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lunes, 26 de octubre de 2020

Reencarné como una piedra - v2 - Capítulo 8

8 - El tentáculo de hierro de Limy


[Has obtenido 121 de Experiencia.]

[Tu nivel ha subido a 7. A causa de tu especie, las estadísticas no suben.]


«Por fin al 7.»


Al igual que el otro día, me había pasado la noche cazando. Esta vez había decidido salir solo, y debo reconocer que había sido una noche productiva. 


Estado:

Nombre: Pedro Grava 

Especie: Piedra Mágica | Raza: Núcleo de mazmorra

Nivel: 7 | Experiencia: 12/3415 | Grado 1

PS: 145/145 | PM: 124/306 | Pozo de maná: 57/600

Clases: 

  • Mago: 2 | Experiencia: 2/750

Estadísticas:

Vitalidad: 0 | Fuerza: 0 | Agilidad: 0 

Intelecto: 24 | Poder mágico: 46

_________________________


«¡Estado!»


No solo había conseguido subir al nivel 7, mi clase también había subido por fin de nivel. Además, puesto que fui transformando constantemente mis puntos de maná del pozo de maná en puntos de mazmorra y recargándolo, este también subió al nivel 3.


«Bueno, vamos a terminar por hoy.»


Aún faltaba un poco para el amanecer, pero la oscuridad de la noche ya empezaba a ser despejada lentamente por los rayos del sol que se asomaba por detrás de las montañas lejanas.


Esperé un poco a que mi maná se recargara lo suficiente y me puso a rodar de vuelta a la ciudad cuando ya empezaba a clarear un poco. Más me valía estar de regreso antes de que las calles se llenaran de gente. Apenas conseguí llegar justo a tiempo para empezar a ver salir las personas a la calle.


«Es increíble el ansia que tiene esta gente por madrugar... Como dice el dicho: si te levantas muy temprano muy temprano, te puedes dormir otra vez porque aún no ha salido el sol.» 


Limy, estoy de regreso.


La puerta se abrió y me colé dentro.


—Maestro, bienvenido. 


Tras ser recibido fui a ver que hacía nuestra diablilla. También hay otro dicho que dice: quién al demonio quiere engañar, muy temprano de levantarse ha… Pues este no era nuestro caso. La diabla estaba durmiendo como un tronco con media barriga al aire y babeando encima de las sábanas. A diferencia de Limy, ella necesitaba dormir como cualquier persona normal.


—¿Deberíamos despertarla? —le pregunté en voz baja a Limy. 


—Creo que es mejor no hacerlo.


—Tienes razón… Aún es muy temprano después de todo…


—Sí, muy temprano.


Después de decidir que lo mejor sería dejarla dormir un rato más me preparé para salir de la habitación.


—¡¡¡Despierta maldita diablilla pedorra!!! —grité tan fuerte como pude al lado de su oreja.


—¡WAAAAAAAAA! 


Del susto saltó de la cama y cayó al suelo de una manera muy tonta.


—¡¡Amo, ¿qué pasa?!!


—Nada, ya puedes dormirte otra vez —dije mientras salía de la habitación y Limy cerraba la puerta detrás de mí.


—Ah, vale…


***


Un par de horas después empezaba el día de verdad. Nuestro primer plan era ir a buscar la nueva arma de Limy. Solo teníamos un problema...


—Elfa pervertida, yo también quisiera ver si podemos conseguir algunas cosas —Dabla se acercó a Aeldrya. 


—¡¿Por qué me llamas así?!


—Simplemente cumplo órdenes de mi amo. Me ha dicho que te llame así. Jajajajaja. 


—Maldita piedra... Como sea, déjame ver si tengo algo que podamos usar para ocultarte… Parece que luego tendremos que ir a comprarte algo de ropa adecuada.


Lo primero que intentamos hacer fue ocultar su cola dentro de unos pantalones. Conseguimos que entrara entera pero…


—Queda un bulto raro... —dijo Aeldrya.


—Y qué le vamos a hacer si la niña nos salió con rabo…


Las alas fueron más fáciles de esconder. Mientras las mantuviera retraídas no destacaban mucho. Pusimos un pequeño trapo por encima a modo de capa y las ocultamos por completo… Aún así… Bueno, su aspecto era horrible...


—Mejor vamos directos a la tienda primero —suspiró Aeldrya.


Le compramos una pequeña túnica morada con capucha incluida. Al dejar caída la capucha ayudaba un poco a ocultar aún más las alas y al ser una tela larga hasta los pies ayudaba con la cola... pero no pegaba mucho a una niña de cinco años… Parecía un disfraz de halloween… pero probablemente estaría bien por el momento… probablemente...


