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miércoles, 7 de abril de 2021

Sombras divididas - Capítulo 21

  21 - Dentro de mi


—¿Qué significa esto? —pregunté, observando el arbolito en los pies de Mirthia. 


—Ni idea, miau. Es la primera vez que veo una reacción parecida. Por lo menos podemos deducir que tienes afinidad con las plantas… y parece ser muy grande, miau.


Mirthia recogió el árbol y empezó a revisarlo de arriba a abajo con una expresión de sorpresa.     


—Eso es bueno… supongo... 


—Por lo menos me facilita mucho enseñarte, miau. ¡Bien!, ahora que tienes la teoría es hora de pasar a la práctica. Has tenido suerte, estás en el mejor lugar para aprender magia de tierra. Este bosque se desborda con el poder de la tierra.


Mirthia se acercó con una sonrisa maliciosa en su cara y me cogió del cuello de la camiseta, tras lo que me arrastró por la fuerza afuera de la casa y de la aldea. Caminamos durante unos diez minutos por el frondoso bosque, que no dejaba ver mucho más allá de tres metros, hasta llegar a un gran claro que parecía haber sido hecho por la mano de esos gatos. 


En el centro del claro había un árbol que se levantaba más de quince metros por encima de los demás, alcanzando una altura aproximada de unos cuarenta metros o más. Su tronco era lo suficientemente grande como para que diez personas juntas no fueran capaces de rodearlo en un abrazo.


—Esto es un… gran árbol…


—Impresiona, ¿verdad? Este es el gran árbol sagrado, el centro de todo Fandragoth y el lugar en el que os encontré heridos.


Era realmente inmenso e imponente, y eso no era todo. Al acercarme noté que algo a mi alrededor cambiaba. En realidad empecé a sentirlo conforme nos acercábamos al claro, pero no fue hasta estar al lado mismo del árbol que pude notarlo claramente. Era una sensación extraña, como si me estuviera sumergiendo dentro de un líquido que se espesaba cuanto más cerca estaba del árbol. No se trataba de una sensación desagradable, todo lo contrario, me hacía sentir mucho mejor. Las heridas que aún no habían curado del todo empezaron a dolerme menos y podría afirmar que empezaron a sanar rápidamente de nuevo.


Moví mi mano en el aire, intentando palpar algo que parecía inexistente. Aún así, sentía que mi mano tocaba alguna cosa incorpórea. Era más una sensación que un estímulo transmitido por mis sentidos, pero era obvio que allí había algo.


«Acaso…»


Apreté el puño con fuerza al instintivamente entenderlo, había sobrevivido gracias a caer en este lugar. El claro tenía algo capaz de curar mis heridas, heridas que me habrían matado en minutos de no ser por lo que fuera esta cosa que me rodeaba.


—Gracias… —le susurré débilmente al árbol delante mío antes de darme la vuelta para volver con Mirthia.  


Al verme decidido sonrió y se acercó a un tocón. Empezó a golpearlo insistentemente para indicarme que me sentase en él.


—Primero que nada tienes que aprender a reconocer tu propio contenedor. Saber cuánta cantidad de maná puedes usar es fundamental. Siéntate aquí y concéntrate en tu interior, miau. Si meditas bien deberías ser capaz de crear una imagen mental de tu interior y ver lo que hay en lo más profundo de tu ser.


Seguí sus instrucciones y me senté con las piernas cruzadas encima del tronco cortado. Cerré los ojos y empecé a meditar profundamente.


«Meditar... meditar... meditar... meditar.»


—No veo nada...


Una rama se estrelló con fuerza contra mi cabeza.


—No te quejes y sigue con ello, miau. Si fuera algo que se hace en dos segundos todo el mundo usaría magia nada más nacer.


—Bien, bien, entendido… —murmuré, frotándome el chichón que acababa de salirme en la cabeza.  


Volví a cerrar los ojos y concentrarme tanto como pude. Así pasé por lo menos un cuarto de hora sin conseguir resultado alguno. Finalmente abrí de nuevo los ojos y bajé mi cabeza con exasperación. De reojo vi la pequeña espada que colgaba en mi cinturón, Vurtalis. Estaba dentro de una funda de cuero, pero la empuñadura seguía siendo claramente visible. En esta, la gema incrustaba brillaba con un color verde más intenso de cuando estábamos en casa de Mirthia.


«No me digas...»


Desenfundé la espada y la sujeté delante de mí con ambas manos.


—¿Qué estás haciendo? —preguntó Mirthia al verme sacar la espada.


—Quiero intentar una cosa... No me prestes mucha atención...


La cara de Mirthia mostraba con descaro sus pensamientos que parecían seguir diciendo constantemente: "Tú eres tonto... miau".


Cerré mis ojos y me concentré de nuevo. Tener a Vurtalis en mis manos realmente causó un gran cambio. Quizás fue autosugestionado o quizás la espada me ayudó, pero conseguí sumir mi mente en un estado más profundo. Aunque seguía sin ser capaz de ver nada, empecé a notar algo dentro de mi cuerpo. Era una sensación similar a la sangre moviéndose por mis venas. 


«¿Esto es el maná?»  


No obstante, a diferencia de como había dicho Mirthia, el origen no parecía estar en mi interior, sino que entraba a través de la espada en mis manos.


Me concentré en esa sensación e hice un esfuerzo por sumergirme aún más en mi ser. Poco a poco una imagen empezó a tomar forma. Me encontré dentro de un espacio sin suelo, paredes, ni techo. Un lugar completamente negro cuyo único contenido eran un montón de finos hilos de color amarillo que fluían como diminutos ríos sin control. 


Caminé por ese espacio infinito durante lo que me parecieron horas, sin ser capaz de encontrar absolutamente nada. 


«Primero, ¿qué se supone que busco?»


Supuestamente estaba buscando un contenedor lleno de agua, pero… ¿qué tipo de forma tenía? Lo único que podía ver eran esos hilos de color amarillo.


«Un momento… Estoy dentro de mi mente, ¿no es así? Entonces...» 


Si esa era una representación mental del interior de mi ser debería al menos tener cierto control. En lugar de buscar a ciegas en medio del vació, ¿no sería mejor forzar lo que buscaba a tomar forma?


Empecé a imaginar un contenedor. La forma no era importante, simplemente necesitaba una cavidad capaz de llenarse con grandes cantidades de agua. Algo como… una piscina… Entonces, como si el propio mundo reaccionara a mis intenciones, un gran agujero empezó a abrirse delante de mí.


«Increíble... realmente funcionó...», pensé mientras inspeccionaba a fondo la piscina que acababa de crear delante mío.


«Pero está vacío...»


El agujero que supuestamente debía estar lleno no tenía ni una gota de agua dentro. No sabía qué hacer, así que simplemente abrí los ojos. Mirthia estaba tumbada a pocos metros de mí, roncando profundamente.


