Modo claro/ Modo oscuro

viernes, 26 de junio de 2020

Sombras Divididas - v1 - Capítulo 3

 3 - Anochecer


—Mierda… me dormí…


Me lamenté al abrir los ojos y contemplar el cielo rojizo ante mí. La brisa helada del atardecer me había despertado justo a tiempo para evitar un gran desastre. Puesto que me tocaba caminar un par de horas para volver a casa no era muy buena idea quedarme acostado ni un solo minuto más. Me levanté de un salto y me acerqué al lago, donde se reflejaba el sol empezando a esconderse detrás de la lejana sierra. Apenas quedaba visible un poco más de una cuarta parte de su tamaño total.


«Más vale que me de prisa en regresar», pensé mientras me rascaba la cabeza un poco preocupado.


Alejé sueño con un poco del agua helada del lago y me apresuré en adentrarme en el bosque, camino a casa. Puesto que algunos de los árboles superaban los cinco metros de altura el interior era bastante oscuro, y no tardé en darme cuenta de que al final no había conseguido evitar del todo el desastre que me temía. En apenas cuestión de minutos el sol se había ocultado prácticamente por completo, llevándose con él gran parte de la poca luz que conseguía alumbrarme... y aún me quedaba un largo camino de regreso.


Intenté acelerar el paso, pero la luna pronto empezó a dejarse ver por los pequeños claros entre las copas de los árboles. Lo que antes había sido una oscuridad parcial había desaparecido para dejar paso a una noche iluminada por la luz blanca de la luna creciente. Aunque gracias a eso aún fui capaz de seguir adelante aún sin tener una visión muy precisa de todo.  


Me maldecía continuamente por haberme quedado dormido, pero de todos modos ya no había nada que pudiera remediar mi situación. Lo único que podía hacer era seguir avanzando por el oscuro bosque, que por alguna razón se me hacía muy distinto a lo que solía recordar. Es más, tras un buen rato caminando por fin lo entendí, me había perdido por completo.


«Creo que me adentré en la parte profunda...»


Por esa zona, a diferencia de por donde solía ir, los árboles estaban bastante juntos y casi podría llamarse un milagro si un simple rayo de luz conseguía atravesar sus copas. La visibilidad era prácticamente inexistente, dispersa y confusa. No sabía qué hacer y temía tener que pasar la noche ahí. Nunca antes me había quedado dormido de tal manera, y fueron muchos los días los que pasé holgazaneando en ese lago.


¡Cling! ¡Clang! ¡Pum!


—¿Pero qué mierda es eso?


Me quedé inmóvil, escuchando silenciosamente un ruido que resonaba entre los árboles. Parecían ser fuertes golpes, y la mayoría de ellos tenían un tono metálico en cada impacto, cosa que no era normal en medio de un bosque.


«¿Podría ser que haya gente por aquí?»


Enseguida me puse a buscar sigilosamente el origen del ruido. Tras escurrirme entre bastantes árboles por fin lo encontré. En medio de un pequeño claro que la luz de la luna conseguía iluminar tenuemente había dos chicas jóvenes que se miraban cuidadosamente desde la distancia.


Desde mi posición me era complicado verlas bien, así que seguí acercándome mientras me mantenía escondido entre los árboles para evitar que ellas me vieran a mí. Gracias a que la luz de la luna apenas conseguía alumbrar el claro pude ponerme casi a su lado sin que me notaran.


«¿Qué demonios están haciendo dos chicas aquí a estas horas? No... más importante... ¡¿qué mierda llevan puesto?!»


Su aspecto era de todo menos normal. Para empezar, sus cabellos ya eran raros. Con un vistazo rápido uno podría decir que eran simplemente una chica rubia y una con el cabello blanco, pero al fijarse mejor se podía apreciar que sus colores en realidad eran dorado y plateado. Ambos parecían brillar, reflejando tenuemente la luz de la luna. Además, en lugar de ropa normal, ambas parecían estar usando disfraces.


A la de cabello plateado aún se la podía dejar pasar, ya que simplemente usaba un extravagante vestido morado, pero la de cabello dorado no tenía defensa alguna. Vestía una armadura ligera de color azul, que uno no esperaría ver usando a nadie hoy en día. De todos modos, lo que más llamaba la atención eran un par de cosas que sobresalían desde las espaldas de ambas.


«Eso son... ¿alas? Debe ser bastante incómodo moverse con eso...»