Nuestra siguiente parada ya fue directamente la herrería de la enana. Su primera reacción al ver entrar a Aeldrya junto a Limy y Dabla no fue otra que la esperada por una mujer adulta al ver a otra con dos niñas.

 

—¿Decidiste dejar tu trabajo y dedicarte a secuestrar niñas de la noche a la mañana?


—Algo así…


—Ni que fueran perros callejeros. 


—Preferiría recoger perros... —susurró la elfa.


—En fin, toma.


La enana le lanzó directamente un objeto a Aeldrya, que lo recogió directamente en el aire. Se trataba de un simple tubo de color negro.


—¿Esto es todo? 


—Por supuesto que no. Está relleno del mercurio alquímico refinado. La idea es que sea controlable a voluntad del que lo empuña. Tendrá la resistencia del metal a la vez que la capacidad de usarse como un látigo. Querías algo así, ¿no? Esto es lo mejor que pude hacer. Veamos si es verdad si esta niña lo puede usar como dijiste. Con lo que me costó hacerlo más vale que sea así.


—Limy, todo tuyo, usa tu maná para controlarlo.


Le pasó esa empuñadura directamente a Limy. La niña lo sujetó sin reacción durante un momento, no parecía saber muy bien qué hacer.


—No sé cómo transmitir mi maná en esto —terminó diciendo Limy después de no conseguir nada.


Se nos había olvidado, Limy no tenía la habilidad de control de maná. Creímos que sería capaz de hacerlo de forma natural ya que los limos pueden usar el maná para poder notar su alrededor, no parecía ser el caso.  


—Je, aunque esta niña tuviera un maná con la naturaleza necesaria, es inútil si no le llega al arma. Por algo las armas rúnicas, a diferencia de las armas mágicas, usan su propio núcleo de poder, para que incluso el paleto más grande controlando su maná pueda usarlas. Pero claro, sin fuente de poder no hay nada que hacer… Parece que malgasté el tiempo y los materiales… —suspiró la enana.  


—Y yo que creí…


—¿Mercurio alquímico? —murmuró Dabla.


La diablilla se puso la mano en la barbilla mientras observaba pensativamente el tubo en la mano de Limy. Después de asentir ligeramente se dirigió hacia Imliar.


—¿Tienes un poco de manafilita?


La pregunta de la diablilla tomó por sorpresa a la enana. Se rascó la cabeza en duda y luego asintió.


—Creo que tengo algo. ¿Para qué lo quieres?


—Perfecto, ¿y un poco de amalgama encantada? O en caso contrario, un poco de herrumbre de roca de sangre también me valdría.


—Ehm… esto… déjame mirar…


Tras revisarlo, la enana regresó con un cristal azul y una bolsa llena de polvo rojizo. Dabla lo recogió sin dudar y derramó el polvo encima de su mano. Luego acercó el cristal azúl al polvo y ambas cosas empezaron a brillar intensamente. En unos instantes se volvieron algo parecido a una esfera de energía pura que flotaba encima de la mano de Dabla.


—Limy, dame esa cosa.


La diablilla cogió esa empuñadura con su mano izquierda y la acercó a la esfera de su derecha. Al hacerlo, la empuñadura empezó a flotar y de la esfera se alargaron hilos de energía que se pusieron a dibujar extraños patrones alrededor suyo. Cuando la esfera de energía desapareció por completo, la empuñadura estaba rodeada por esos patrones y todo tipo de caracteres raros de un color rojo sangre bastante siniestro. 


—Prueba ahora —le dijo Dabla a Limy mientras le regresaba la empuñadura.


En el mismo momento que Limy la tocó, todos los símbolos empezaron a brillar. Tanto Aeldrya como Imliar se quedaron con la boca tan abierta que hasta un pájaro podría hacer su nido adentro.


—Niña, ¿qué hiciste? —preguntó la enana con la mirada fija en esa arma. 


—He inscrito un circuito mágico retroalimentado con un hechizo de succión de maná. Con esto incluso alguien incapaz de controlar su propio maná sería capaz de transferirlo a esa arma. 


—Pero eso es inútil, el maná necesita alcanzar lo que está dentro de la empuñadura, no la empuñadura en sí. Y más importante, imbuir el metal líquido para...


—No hay problema, también inscribí en el mercurio alquímico de dentro —la interrumpio Dabla. 


—Eso es… —la enana se quedó sin palabras.