—Encontré mi contenedor —la desperté.


—Miau... ¿De verdad? ... Pensé que te costará más —me respondió mientras bostezaba.


—Bueno… la cosa es que no hay nada dentro.


—¿Miau? Eso no debería ser posible. Incluso con tu maná agotado deberías poder ver las pequeñas gotas rellenándolo.


Ante su respuesta me entraron algunas dudas. Me dijo que el maná era algo que se generaba en el interior, dentro del mismo contenedor, pero yo estaba seguro que esa agua amarillenta estaba entrando a mi cuerpo desde fuera. 


—Esto... ¿es posible que en lugar de maná mi cuerpo estuviera lleno de esa energía natural que dijiste?


—Ni hablar, miajajaja. A parte de que no hay manera de controlar la energía del mismo mundo, si mezclaras tu esencia con la energía natural te aseguro que tu cuerpo no saldría indemne. Morirías o algo peor. Imagínate que introduces energía natural de fuego directamente dentro de ti, ¡saldrías ardiendo! Literalmente sería como si estuvieras respirando fuego. Es una locura, miajaja.


—Ya veo...


Regresamos a casa de Mirthia por la noche. Al llegar revisé mi cuerpo de arriba a abajo. El dolor que restaba en el momento que entré en el claro ya había desaparecido por completo. Algunas heridas incluso habían cicatrizado en el tiempo que había estado ahí.


—Definitivamente esa energía amarilla tiene algo que ver con esto.


Todo tipo de pensamientos peligrosos llenaron mi mente en ese momento. No tenía manera de saber si eso era maná o energía natural, pero no sentía que mi cuerpo empeorara. Al contrario, cuanto más energía se acumulaba mejor me encontraba.


—Supongo que no debería preocuparme.


Volví a concentrarme en mi interior. Los hilos de energía parecían ser más abundantes que antes, así que sin duda la energía continuaba acumulándose en mi cuerpo… pero el contenedor seguía estando completamente vacío.


—Joder… parece que este contenedor tiene un agujero...


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domingo, 4 de abril de 2021

Sombras divididas - Capítulo 20

 20 - Magia... ¿qué es eso?


Al día siguiente empezó mi entrenamiento. Puesto que aún estaba herido y no podía moverme mucho empezamos con las clases de magia. Concretamente, teoría de la magia. Mirthia me sentó en una silla dentro de una habitación medio vacía. Ella se plantó delante mío con los brazos cruzados y una mirada poco convencida. Ya me advirtió que no era buena enseñando así que estaba preparado para sufrir un poco...


—Primero que nada, miau, ¿conoces cómo funciona la magia? Sin saber lo más básico no podemos empezar.


—No, nunca he usado magia. En realidad… ni sé qué es. 


—Miau… —Mirthia suspiró con cara abatida y las orejas caídas— A ver, resumiendo un poco, la magia es el arte de utilizar nuestro maná para emular las energías que dan forma al mundo y controlarlo a voluntad.    


«Ahm… pues vale…»  


—¿Lo entiendes? 


—No, en absoluto. 


Mirthia se quedó mirándome con los ojos entrecerrados, como si fuera un idiota con el que le costaría tratar.


—Miau, ¿al menos conoces los elementos básicos que componen el mundo? 


—Bueno, recuerdo algunos… Litio, sodio, potasio…


—¡Miau, ¿qué idiotez estás diciendo?! —gritó mientras se ponía la mano derecha en la cabeza.   


—Los elementos...


—¡Los elementos básicos son tierra, aire, agua y fuego! —me interrumpió.


En ese momento fui yo el que se la quedó mirando sin decir nada con los ojos entrecerrados, cosa que hizo que ella me devolviera la misma expresión de manera más severa.


«Hola edad media… encantado de conocerte…»  


Desistí de discutir y acepté ser tratado como un tonto que no sabía nada. Después de todo, así era en cuanto a magia se trataba. Tras dar otro suspiro y rascarse la cabeza, Mirthia puso la mano en su barbilla, probablemente pensando en cómo explicarle las cosas de forma sencilla a un idiota recién nacido.


—Mejor empecemos por las energías místicas, miau. Todo cuanto existe está formado por dos componentes: materia y esencia. Ambas partes coexisten en armonía, de tal manera que si se modifica una la otra cambia en consecuencia. La esencia está formada en su mayoría por una poderosa energía presente en todos lados que, al encontrarse en la propia naturaleza del mundo, la llamamos energía natural. Controlar esta energía equivaldría a controlar la esencia y, en consecuencia, la materia.


Entonces hizo una pausa, inquiriendo mi afirmación sobre si lo había entendido o no. Simplemente asentí con la cabeza.


—Luego, a parte de esa energía natural, existe una energía independiente que todo ser vivo poseedor de una mente autónoma es capaz de generar en su interior, el maná. Puesto que es una parte nuestra podemos controlarlo a voluntad. Miau, ¿hasta aquí todo bien?


—Sí, de momento no hay problema.


—Bien, miau. Este maná es una energía especial con propiedades de ambas partes a la vez, materia y esencia. Llamamos magia a la capacidad de usar este maná para emular las energías y la materia que forman el mundo, generando o alterando su contenido a voluntad.


—Suena bastante… poco creíble. 


—Por supuesto, miau, es solo una definición teórica. La magia no es todopoderosa ni te vuelve un dios. No hay forma de que una persona pueda alterar el mundo a su voluntad. Tampoco es tan simple como querer hacer algo y que suceda instantáneamente. Se necesita práctica y talento para poder manejarse con ella. 


—Bueno, eso suena más lógico... 


Mirthia asintió ante mi respuesta.


—Mira, esto es maná, miau.


Se me acercó hasta estar justo delante y levantó la mano derecha, con la palma hacia el cielo. Encima suyo empezó a formarse una esfera de color blanco azulado que centelleaba con distintos colores y tonalidades.


—Esto es una esfera de maná puro, miau. Una masa de energía sin una esencia definida. Ahora que ya entiendes lo que es, te voy a hablar sobre la afinidad mágica, miau.


Levantó su otra mano de la misma forma. Al igual que con la anterior, una esfera centelleante empezó a formarse encima, con la diferencia de que esta no tenía múltiples colores, sino que era completamente amarilla. 


—Tierra, aire, agua y fuego, la energía natural se compone de estos cuatro elementos. Cada elemento tiene una esencia única y controla una parte distinta del mundo. El maná no posee una esencia en concreto y las puede emular todas, pero cada persona tiene más o menos facilidad para controlar un elemento u otro, miau. Eso es a lo que se le llama afinidad, la capacidad innata de usar plenamente un elemento en concreto. 