Mientras aún no había terminado de observar bien su extraña apariencia ambas corrieron la una contra la otra. Aunque mi vista no daba más de sí en medio de la noche, por fin pude ver el origen del sonido que oí anteriormente justo en el momento en el que chocaron. Ambas chicas empuñaban espadas en sus manos.


«¿Esto es una broma?»  


Al principio dudé de si eran reales o meras imitaciones, aunque no tardé mucho en confirmar su veracidad. Empezaron a lanzarse golpes despiadados, usando movimientos que solo se vería en un auténtico profesional. Además era obvio que no tenían buenas intenciones la una contra la otra. El fuerte sonido del afilado metal chocando era suficiente para helar la sangre. Si conseguían alcanzarse podrían llegar a hacerse daño con facilidad.


Mi mirada saltaba de una a la otra sin parar. No obstante, quizás porque su aspecto destacaba más, no tardó en quedarse fija en la chica de cabello dorado, que hasta parecía brillar con luz propia. Una vez mis ojos terminaron de adaptarse completamente a la iluminación del lugar por fin pude empezar a visualizar detalles más allá de su vestimenta.


Su cabello se dejaba caer hasta la mitad de su espalda, siendo mantenido en su sitio por un par de trenzas que se unían en una sola justo en la parte posterior de su cabeza antes de dejarse caer del mismo modo que el resto de su cabello. Sus ojos eran de un color grisáceo, que le dedicaban una fiera mirada a la chica de delante suyo como si no quisieran perderse ni un solo de sus movimientos o dejarla escapar.


El arma en sus manos era una espada de dos manos que también parecía brillar con luz propia. No, no lo parecía, realmente estaba brillando mientras bailaba en el aire, dejando haces de luz efímeros detrás suyo cada vez que se blandía. 


No entendía bien qué tenía esa chica que me llamara tanto la atención, pero sin darme cuenta empecé a acercarme aún más hacia ellas, hasta incluso alcanzar justo en el borde del claro. Obviamente, una vez dejé atrás mi escondite entre los árboles no tardaron en darse cuenta de mi presencia.


—¡¿Quién anda ahí?!


La primera en verme fue la chica de cabello plateado, a quién no había prestado mucha atención hasta el momento.


—U...un... ¿humano? ¡Como sea, si aprecias tu vida no te quedes ahí parado! ¡Sal ahora mismo de este lugar!


Dio un paso hacia mí, pero enseguida fue obligada a retroceder por un fuerte golpe de la espada de la otra chica.


—Monstruo, ¿pretendes usar un ser inferior como escudo? Ya te digo ahora que los juegos sucios no servirán contra mí. Si es para eliminar a cualquiera de los tuyos no dudaré en llevarme por delante cualquier forma de vida insignificante. 


—¿Ah? ¡¿Qué tonterías estás diciendo?! ¡Estás loca!


Las palabras de la chica de cabello dorado solo parecieron molestar aún más a la otra, que no dudó en contraatacar con aún más fuerza.


«¿Humano? ¿Ser inferior? Lo de insignificante no me sorprende tanto…»  


No entendía nada, pero noté como si ambas únicamente me hubieran utilizado como excusa para acrecentar su pelea… ya que de nuevo empezaron a pelear como si yo no existiera. Lo que estaba claro es que la chica de cabello plateado estaba siendo fácilmente repelida y arrinconada. Si todo seguía igual no tardaría en salir herida o peor.


—Esperad un momento… aunque no me disguste la idea de ver dos chicas pelear por mí… vamos a discutir esto de forma pacíf....  


—¡¡Calla y vete!! 


Ambas gritaron a la vez. Mi mente dejó de funcionar por unos instantes. Ese par estaban definitivamente locas de remate. Estaba claro que por sí mismas no iban a solucionar nada y definitivamente no terminarían bien… 


«Como sea, este no es mi problema… Quizás lo mejor será no meterme.» 


Pensé en dejarlas solas con sus gilipolleces y dar media vuelta. Aún debía encontrar la salida del bosque para poder volver a casa…


—¡Suficiente! Tengo cosas que hacer, no pienso perder más tiempo contigo. 


Pero antes de poder decidirme, la chica de cabello dorado empezó a brillar intensamente y a desafiar la ley de la gravedad.


—¡¿Pero qué cojones?!


Mi grito de sorpresa probablemente se pudo escuchar por todo el bosque...


—¡¿Aún sigues aquí?! ¡Lárgate ya, no pienso hacerme responsable de lo que te pueda pasar!