Limy volvió a intentar hacer funcionar ese látigo. De la punta de la empuñadura empezó a alargarse algo a medio camino entre líquido y sólido de color metálico, rodeado de las mismas líneas brillantes del exterior.


—Ya puedo controlarlo —dijo Limy meneando el látigo de un lado a otro.


—Aeldrya... ¿quién es esta niña?


—Estoy tan sorprendida como tú…


Ambas se quedaron sin palabras mientras clavaban su mirada en la pequeña niña.


—No es para tanto, jajajaja.


—¡Sí que es para tanto! —gritaron la elfa y la enana a la vez.


Por fin Limy tenía un arma decente. Ese látigo era más de lo que aparentaba a simple vista. Se trataba de un arma flexible pero más dura que el acero. Y no solo eso, podría cambiar ligeramente su forma a voluntad de Limy. La enana se lo había currado más de lo esperado. Normalmente sería un látigo, pero podría volverse una espada en caso necesario o incluso un escudo… Bueno, y otras cosas también, pero eso ya da igual...


Salimos de la herrería y continuamos con la rutina diaria de la elfa pervertida de ir al gremio a trabajar. Limy parecía una niña con un juguete nuevo. Desde que salimos que no había soltado el látigo, sosteniéndolo con ambas manos delante suyo a la altura de su barriga y meneándolo de un lado a otro sin parar como un gusano loco. Aeldrya no le sacaba los ojos de encima a ese trozo de metal danzante.


—Disimul…


—¡No es eso! —me interrumpió.


«Mierda… ya empieza a conocerme demasiado. A este ritmo ya no podré seguir burlándome de ella.» 


—Entiendo un poco de fórmulas mágicas y nunca vi nada igual. Es más, nunca escuché de ninguna inscripción que permita usar armas mágicas a quienes no son capaces de controlar el maná. Se supone que para que una inscripción funcione se le tiene que enviar maná anteriormente. Espera…


La elfa se paró en seco y miró fijamente las letras escritas en la empuñadura.


—… Acaso eso… Eso no es... lenguaje maldito… ¿verdad?


—Jajajaja, puede ser.


—¡¿Acabas de crear un arma maldita?!


—Se podría decir que sí, jajajajaja.


—¡No es cosa de risa! ¡¿A quién se le ocurre maldecir un arma en medio de una ciudad?!


—Bah, no te preocupes tanto, ni que fuera a robarle el alma a alguien o algo parecido. Simplemente es una maldición menor que succiona el maná de su portador en contra de su voluntad y lo dirige automáticamente al circuito inscrito en la empuñadura. Normalmente uno se quedaría rápidamente sin maná si empuñara eso, pero los limos son capaces de reabsorber su propio maná. Como hice un circuito de ida y vuelta, el maná siempre termina de nuevo en su cuerpo. Sus gastos al usar esta arma son cero.


—El arma perfecta para un limo…


—Correcto, jajajaja. 


—Parece que tanto tú como Imliar tuvisteis la misma idea.


—Yo solo agregué el circuito y maldije el arma. El mecanismo que la controla es todo cosa de tu amiga.


—Entonces esto es… ¿un arma rúnica mágica maldita?


—Supongo que podría llamarse así, jajajajaja.


—No me puedo creer que hayas creado tal cosa. Si alguien llega a enterarse…


Limy y yo no teníamos ni idea de lo que decían, así que dejamos a esas dos discutiendo en su mundo. Bueno, algo entendí… habían creado un tentáculo metálico… Solo a Aeldrya se le pudo haber ocurrido tal cosa… solo a ella…


***


Finalmente llegamos al gremio, pero la elfa pervertida se negó a entrar junto a la diablilla. Podía permitir entrar a Limy, pero no a un demonio y mucho menos si parecía ser una niña de cinco años de edad.


—Preferiría que volvieras a casa…


—Como dije, hay unas cuantas cosas que quisiera conseguir. Si me das dinero y me dices donde hay una floristería y un herbolario me iré directamente a casa después de comprar algunas cosas.


Ambas llegaron a un acuerdo rápido. Tras despedirnos de la diablilla entramos al gremio de una maldita vez. Nada más vernos Clotpole nos llamó.


—Aeldrya, llegas justo a tiempo. Hace nada vino un viejo preguntando por ti. 


—¿Un viejo preguntando por mí?


—Sí, parece que quería reunirse contigo por algo. Me pidió que te dijera donde se hospedaría, pero llegaste antes de que se fuera. Por lo visto es un conocido del maestro del gremio y fue a saludarlo un momento. No creo que tarde en volver.