Tal y como creó ambas esferas de energía las hizo desaparecer antes de ponerse a pasear por la habitación mientras seguía explicando. 


—La afinidad es algo con lo que se nace y no se puede cambiar. Algunas personas nacen con la mala suerte de no tener afinidad alguna y hay casos extremadamente raros en los que algunos nacen con dos, pero la mayoría de personas solo suelen tener una, miau. Nadie es capaz de usar todos los elementos en su máxima plenitud. No significa que una persona no sea capaz de usar varios elementos, pero controlar a los que no se es afín es mucho más complicado y a veces hasta inutil, miau. También hay muchas cosas que no son posibles si no se posee la afinidad adecuada. Es por eso que la magia no es todopoderosa ni milagrosa, miau.


—Vale, creo hacerme una idea bastante clara.


—Miau… es una suerte… Bien, para finalizar te hablaré un poco de las variantes o especializaciones. Dentro de cada elemento se podría decir que hay subtipos de magia. Este tipo de magia no se puede usar a menos que tengas la afinidad adecuada con el elemento básico relacionado. Por ejemplo, mi afinidad es con la tierra. Gracias a esto también puedo utilizar la variante madera y usar magia relacionada con las plantas. Sin poseer específicamente esta afinidad no podría usar esta magia. Otro ejemplo sería una variante del aire llamado relámpago, la cual yo no podría usar incluso entrenando toda mi vida. Te enseñaría algunos ejemplos, pero la mayoría de los habitantes de este bosque usan el elemento tierra, así que será difícil mostrarte otro tipo de magia. 


—¿Qué hay de la magia oscura?


—¿Miau? ¡Eso no existe!  


Me gritó de malas maneras, como si  hubiera dicho la tontería más grande del día. Por lo visto esta maulladora no sabía tanto de magia como pensaba. De todos modos no me importaba su nivel de conocimiento. Con que me enseñara me valía.


—Bueno… y lo importante, ¿cómo uso el maná este? 


—Sacas el maná de tu cuerpo y le das la esencia y forma física que quieres.  


—Ya… algo más gráfico por favor... 


—Miau… Poniéndolo fácil, imagínate un contenedor lleno de agua dentro de ti, esa agua sería tu maná. De allí coges un poco de agua y la moldeas hasta darle la forma que deseas.  


Abrí la boca para replicar ante esa absurda explicación inentendible… pero la cerré con un suspiro. 


—Lo mejor es aprender con la práctica, pero antes de empezar necesitaremos descubrir tu afinidad, miau. Normalmente uno se da cuenta por sí mismo, aunque teniendo en cuenta que ni siquiera conoces lo más básico, miau… Descubrir la afinidad de alguien que no sabe nada de magia no es fácil, aunque con un poco de suerte por lo menos podremos descartar una… Veamos dónde metí eso, miau.


Mirthia se dirigió a un gran armario situado a un lado de la habitación y empezó a sacar cosas de los cajones.


—¡Ah!, sabía que estaba por aquí —dijo mientras me mostraba un pequeño palo—. Esto es un trozo de una rama del árbol sagrado. El árbol sagrado posee una gran cantidad de energía natural en él. Al coger una rama y dejarla secar se consigue un palo que reacciona al maná afín con la tierra. 


Rompió el palo por la mitad y me mostró directamente uno de los trozos. El palo seco empezó a recobrar el color rápidamente y hasta le salió un pequeño brote con una hoja.


—¿Ves? Ha reaccionado a mi maná y ha recuperado su energía. Con esto al menos podremos saber si tienes afinidad con la naturaleza o no. Inténtalo tú, miau. 


Me lanzó el otro trozo de palo. Me lo quedé mirando con dudas, sin embargo, apenas pasó un par de segundos en mis manos le salio un brote… seguido de otro brote… y otro… En cinco segundos todo el palo se había vuelto un pequeño árbol en miniatura que no paraba de crecer. Asustado al ver que su crecimiento no se detenía lo tiré de nuevo a los pies de Mirthia. Al separarse de mis manos por fin dejó de crecer. 


—Esto… no me lo esperaba… miau —dijo Mirthia, mirando el pequeño árbol con los ojos completamente abiertos.


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lunes, 29 de marzo de 2021

Sombras divididas - Capítulo 19

 19 - Quiero ser mas fuerte


Otra vez la gata inclinó la cabeza hacia la derecha moviendo las orejas de nuevo. Solo le faltaba el signo de interrogación encima.


—Mis ojos suelen ser marrones... ¿Por qué están verdes?... Y ahora que me fijo mejor, la gema en la empuñadura de Vurtalis también está verde...


—Ya estabas así cuando te encontré.


—¡¿Cómo es posible?!


—¡Drayd, estás bien! —sonó la voz eufórica de Raidha.


Mi grito de sorpresa parecía haber despertado a la princesa durmiente y, como buena loca, se tiró encima mío a abrazarme a pesar de que ella misma estaba herida. Eso provocó que todo mi cuerpo doliera incluso más.


—¡Ayyyyyyyy! ¡Quita de encima que me duele todo! Pedazo idiota, ¡piensa un poco lo que haces! —le reproché mientras vivía un infierno entre sus brazos.


—¡Ah!, perdón. Un momento, ¡tus ojos!


—Sí, mis ojos... Ya me di cuenta.


En ese momento nos dimos cuenta de algo, a parte de por los vendajes estábamos en ropa interior.


—¡Waaaaaaaaaaaaaaaaaaa!


El grito de Raida quedó ahogado con el sonido del golpe sin sentido alguno que me dio después...


—Ayyy... mierd... ¡¿Por qué me pegas a mí?! Tú eres la que me saltó encima en ropa interior... ¡Si acaso debería atizarte yo a ti!


—Reacción instintiva... ¡¿Dónde está nuestra ropa?!


—La tuya está algo rota, pero supongo que se puede arreglar. Por el contrario, la de Drayd está hecha completamente harapos. Esperad aquí os traeré algo nuevo —le respondió la gata.


Mirthia fue a buscar un par de prendas que parecían ser las típicas de esa aldea. Me dio un simple conjunto de camiseta y pantalón largo de un color amarillo apagado. El tejido parecía estar hecho de lino o algún hierbajo parecido. Parecían haber sido rudimentariamente elaboradas. Sus costuras eran bastante toscas y no tenían pinta de ser extremadamente cómodas.


—Perfecto, gracias... pero... ¡Estos pantalones tienen un agujero en el culo! —dije mientras levantaba los pantalones delante de mi cara.


—Claro, para la cola.


—Nosotros no tenemos cola... Creo que se verá raro...


De todos modos no dije nada más y lo acepté agradecido. Era mejor ir con un agujero en el ojete a ir desnudo por ahí.


