mi chaqueta, que había dejado colgada en la puerta de entrada, y me la lanzó a la cara antes de echarme del baño remugando en voz baja. 


—Como quieras… Total, ya terminé...


Me dirigí al salón. Hablando de mi madre, por lo visto había salido hacía un par de horas y aún no había regresado. En cambio, mi padre estaba tirado en el sofá mirando tranquilamente la televisión. Puesto que no tenía nada mejor que hacer me acerqué a su lado y me senté en un rincón.


—¿Ponen algún programa interesante? 


—Acaban de empezar las noticias. No hay nada más a estas horas.


Mi padre era un hombre de cincuenta años al que ya le había crecido la barriga típica de esa edad. Su cabello empezaba a canear y hasta tenía notables entradas. A diferencia de mi madre, él me trataba con total normalidad. Hasta se podría decir que se llevaba mejor conmigo que con mi hermana, ya que ella siempre terminaba dándole bastantes dolores de cabeza… sobre todo los sábados por la noche y domingos por la mañana.


—Bueno, ¿qué cuentan? 


—Nada bueno, como siempre.


Me recosté, preparándome para pasar un rato mirando la tele. No alcancé a ver todo el inicio de la noticia, sin embargo el contenido enseguida me llamó la atención.


“... el acontecimiento fue a las 4:38 AM. Los testigos afirman que fue parecido a una estrella fugaz. Sin embargo, permaneció suspendida en el cielo durante prácticamente cinco minutos antes de caer directamente hacia el suelo y desaparecer en apenas un segundo...”


—¿De qué demonios están hablando? —immediatamente le pregunté a mi padre. 

 

—Por lo visto un objeto luminoso fue visto hoy por la mañana. Como puedes ver ya están armando un escándalo.


—¿Un objeto luminoso?


—Una extraña luz en medio de la noche que podría haber sido cualquier cosa.

 

Me quedé mirando las grabaciones de lo ocurrido en completo silencio… El lugar que mostraban se me hacía bastante familiar… demasiado familiar… hasta el punto de poder asegurar que casi cada día pasaba por esas calles.


“... bastantes teorías ya han empezado a navegar entre las redes, incluyendo la de una nave alienígena. Sin embargo, los expertos aseguran que lo más probable es que fuera una simple roca espacial que haya entrado en la atmósfera, estallando en llamas y creando así ese efecto lumínico. Las investigaciones seguirán durante un tiempo, pero hasta el momento no se encontró nada extraño por los alrededores..."


—Ahora hasta hablan de alienígenas. Los reporteros ya no saben que contar para atraer la atención de la gente —comentó mi padre. 


Mi padre perdió el interés nada más terminar de escuchar la noticia, pero yo me quedé en silencio con los ojos fijos en el televisor. 


—Una extraña luz en medio de la noche…


Murmuré sin querer. Por alguna razón mi mente estaba en las nubes. En mi cabeza se repetían una y otra vez las imágenes de esa luz en el cielo nocturno. No entendí muy bien qué me pasaba, pero empecé a sentirme realmente incómodo.


—¿Qué te pasa, hijo? Pareces preocupado.


Por suerte mi padre enseguida me devolvió a la realidad.


—Nada, solo estaba pensando que esto ocurrió muy cerca… ¿No te preocupa que pudiera ser algo peligroso?


—¿Tienes miedo de que te vayan a abducir? Ya tienes una edad para creer en esas cosas. Además, dudo que te quisieran justamente a ti. Créeme, si yo fuera un alienígena serías el último humano que me llevaría.


Mi padre se burló un poco. Supongo que mi cara debía ser bastante graciosa en ese momento, así que solo pude dejar salir una risa irónica.


—No digas tonterías, papá… No es eso…


«Aunque no sé si debería alegrarme o deprimirme por eso que dijiste…»


—¿Entonces? 