—Que raro, no conozco a ningún viejo.


«Viniendo de ti eso de viejo es relativo…» 


—¡Oh!, mira, allí está.


Clotpole señaló hacia las escaleras. Aeldrya se giró para ver de quién se trataba y nada más verle empezó a sudar a chorros mientras su rostro se deformaba en una expresión de terror puro.


—¿Qué hace esa persona aquí? ¡¿Y por qué me busca a mí?! No me digas que... —susurró mientras intentaba evitar el contacto visual con esa persona.


Me fijé en quién se trataba, lo reconocí al instante.


—¡Ah!, es un conocido mío, yo le dije que preguntara por ti si venía a Cerbalón —le susurré al oído.


—Que tú… ¡ERES IMBÉCIL!


El grito de Aeldrya resonó por todo el interior del gremio... Todos la miraron de mala manera, probablemente pensando que se lo decía a ellos…


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Reencarné como una piedra - v2 - Capítulo 7

7 - Pequeño gran demonio


Esa niña que acababa de aparecer delante nuestro miró a su alrededor para verificar su situación. A simple vista no parecía tener mucho más de cinco o seis años como mucho. No sería exagerado decir que no llegaba al metro de altura. Aproximadamente mediría unos noventa centímetros, si es que los llegaba a medir. Después de que sus ojos hubieran terminado de recorrer toda la sala y darse cuenta de que se encontraba en una mazmorra apenas recién creada se rascó la cabeza y se puso la mano en la barbilla antes de que sus labios se arquearan con lo que parecía ser una sonrisa complacida. Justo después clavó su mirada en Limy y cambió a una sonrisa prepotente que parecía contener algo de malicia.


—¿Es usted quién pretende ser mi ama?


Limy negó con la cabeza y me señaló. La sonrisa maquiavélica de la niña desapareció al momento. Su mirada se clavó en mí durante unos instantes antes de ponerse a reír sonoramente.


—Jajajajaja, esa es una buena broma, ha sido gracioso.


—No es una broma, es mi maestro —respondió Limy.


Se volvió a girar hacia mí con obvia incredulidad en su rostro, sin dejar de lado su sonrisa burlona. Sin embargo, algo en su expresión cambió durante un momento… y luego empezó a reírse aún más fuerte.


—Jajajaja, en serio, esto es imposible, no me lo puedo creer.


Creí medio haberme acostumbrado a la situación, pero ante la risa de esa niña la vergüenza empezó a crecer dentro de mí a gran velocidad.


«¡Ya deja de descojonarte de mí, joder! ¡Me estás poniendo de los nervios!»


Había usado todo mi maná para conseguir puntos de mazmorra para la invocación y me era imposible hablar. Intenté hablarle telepáticamente, pero no recibí respuesta suya. Bueno… sí recibí algunas palabras…


—Jajajaja, una piedra, es una piedra, ¡una simple piedra! Jajajajaja.


«¡¿Acaso no puedo hablar con ella?!»


Parecía estar a punto de morir de tanto reírse. Se le caían las lágrimas y parecía faltarle el aire… ¡Aún así no paraba de descojonarse como una idiota!


«¡Qué pare de una maldita vez!»  


Me harté y le hablé directamente a Limy. Según Helpy, para que el demonio se uniera a la mazmorra debía cumplir sus exigencias, y por el momento no había recibido ninguna de esa niña, así que probablemente por eso no podía hablar telepáticamente, ya que no constaba como monstruo… o demonio… o lo que fuera, de la mazmorra.


¡Pregúntale cuáles son sus condiciones o lo que sea que necesite pasar para ser aceptado como su amo! … ¡Y dile que pare de reírse ya!


—El maestro quiere que le digas tus condiciones para ser aceptado como tu amo… Y que pares de reírte ya.


—No hace falta —dijo mientras se secaba una lágrima.


«¿Ah?»


—Si estoy aquí es porque ya cumplió todas mis condiciones… Y ser capaz de hacerme reír sin parar es más que suficiente. Jajajaja, una piedra, jajajaja.


«Eso es… ¿todo? No soy capaz de asimilar bien esto… ¿Qué mierda acaba de pasar?»


Entonces la niña por fin reprimió su risa se giró hacia mí e hizo una pequeña reverencia. 


—Bien, mi señor, mi amo, acepto este pacto y servirle bajo el nombre que me ha dado, Dabla.


[Dabla es ahora parte de la mazmorra.]


Sin embargo, esa muestra de respeto no duró mucho. Su cuerpo empezó a temblar y su risa estalló de nuevo.


—Jajajaja, esto es demasiado.