***


Pasaron un par de días y sorprendentemente mis heridas se curaron lo suficiente para por lo menos poder levantarme de la cama y andar otra vez. Al principio no entendí la causa del color verde de mis ojos, pero tras ver esa rápida recuperación lo entendí un poco. Por lo visto había obtenido un poder muy extraño, uno capaz de curar heridas horribles como si fueran simples arañazos. Por mala suerte, poco a poco se debilitó y no fue suficiente para curarme del todo. De todos modos no podía hacer otra cosa que dar gracias por haberme permitido recuperar hasta tal punto.


El dolor de mis costillas se redujo lo suficiente como para poder respirar con normalidad y ya no volví a sangrar por ningún agujero, así que los órganos parecían haberse "solidificado" de nuevo. Lo único peligroso que quedaba era ese agujero del tamaño de un dedo en mi abdomen. Sin embargo, tampoco sangraba y parecía estar suficientemente cerrado como para no amenazar mi día a día.


Por primera vez salí de esa casa a observar la aldea. Por lo que nos había contado Mirthia, ya sabía que nos encontrábamos en medio de un bosque, pero no me esperaba lo que vi.


La aldea estaba construida justo en medio de un gran claro en medio de un montón de árboles de un tamaño considerable. Algunos se levantaban más de cinco metros sobre la tierra, formando copas frondosas de un verde intenso. El diámetro de sus troncos también era tan grande que a duras penas lo llegaba a rodear con un abrazo. Algunos ni podía.


Tomé una profunda respiración. El aire limpio llenó mis pulmones al mismo tiempo que la fragancia de la hierba inundó mis fosas nasales. Un sentimiento relajante que no había sido capaz de sentir en muchos días hizo brotar una ligera sonrisa en mi cara.


—Por fin algo de paz...


Observé las casas que me rodeaban. Habría entre cuarenta o cincuenta casas rudimentarias, hechas sobre todo de madera y paja. La mayoría estaban en el suelo, pero también se construyeron algunas encima de los árboles más anchos y resistentes. Ninguna de esas casas tenía un segundo piso. Todo apuntaba a que se trataba de una aldea de una tribu alejada de la civilización. De todos modos, no era un lugar desagradable.


«¿Será que estamos alejados de las zonas modernas o todo el mundo será así?», me pregunté mientras me sentaba cerca de la puerta.


El estilo de vida de la aldea era tan simple como sus construcciones. Vivían de lo que encontraban en el bosque, tanto vegetal como animal. Mirthia parecía ser una especie de cazadora y soldado de la tribu. También era capaz de usar magia como Raidha. Mantenía la aldea fuera de peligro al mismo tiempo que se encargaba de cazar. Además era amable y todos la amaban. Una persona... o gata... magnífica. Todo lo contrario que yo.


Raidha, a diferencia de mí, seguía bastante herida y le era bastante complicado moverse con normalidad. Eso demostraba lo increíble que era ese poder que había despertado en mí.


«Si pudiera descubrir de dónde salió...»


Aún me lamentaba de lo inútil que era. Escapé de la muerte por poco. Si se repetía esa situación probablemente no tendría la misma suerte.


—Menudo inútil estás hecho, de nuevo delegando tus problemas en los demás —repetí tontamente las últimas palabras que me dijo esa voz que no me había vuelto a hablar desde entonces.


Levanté la mirada hacia el cielo, recordando como Raidha usaba esa energía negra para defendernos y como esos katryde lanzaban rayos de luz aterradores.


—No puedo seguir así… Si algo similar ocurre de nuevo...

 

Me levanté y resoplé con fuerza.


—Magia, ¿eh? Si fuera capaz de usar algo parecido...


Decidí cambiar, hacerme más fuerte, pero no tenía muy claro cómo. Sin embargo, no es como si no pudiera hacer nada. Decidí tragarme el orgullo y pedir ayuda. Después de todo, tenía a alguien bastante capaz a quien pedírsela.


—Decidido... ¡Voy a aprender magia!


Con tal resolución volví a entrar en la casa y esperé a que la noche cayera sobre el bosque.


***


Luego de que Raidha se acostara fui a ver a Myrthia. Estaba decidido a que me ayudara, tanto con la espada como con la magia. Necesitaba aprender a pelear sí o sí. Me acerqué a la puerta de su habitación y la golpeé tres veces. Ella salió enseguida. Tuve suerte de que aún no se hubiera acostado.


—Miau, ¿qué quieres?


—Myrthia... quizás es mucho pedir después de que me salvaras la vida, pero...¿me enseñarías a luchar?


Giró tontamente la cabeza y empezó a rascarse la oreja izquierda. Luego cruzó los brazos y se puso a hablar con un tono muy serio.


—¿Qué te pasa así de repente? Siquiera estás curado del todo. A duras penas puedes andar bien. ¿En qué estás pensando?


—Soy demasiado débil... No soy bueno con la espada, no tengo puntería, no sé usar magia... Siempre corrí de los problemas, evité toda pelea y hasta ahora he vivido evadiendo todo lo que me molestaba... Por eso, tengo que cambiar.


—Si siempre viviste así, ¿por qué quieres cambiar ahora?


—Viste el estado en el que nos encontraste... Eso fue culpa de que no tenía suficiente poder y sobrevivimos por pura suerte. Estoy seguro de que si esa situación se repite no saldremos vivos de nuevo.


—Miau… de verdad es por eso?


Me quedé callado unos segundos y cerré los ojos pensando realmente el porqué.


«¿Por qué he decidido esto? Porque no quiero tener que huir más... Porque hay veces que tendré que pelear... Porque quiero poder... No...»


Abrí los ojos y tras pensarlo bien contesté.


—Probablemente es porque... quiero proteger a Raidha.


Mirthia se me quedó mirando fijamente a los ojos en silencio con una seria mirada en los suyos. Durante unos segundos ambos permanecimos en completo silencio, ni nuestra respiración se escuchaba... Segundos tras los cuales su cara empezó a deformarse.


—Pffffff miajajajajajajaja, típico. Miajajajajaja. Ay, que risa miajajaja. Ay, ay, me muero miajajajaja —empezó a reír mientras se sujetaba al marco de la puerta para no caerse.


Mi cara se puso toda roja ante su risa. No me esperaba que reaccionara de esa manera ante mi sincera respuesta. Reía tan fuerte que parecía dolerle el estómago y a punto estaba de empezar a revolcarse por el suelo.


—No hacía falta reírse... —dije con un avergonzado hilo de voz.


—Sí, sí, claro miajaja. ¿Quieres ir de caballero por el mundo, chico? Estas tonterías me hacen mucha gracia. De todos modos está bien, supongo que puedo enseñarte un poco. Eso sí, no esperes demasiado de mí, no soy buena maestra y no sé controlarme muy bien. Espero que no mueras durante el entrenamiento miajajaja. Me sabría mal después de salvarte.