—Supongo que en realidad... nada…


Me encogí de hombros. En realidad no me preocupaban los aliens, pero ese incómodo sentimiento no se alejaba de mí. Me fue imposible permanecer quieto, así que me levanté del sofá de un salto. 


—Tengo un poco de hambre, ¿queda algo sobrante de ayer? 


—Creo que sobró un poco del estofado, pero tu madre no tardará mucho en regresar, ¿no puedes esperar hasta entonces?


—Bueno… hay algo que quiero hacer lo antes posible…


En realidad no tenía nada que hacer, simplemente quería salir a despejarme un rato… Tampoco se me ocurrió ninguna buena excusa que dar...


—No me digas que quieres ir a investigar por tu cuenta. 


—Papá… no me tomes por un loco…


—Como quieras, simplemente no hagas locuras y regresa antes de que anochezca.


Probablemente mi padre solo bromeaba, ya que enseguida dejó el tema. Tampoco es que ni a él ni a mi madre les importara mucho donde fuera mientras no causara problemas. Supongo que eso debía agradecérselo a mi hermana que siempre hacía lo que quería cuando quería…


—Sí, sí, no te preocupes… Además, ya no soy un crío. 


Fui a la cocina y engullí las sobras del día anterior. Luego me calcé unas deportivas y salí a la calle. Obviamente no tenía intención alguna de investigar sobre esa luz como había dicho mi padre. Siquiera creía en todas esas tonterías sobre alienígenas ni la noticia no me importaba lo más mínimo. Simplemente quería salir a relajarme un poco para quitarme de encima ese malestar que aún me acompañaba… y había un lugar perfecto para tal propósito. 


Mi casa se encontraba a las afueras del pueblo, a pocos minutos de un bosque con un pequeño lago en medio. Se trataba de un lugar poco conocido al que normalmente no se acercaba nadie. Puesto que era un lugar tranquilo solía visitarlo de tanto en tanto cuando estaba de mal humor o simplemente quería alejarme de la civilización.


Puesto que había que cruzar un bosque la única manera de llegar era a pie. Aunque mi casa estaba relativamente cerca, aún había un par de horas de viaje y justamente por ser poco conocido tampoco existían senderos bien marcados que llevaran directamente al lago, pero conocía el camino como la palma de mi mano, así que muchas veces no tardaba ni eso. 


Justo como pensé, incluso sin correr demasiado, en apenas una hora y media ya había llegado al claro del bosque. Eché un vistazo rápido a los alrededores, realmente no había rastro alguno de personas ni de animales.


—Perfecto, es una suerte que nunca haya nadie.


Me senté a pocos metros del lago. La hierba en esa parte no era demasiado alta, pero al mismo tiempo era lo suficientemente alta como para que uno pudiera acostarse cómodamente encima suyo. El día era claro y apenas había alguna nube visible.


—Hoy hace un buen día.


Me dejé caer en la hierba y miré fijamente el cielo azul. Antes de darme cuenta ya había levantado mi brazo, con la mano abierta como si intentara alcanzar alguna cosa que siquiera podía ver.


—Una extraña luz en el cielo… 


Esa frase había estado recorriendo mi cabeza durante todo el camino. No había conseguido quitármela de de ahí por mucho que lo hubiese intentado. Sin embargo, nada más llegué a ese lugar, esa molesta inquietud que me había acompañado durante todo el rato empezó a desaparecer.


No hacía frío ni tampoco demasiado calor. Tampoco había ruidos desagradables, probablemente por eso me gustaba tanto este lugar. Cerré los ojos y me quedé escuchando el sonido de la brisa al mover las hojas y el canto de los insectos. Solo entonces conseguí quitarme de la cabeza esa molesta frase de una vez por todas. 


—Por fin puedo relajarme de una maldita vez.


Y quizás me relajé demasiado, ya que enseguida fui atacado por la somnolencia, ante la cual no tardé en caer completamente preso.


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