Apenas terminó de gritarme, el brillo de su espada se intensificó hasta el punto que parecía ser capaz de crear un nuevo amanecer. Múltiples centellas se formaron a su alrededor para luego salir disparados en todas direcciones. No eran simples luces, pude ver como tomaban una forma parecida a pequeñas cuchillas. Esas armas creadas de la nada empezaron a golpear todo lo que se interponía en su camino. Los árboles que tenía en mi dirección fueron cortados como simples hojas de papel. Entendí al instante que eso capaz de cortar troncos con facilidad no tendría mucha dificultad para descuartizarme al instante. Quise correr, pero mi cuerpo se paralizó.


«¡Vamos, por favor! ¡Piernas, reaccionad!»


Por mucho que lo intentara, mis pies no daban un paso hacia adelante ni atrás. Era como si mi cuerpo hubiera dejado de ser mío e ignorara todas las órdenes que le daba. Solo pude cerrar los ojos con fuerza, deseando no morir cortado en pedazos.


—¡Imbécil, no te quedes ahí parado!


La voz de la otra chica me hizo reaccionar. Al abrir los ojos vi un gigantesco manto negro cubriéndonos a mí y a la chica de cabello plateado.


«¿Qué es esta cosa?»  


—¡Maldita sea! ¡¿Por qué no me hiciste caso?! 


Su grito parecía contener un poco de frustración mientras sujetaba ese escudo improvisado para cubrirnos a ambos. Consiguió aguantar firmemente los impactos de las luces, hasta que el sonido de los golpes empezó a escucharse cada vez más disperso, cosa que parecía indicar el final del bombardeo. No obstante, la calma no duró mucho tiempo. 


Otro ataque de un tamaño considerablemente mayor fue lanzado hacia nosotros a una velocidad de vértigo. El golpe no se pudo comparar con los anteriores y se llevó a la chica por delante, que seguidamente impactó conmigo. Ambos salimos volando hasta chocar con fuerza contra un árbol. Gracias a aquél escudo el ataque no nos alcanzó directamente. Aún así, todo el cuerpo me dolía considerablemente por culpa del golpe. De todos modos, la peor parte parecía habérsela llevado la chica que me salvó, ya que quedó tirada a mi lado sin moverse.


Traté de usar el tronco del árbol como punto de apoyo y ponerme de pie. Al levantarme observé un objeto negro clavado en el suelo justo delante de mí. Luego de fijarme un poco más en los detalles me di cuenta de que era una espada, probablemente la de la chica de cabello plateado. Se trataba de un arma tan oscura, que la noche envidiaría su esencia. La única parte de un color distinto al negro era una gema redonda de color rojo intenso incrustada en su empuñadura, justo en la parte que conectaba con la hoja. 


«¿Qué es esta espada?»  


En el momento que la vi todo a mi alrededor desapareció. Es más, podía sentir como si la propia espada estuviera hablándome... aunque en realidad no escuchaba ninguna voz directamente. Sin notarlo, mi brazo empezó a extenderse hacia la empuñadura. Parecía que no solo mi mente se había quedado embobada con esa arma, mi propio cuerpo la buscaba, la necesitaba más que respirar, cosa que también parecía habérseme olvidado de hacer. De esta manera, mi mano siguió avanzando, hasta tener aquél trozo de metal en su palma.


En el momento en el que cerré el puño y sujeté con fuerza la empuñadura algo en forma de humo empezó a salir del arma. Instantes después empezó a arremolinarse a mi alrededor y fundirse lentamente con mi cuerpo, hasta no quedar rastro alguno suyo. Un terrible malestar me asaltó. No tenía frío, pero mi cuerpo temblaba. Me entraron náuseas y a duras penas podía mantenerme en pie. Me empezó a doler mucho la cabeza, un dolor terrible. Sentí que todo mi cuerpo se estaba rompiendo... mi mente se estaba rompiendo... Mi cabeza parecía estar partiéndose literalmente en dos.


Cerré mis ojos a causa del dolor, pero en ese momento me pareció ver un par de ojos rojos como la misma sangre abrirse en medio de la oscuridad, causando que los abriera de nuevo algo conmocionado. Puesto que mi mirada estaba enfocada hacia el cielo pude ver a la chica de cabello dorado observándome de una forma despectiva e hiriente. Estaba claramente preguntando: "¿Qué clase de engendro eres?", como si le produjera asco mi mera existencia. 


Antes de siquiera poder preguntar qué demonios estaba pasando todo lo que me rodeaba empezó a deformarse mientras el dolor en mi cabeza seguía empeorando. Segundos después mi mundo se sumió por completo en la oscuridad...


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