Y así empecé a arrepentirme de mi decisión...


viernes, 26 de marzo de 2021

Sombras divididas - Capítulo 18

18 - ¿Miau?


Dicen que cuando vas a morir tu vida pasa por delante tuyo como si de una película se tratara. Yo no estoy tan seguro de eso, o por lo menos no fue mi caso. No obstante, hay una parte de verdad en esta afirmación. Cuando estás delante de la misma muerte te planteas muchas cosas sobre tu vida, haciendo regresar a tu cabeza tus mayores lamentos.


Multitud de preguntas llenaron mi cabeza: ¿Por qué tengo que morir? ¿Mi vida tuvo algún sentido? ¿Mi muerte valió para algo? ¿Le importará a alguien si muero? ¿Habrá algo después de morir o dejaré de existir? … La cantidad podría llenar por completo un libro de mil páginas, pero de entre todas ellas había un par que no paraban de repetirse en mi mente como si alguien me estuviera susurrando constantemente al oído: ¿Quién soy y qué soy?


No entiendo el motivo por el cual esta pregunta dio tantas vueltas en mi cabeza, pero me llevó a recapacitar seriamente sobre mi existencia. ¿Quién era? Probablemente un simple grano de arena en un desierto que no paraba de crecer. ¿Y qué era? A esta siquiera fui capaz de encontrar una respuesta adecuada.


En concepto de especie se me podría llamar un humano, pero… ¿qué es un humano en realidad? Un ser racional que se había considerado la forma de vida más avanzada… de su mundo. Tras descubrir la existencia de otros seres similares me di cuenta de la posición en la que me encontraba, la más baja.


Los seres racionales de otros mundos parecían superarnos de lejos en todo. Yo era un humano… un simple humano sin poder, incapaz de defenderse a sí mismo… y mucho menos a… Raidha…


«¿Por qué de entre todas las cosas tuve que pensar justamente en ella?»


Raidha me había salvado la vida varias veces, fuera directa o indirectamente. Incluso en el momento en el que yo ya había dado por perdida toda esperanza, ella decidió no abandonarme por algo tan simple como una simple y estúpida promesa. En cambio, por mi parte, no había podido hacer absolutamente nada para ayudarla en los momentos críticos…


«¿Qué clase de hombre estoy hecho para dejar que la princesa me salve?»


Esa debilidad… era algo que nunca me podría llegar a perdonar… pero ya era demasiado tarde para eso, después de todo, no había forma humana de que mi cuerpo hubiera aguantado después de haber sufrido tanto daño. Aún así, si pudiera volver a empezar, si al menos tuviera una segunda oportunidad...


«Si la pudiera volver a ver... entonces yo...»


Algunos rayos de luz se filtraron a través de mis párpados cerrados. La sensación hizo que mi consciencia empezara a medio despertar poco a poco.


«¿No estoy muerto?» 


Aunque se sentían pesados, intenté abrir mis ojos lentamente. 


—Ugh…


La luz entró con fuerza, haciendo que me doliera la vista y obligándome a cerrar de nuevo los ojos con fuerza.


—¡¿Miau?! ¡De verdad sigues vivo! Es increíble, seguir vivo con tales heridas.


Una emocionada voz llegó a mis oídos… Vivo, realmente quería escuchar esa palabra… De verdad la quería escuchar… ¡pero no con un maullido delante!


«¿Miau? Pero qué cojones...»


Forcé de nuevo a abrir mis ojos lentamente, dejándolos acostumbrarse a la luz. Lentamente, una silueta empezó a tomar forma delante de mis ojos. Su aspecto era el de una persona, pero algo encima de su cabeza no encajaba con mi concepto de “persona”.


«Esto no puede ser real.»


Dejé caer de nuevo los párpados, esperando que hubiera sido una alucinación, pero aún así la voz no paró.   


—Espera, estás despierto, ¿verdad? No te desmayaste de nuevo, ¿verdad? ¡Levanta! ¡Levanta! ¡Levanta! ¡Levanta! ¡Miau, reacciona! 


Se trataba de una molesta e insistente voz que lentamente consiguió arrastrar de regreso mi consciencia.


—¡Lo sabía, miau!


Al final, aún en un estado a medio camino de la consciencia y la inconsciencia, pude empezar a reconocer lo que tenía encima.


—Estoy alucinando... Sí... seguro que es una alucinación o una pesadilla. Quizás si me duermo de nuevo puedo regresar a la realidad... Nos vemos dentro de ocho horas, o mejor dicho, no nos vemos.


—¡Miau, no! ¡No te duermas de nuevo!


Al final la voz no paró de gritar hasta que me desperté del todo. Abrí de par en par los ojos. La voz pertenecía a una chica que me miraba desde arriba, apoyada ligeramente en lo que parecía ser una cama, donde yo estaba acostado.


—No me lo puedo creer… 


Tenía una cara redondeada, con un cabello completamente negro, largo hasta la mitad de la espalda. Sus ojos también eran negros y me observaban con emoción junto a una gran sonrisa que dejaba ver un colmillo felino asomándose por arriba… Sí, colmillo felino, aunque no se diferenciara de otros tipos de colmillos, me era imposible pensar en otra cosa después de ver de frente a esa mujer...


«Una chica... ¿gato? ¡Una maldita chica gato!»


Su rostro era bastante humano, pero se podían apreciar ciertas facciones felinas, concretamente sus ojos, cuyas pupilas eran idénticas a las de un gato. Por encima de su cabeza se levantaban un par de orejas triangulares cubiertas de ese mismo pelo negro, a excepción de su punta, que era blanca. Por detrás suyo también se levantaba una cola con el mismo aspecto: cubierta de pelaje negro con la punta blanca. Vestía una simple camisa de una tela parecida a lino de color gris oscuro junto a unos pantalones gris claro, que daban la sensación de ser ropas típicas de algun antiguo pueblo rural.


«Nunca esperé encontrarme algo así… Bueno, con todo lo ocurrido no sé ni por qué me sorprendo tanto…»  


No me podía creer que algo así existiera de verdad, pero no podía negar lo que tenía justo delante de mi cara. La chica gato estaba sonriendo gratamente al ver que realmente me encontraba consciente. Tardé un poco en reaccionar, pero finalmente descarté toda mi sorpresa, pues había algo más importante que atender.


—¡Raidha! ¿Dónde está Raidha? —me levanté de golpe— ¿Qué...? Arg... —y el dolor me recorrió de arriba a abajo.


—Mejor no te muevas mucho. Tus heridas son horribles. Tu compañera está aquí mismo, durmiendo con normalidad. Ella no corre peligro, miajaja.


Giré mi cabeza. Raidha estaba acostada justo a mi lado. Suspiré aliviado. Por fin conseguí calmarme y dar un vistazo a mi situación. Estaba acostado en una cama dentro de una casa cuyas paredes parecían estar hechas de madera. Todo mi cuerpo estaba vendado de arriba abajo.


—Ya veo... es una suerte que no tenga nada serio... —alcancé a decir más relajado.


—Tiene una herida bastante profunda, pero comparado contigo la suya es una mera herida superficial. Tú, por el contrario, estás completamente destrozado. ¡Miau, tienes unas heridas que se podrían considerar fatales! En toda mi vida encontré a nadie capaz de sobrevivir en tal estado. Es un auténtico milagro que no hayas muerto.


Me era imposible saber exactamente el estado de mi cuerpo, pero ciertamente tenía que ser horrible. Costillas rotas, un agujero a través del cuerpo... y eso era solo lo fácilmente visible. Viendo como sangraba por todos lados estaba claro que tenía los órganos hechos papilla. Palidecí al pensarlo y apenas pude dejar salir un suspiro apagado. Por lo menos seguía vivo y Raidha estaba bien.


—Me alegra escuchar esto... Por cierto, ¿dónde estamos? —le pregunté a la gata.


—Estás en la aldea de los Faerain, en medio del bosque de Fandragoth. Os encontré heridos delante del árbol sagrado y os traje aquí. Mi nombre es Myrthia y, como puedes fácilmente deducir, soy una Faerain. Miau, ¿qué sois vosotros?


—Puedes llamarme Drayd... soy un... esto… un simple humano. No creo que veas a muchos de mi especie por aquí. Ella es Raidha, una silphen... Probablemente sea mejor que no veas a ninguno más de la suya...


Ante mi respuesta inclinó la cabeza hacia la derecha en una clara muestra de duda mientras meneaba las orejas. No tenía ni idea de qué era un Faerain, pero tampoco era muy difícil deducir que era el nombre de la gente gato.


—¿No sois de la misma raza? A mí me parecéis idénticos.


—Bueno, normalmente los suyos tienen alas. Hasta hace unos días ella tenía un par bien grandes y esponjosas, pero... por cierto incidente las ha perdido.


—¡Miau! Eso tiene que ser doloroso. Por cierto, puedes relajarte un poco, no hace falta que sigas sosteniendo esa espada.


—¿Espada?


Vurtalis estaba en mi mano derecha. Hasta que lo mencionó ni me di cuenta de que la sostenía.


—Desde que te recogí no has soltado esa espada ni por un segundo. ¿Es acaso valiosa? No se ve como un arma muy útil para el combate.


«¿De verdad? Quizás porque Raidha me la dio... No, no es posible...»


Le eché un buen vistazo. Su hoja reluciente me reflectaba a la perfección. Vi mi rostro y mis casi siempre somnolientos...


—¡¿Queeeeeeeeé?! ¡¿Qué les ha pasado a mis ojos?! ¿Por qué son verdes?


—¿Miau?


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jueves, 18 de marzo de 2021

Cambio de plataforma.

Hola a todo el mundo. Llevo un tiempo sin tocar el blog, como ya se habrá notado. Para los que ya leyeron el facebook, habréis visto que las novelas empezaron ser publicadas en webnovel. A causa de esto he tenido que reestructurar muchas cosas. Decidí seguir publicando las historias aquí en el blog en español, pero las publicaré después de haber sacado los capítulos en inglés. Por el momento no voy a tocar los capítulos del pedrolo, al menos hasta ponerme al día con los capítulos en inglés.

Con sombras dividas en cambio, por temas de como funciona la plataforma y el tipo de contrato, he hecho muchas modificaciones en los capítulos. Puesto que eso está dejando el recuento de capítulos distinto en ambas plataformas voy a hacer lo contrario que con el pedrolo, eliminar los capítulos de aquí y resubirlos de forma que quede a la par con los capítulos en inglés. Los podéis seguir directamente ahí:

Sombras divididas

También voy a dejar de usar el facebook como lo hacía antes, simplemente para anunciar cuando publicaba nuevos capítulos, para ser más como mi pagina personal de contacto como autor. Para saber cuando publico nuevos capítulos lo mejor será seguir la plataforma de webnovel. Una vez esté a la par con la plataforma, cada vez que suba un capítulo ahí probablemente suba el capítulo en español un día o dos después de subirlo ahí.

También decir que decidí dejar completamente wattpad. Siempre me ha dado muchos problemas, y la última vez que publiqué hasta me borró cosas. Ya no sé si infringí algo o no, pero me harté de problemas.

lunes, 4 de enero de 2021

Reencarné como una piedra - v2 - Capítulo 10

10 - Preparaciones para...


El viejo y yo por fin nos habíamos reunido de nuevo. Estaba emocionado como un niño con un palo al pensar que por fin podría mejorar mis conocimientos de magia de una maldita vez. Y ese mismo día me dio la primera lección con unas alentadoras y reconfortantes palabras: antes de ponerme a enseñarte en serio necesito que subas tu clase al nivel 5.


Por mucho que insistí y amenacé tentacularmente a la elfa pervertida para que le dejara quedarse en su casa no lo conseguí. El mismo viejo dijo que ya tenía donde quedarse y que se dedicaría a visitar la ciudad y a sus conocidos. Así que por el momento no podía hacer más que resignarme y seguir sus instrucciones.


Temprano por la mañana, Aeldrya y Limy se habían marchado al gremio de aventureros a sus tareas diarias. Al final únicamente quedamos en la casa Dabla y yo.


«Arg, hoy va a ser un día aburrido…»


Si algo detestaba con toda mi alma, era grindear… Y dentro de casa no es que pudiera hacer mucho tampoco. Al final decidí que sería más útil salir de la ciudad. Por mala suerte…


—Amo, yo también voy.


Dabla no dudó en apuntarse. Bueno, sin ella tampoco es que pudiera ir rodando por ahí como si no pasara nada. Una de dos, o terminaría yo mal o causaría la inauguración del primer centro psiquiátrico de Cerbalón.


Decidimos el destino rápidamente. Puesto que necesitaba ponerme a lanzar magias sin parar, el mejor sitio sin duda sería la parte sur. El incendio del norte seguía fresco en la mente de los ciudadanos, así que lo mejor era practicar cerca del río. Puesto que la diablilla también quería echar un vistazo al exterior sería matar dos pájaros de un tiro…


—¿Qué hace una niña saliendo sola de la ciudad?


—¿Probablemente sea estúpida y se haya equivocado de camino.


Por mala suerte al intentar salir por la puerta sur uno no podía evitar cruzarse con los tontos de la puerta sur. Ese par de guardias descerebrados empezaron a reírse de Dabla nada más verla. Fue bastante obvio que esos comentarios no le sentaron muy bien a la diablilla, ya que se paró en seco y se los quedó mirando con los ojos entrecerrados y una sonrisa malévola. 


—Encontré un buen par de juguetes nuevos —susurró Dabla.


En ese momento ambos se fijaron en que me estaba cargando. Su reacción…


—¿Qué hace con una piedra?


—Déjala Diot, es una niña estúpida. Su cerebro debe ser igual de minúsculo que ella.


—Esta piedra es más grande que la suma del triple del tamaño de vuestros cerebros al cuadrado —les respondió la diablilla.


Ambos se callaron de golpe. Su rostro era como si a sus cerebros les hubiera saltado una pantalla azul. Después de como dos minutos procesando, por fin consiguieron reiniciar el sistema, aunque su cerebro parecía seguir sobrecalentado.


—¿Qué nos acaba de decir? —preguntó Diot.


—He dicho que tenéis el coeficiente intelectual de una piedra.


Ambos se miraron el uno al otro… y empezaron a reír como el par de idiotas que eran.


—¿La escuchaste Tupid? Esta niña es más tonta de lo que pensé.


—Es verdad, muy tonta. Niña, las piedras no tienen coeficiente intelectual.


Esta vez fue Dabla la que se quedó colgada al escuchar su respuesta. Su boca quedó entreabierta con una deformada mueca que dejaba ver claramente uno de sus puntiagudos caninos.


—Mira, se sorprendió tanto al enterarse que ni es capaz de hablar.


—Pobrecilla, por fin entendió lo tonta que es.


—Cambio de opinión, estos juguetes están completamente rotos —murmuró Dabla antes de retomar el camino.    


Finalmente conseguimos alejarnos de la ciudad. No había nadie alrededor, así que por fin podíamos volver a la normalidad.


—Este parece un buen lugar.


Me quedé completamente callado.


—Amo, ¿por qué no dice nada?


—Las piedras no tenemos coeficiente intelectual —respondí de mala gana.


—¿Ah, se enfadó por eso?


—No… por supuesto que no…


—Ja, ja, ja, vamos, no lo decía por usted. Simplemente es que ese par eran… No sé ni como llamarlos… ¡Diga algo!   


«Las piedras no hablan, ¿no es así Helpy?»   


[Las piedras no preguntan.]


«¡Me cago en vosotras dos! ¿Qué te pasa a ti ahora? ¿También te molesta Dabla? Bueno… no puedo culparte por eso… Lo raro sería encontrar a alguien a quién no le moleste Dabla.» 


Dejé a Dabla a su bola mientras me acercaba al río. No solo tenía que subir al nivel 5 la clase, sino que debía entender exactamente las ventajas y desventajas.


Las desventajas eran claras. Los aumentos en estadísticas como fuerza o agilidad no aumentaban. La imagen que a uno le venía a la mente al pensar en mago era a un tipo escuálido con un bastón y una túnica… pero por alguna razón a mi me vino a la mente la imagen de Iosu lanzando un hechizo explosivo y girándose al mismo tiempo que se arrancaba la camisa y posaba como culturista con la explosión detrás.


«Esto me va a causar un trauma…»


Dispersé la terrorífica escena de mi mente y me puse a lanzar magias sin parar. No tenía claras todas las ventajas, pero por el momento las más obvias eran la capacidad de usar los cuatro elementos básicos sin necesidad de conocer exactamente cómo funcionaban y la habilidad para analizar directamente la magia, aunque por el momento no había sido capaz de analizar todas y cada una de las magias con la que me había cruzado. Probablemente era porque el nivel de mi clase era demasiado bajo. Probablemente por eso el viejo quería que lo subiera antes de empezar a enseñarme en serio.


Durante lo que parecieron ser tres largas horas me la pasé lanzando bolas de fuego al río hasta agotar mi mana y esperar a que se recargara para volver a repetir el ciclo con otro elemento una y otra vez hasta que finalmente…


[La clase Mago ha subido al nivel 5.]

[Habilidad especial adquirida: Potenciar magia (Lvl -1).]


«Anda, ¿qué es esto?»


[Potenciar magia: Aumenta la fuerza al lanzar un hechizo a costa de mana extra.


Aumento: 2 * nivel habilidad | Coste: Coste hechizo * nivel habilidad.]


«Ya veo… un chute de poder… Interesante. Supongo que esto es otro motivo por el que el viejo quería que subiera al nivel 5.»  


Con el objetivo cumplido, volví con Dabla. Lo que me encontré fue a una pequeña niña recogiendo alegremente flores por el campo alegremente.


—¿Qué estás haciendo?


—¡Oh!, amo. Estaba recolectando algunas plantas que podrían ser útiles.  


La Diablilla había acumulado todo tipo de plantas durante ese rato. Un montón de hierbajos estaban separados y clasificados a su lado. Para mí no eran más que simples hierbas, pero según ella, hasta el césped más común puede ser usado para algo si sabes cómo. Yo no lo tenía tan claro, así que me dediqué un rato a analizar las plantas. Al principio todo eran descripciones vagas, como el nombre de la planta y dónde crecía, pero pasó algo que no me esperaba…


[Habilidad Ayuda ha subido al nivel 5: Ahora es posible obtener información básica avanzada.]


Helpy por fin subió de nivel después de mucho tiempo de letargo. La información que empezó a dar a partir de ese momento fueron cosas como…


[Grama maldita: Un tipo de hierba común en la pradera con pequeñas propiedades venenosas.]


[Festuca malva: Hierba común en la pradera con pequeñas propiedades narcóticas.]


[Adelfa loca: Flor común de campo con moderadas propiedades neurotóxicas.]


[Kargrotifoste: Pequeño hongo que crece en la sombra de la hierba alta. Es comestible e inocuo, pero a veces es usado en la fabricación de narcóticos poco potentes.]


—¡¿Pero qué mierda estás recogiendo?! —grité al ver las propiedades de los hierbajos.


—¡Amo, ¿qué le ha dado de golpe?!


—¡Estás recogiendo nada más que plantas venenosas! ¡¿Acaso pretendes asesinar a alguien?!


—Ah, eso. Por supuesto que no, ja, ja, ja. ¿No sabe que los venenos también pueden usarse como medicamento? Un veneno puede matar o salvar una vida. Es lo mismo con estas plantas, dependiendo de como se usen pueden tener efectos completamente distintos.


—Bueno… supongo que eso es verdad…


—Además, las toxinas de estas plantas son tan débiles que incluso si una persona se comiera todas las que hay a nuestro alrededor sufriría más por el dolor de estómago que por el veneno.


—Ya veo… aún así siento que algo no cuadra…


La diablilla siguió recogiendo plantas venenosas durante un rato, pero de golpe vimos un enorme animal parecido a un oso de color azul chillon, cubierto de puas, caminando cerca. Al verlo, la cara de Dabla se iluminó.


—Amo, nos ha tocado el premio gordo.


Inspeccioné a ese raro monstruo al momento.


[Afrokoval: Monstruo poco común recubierto por escamas puntiagudas duras como el acero. Sus garras contienen una toxina paralizante de alta potencia y duración.]


Estado:

Nombre:

Especie: Afrokoval | Raza: — 

Nivel: 12 | Grado 3

PS: 2996/2996 | PM: 1353/1353

Estadísticas:

Vitalidad: 589 | Fuerza: 498 | Agilidad: 367 

Intelecto: 246 | Poder mágico: 124

Habilidades:

  • Carga veloz: 3

  • Corte: 4

  • Rugido aterrador: 2

  • Sentir peligro: 2

_________________________


Me sorprendí al ver que era capaz de ver sus habilidades. Las mejoras de nivel de Helpy siempre eran bastante útiles… aunque su carácter parecía empeorar cada vez…


—Joder, esta especie de oso armadillo puerco espín es fuerte… ¿Cómo llamas a esto premio gordo?


—Ja, ja, ja, no se preocupe, amo, simplemente es grande y tiene mucha fuerza. En realidad es un enemigo fácil de vencer, pero no lo hagamos trizas, quiero sus materiales. Aunque no sé cómo los transportaremos.


—Supongo que eso se lo podemos dejar a Limy.


Limy, ¿puedes venir donde estoy?


Claro maestro.


Después de decirle nuestra posición a Limy nos dirigimos hacia ese monstruo. Al notar que nos acercabamos reaccionó de forma extraña. Medía como tres metros de altura, pero al ver a Dabla que apenas llegaba al metro empezó a actuar con precaución y hasta parecía estar asustado. Probablemente era cosa de esa habilidad llamada “Sentir peligro”. Aunque su estado sobrepasaba de lejos al de dabla, su nivel era inferior. 


—No irás a escapar ahora, ¿verdad? —le preguntó Dabla al monstruo.


La reacción del monstruo al final fue la contraria a escapar. Se lanzó directamente hacia nosotros. Yo me preparé para atacar, pero antes de poder hacer nada, la sombra de Dabla se levantó del mismo modo que lo hizo el día que la invoqué y bloqueó al Afrokoval con bastante facilidad.


—Esta sombra es realmente útil.


—Sí, pero solo valdrá para ganar tiempo. Me gustaría enfrentarlo sin dañarlo mucho. Amo, ¿se ve capaz de inmovilizarlo durante un momento?


—Mmmm, creo que puedo hacer algo si consigo pegarme a él. ¿Puedes atarme a su espalda?


Dabla asintió con una sonrisa diabólica. Rodeé al monstruo y salté justo a su espalda. En el momento en que me subí encima suyo la sombra de dabla se esfumó, pero en apenas un segundo otras sombras la sustituyeron para crear unas cuerdas alrededor mío y me ataron al Afrokoval. No perdí el tiempo y empecé a parasitar.


—¡No hay mejor habilidad que esta para matar algo sin dañarlo mucho!


El monstruo intentó sacarme de encima con sus patas, pero sus patas no conseguían alcanzar su espalda. La forma como se movía era idéntica a la de un oso con pinchos bailando como una bailarina profesional ida de olla.


—Ja, ja, ja, amo, esto es muy gracioso.


Y como no, la diablilla se estaba partiendo el culo… De todos modos el Afrokoval no era tan tonto como parecía. Al darse cuenta que no podía alcanzarme decidió lanzarse de espalda contra el suelo en un intento de aplastarme.


«¡Mierda!»


El sonido de algo pesado golpeando contra el suelo resonó por todo el prado.


—¡Ah! Amo, ¿está bien?


—Más o menos…


Pude apartar un poco la tierra y hacer un agujero antes de ser aplastado. Dabla aprovechó para cambiar las cadenas de sombras y lo ató directamente al suelo. Yo también me apunté y lo empecé a medio enterrar para que no pudiera moverse más. Aún así, el monstruo se retorcía y de tanto en tanto arrancaba las sombras y removía la tierra lo suficiente para liberarse.


—Matarlo con el parasitar va a tardar demasiado… 


—Bueno, de todos modos la cabeza no nos hace falta. Amo, solo manténgalo atado un momento.


—Eso es más fácil decirlo que hacerlo… 


Hice lo imposible por enterrarlo aún más, bloqueando al máximo su movimiento. Entonces, Dabla retiró sus cadenas de sombras y levantó su mano derecha, desde que un torrente de sombras se levantó más de cuatro metros.


«¿Qué mierda es esto?»   


La sonrisa diabólica de Dabla volvió a plasmarse en su cara justo antes de que moviera casualmente su mano. Las sombras que se habían levantado de su mano formaron algo parecido a una cuchilla que voló rápidamente hacia el Afrokoval, arrancándole la cabeza fácilmente al alcanzarlo.


[Has obtenido 450 de experiencia.]


—Listo. Amo, ve como no era para tanto —me sonrió la Diablilla. 


No supe como responder a eso… La fuerza de los demonios realmente parecía estar a otro nivel… 


Mientras esperábamos a Limy y Aeldrya nos dedicamos a desmantelar el cuerpo del monstruo. Terminamos justo a tiempo para ver llegar a esas dos. 


—Otra vez cazaste algo problemático —murmuró la piedra.


—Supongo…


Limy guardó los materiales y nos pusimos a regresar hacia la ciudad. La escena de Dabla arrancando la cabeza de ese enorme monstruo seguía viva en mi mente.


—Si la fuerza de un diablillo es así no quiero ni imaginarme como sería la de un rey demonio —dije sin pensar.


—¿Rey demonio? ¿Se refiere al inútil de mi padre? No es para tanto, ja, ja, ja.


Los pasos de Aeldrya se detuvieron de golpe. Yo también me paré en seco. Ambos nos giramos hacia Dabla al unísono.


—¡¿Qué acabas de decir?! —gritamos la elfa y yo a la vez.


—Maestro, ¿qué es un rey demonio?


—Esto… el demonio más fuerte de todos… ¿supongo?


—Un demonio a la par de un monstruo de grado 6 —murmuró Aeldrya.


La elfa no parecía dar crédito a lo que acababa de escuchar. Durante el resto del camino no quiso acercarse a menos de dos metros de Dabla. Y en el momento de entrar en la ciudad el ambiente se puso peor… hasta que llegamos a casa.


—Tu de verdad… —murmuró Aeldrya con una mueca de terror.  


—¿Ah, pero de verdad te creiste eso de mi padre? Soy una diablilla, no hay forma de que mi padre sea el rey demonio, ja, ja, ja.


Aeldrya decidió redecorar su casa con flechas clavadas por las paredes y el suelo...


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