¡Me estás hartando de verdad! ¡O paras de reirte ahora mismo o te regreso por donde viniste aunque sea como fantasma!


—Por supuesto, amo.


Por fin pareció escucharme y su risa se detuvo en seco al mismo tiempo que se ponía firme y saludaba como si fuera un cadete de una escuela militar… ¡Pero no duró ni tres segundo antes de que se desplomara en el suelo entre risas y lágrimas!


—Jajajaja mi amo es una piedra… ¡una piedra!


¡PARA OSTIA!


—¡No puedo! Jajajaja.


Y así conseguí poner a un demonio bajo mi mandato… ¡pero ese demonio era una maldita idiota que no sabía hacer nada más que reírse de mí! Y así, mientras me cagaba en toda la familia de la niña, me olvidé por completo de revisar siquiera su estado.


***


—Ya he vuelto.


Escuché la voz de Aeldrya desde la entrada de la casa. Por lo visto, entre las preparaciones para la invocación y el rato que pasé maldiciendo a la niña, ya habían pasado un par de horas. Lentamente, sus pisadas se escuchaban más cerca. No solo había llegado antes de lo que esperaba, sino que vino directamente hacia la mazmorra.


—Ey, maldita piedra, he pensado un poco y…


En el momento que cruzó la entrada de la mazmorra se quedó muda. Su mirada se paró en la pequeña niña con cuernos que no estaba allí anteriormente. Su boca se abrió y cerró varias veces antes de conseguir articular una simple palabra coherente.


—Dime… que… eso no es... lo que creo…


—Bueno, depende… ¿Qué crees que es?


—Una alucinación… Sí, eso es… Estoy cansada y veo visiones… Mejor me voy a dormir ya…


Se dio media vuelta y dio un par de pasos… pero se giró de nuevo con su arco en mano y una flecha preparada, apuntando directamente a Dabla.


—¡Dime ahora mismo que eso no es un demonio!


—Jajaja, claro que soy un demonio. ¿Acaso no ves mis cuernos y cola? —le respondió Dabla mientras meneaba su cola con su mano derecha y apuntaba a su cabeza con la izquierda, sin mostrar signo alguno de miedo.


—Entonces muere.


Aeldrya soltó la cuerda de su arco. La flecha salió disparada a toda velocidad, imposible de evadir a esa corta distancia. No obstante, fue detenida a pocos centímetros de Dabla por algo parecido a una masa de oscuridad con forma de serpiente, que se había enroscado alrededor de la flecha.


—Ser disparada no es divertido.


La cara de Dabla se puso seria de golpe y, con un simple chasquido de sus dedos, parte de su sombra se separó de su cuerpo y se movió hasta ponerse debajo mismo de Aeldrya. Inmediatamente, de esa sombra se levantaron lo que sin duda eran un montón de tentáculos negros que se enroscarón alrededor de la sorprendida elfa, atándola por completo e incluso levántándola varios centímetros del suelo.


—¡¿Cómo lo haces para terminar siempre enredada entre tentáculos?! —grité al momento.


—¡Déjate de tonterías y haz que esta cosa me suelte ahora mismo!


—¿De verdad? ¿No te lo estás pasando bien?


—¡Por supuesto que no! ¡Limy, haz algo tú!


—No me lo puedo creer… ¡¿También quieres que Limy se sume?! ¡¿No te basta con estar atada por un solo tipo de tentáculos?!


—¡Ya sabía que dentro de ese cuerpo de piedra no hay cerebro alguno, pero te estás pasando de imbécil!


—Esta bien… Dabla, suéltala.


—Je, como ordene, mi amo.


Con otro simple chasquido de dedos, las ataduras de Aeldrya se desvanecieron en el aire y ella cayó de morros contra el suelo. Al levantar la cabeza se encontró a Dabla, quien se había agachado delante suyo para mirarla directamente a los ojos… Con su tamaño eso era suficiente para alcanzar a alguien tumbado en el suelo…


—Tú… Ya veo, todos sois iguales, nada más vernos ya queréis matarnos.


Aeldrya fue tomada un poco por sorpresa por esas palabras, pero rápidamente se recompuso y respondió con obvio rencor en sus palabras.


—¡Por supuesto, sois demonios! ¡Todas vuestras palabras son mentiras y todos vuestros actos atroces! ¡Causáis calamidades por ahí donde pasáis! 


—No sabes nada sobre nosotros —respondió Dabla mientras se levantaba y le daba la espalda.


—Mi padre convivió con vosotros y mi abuelo peleó contra vosotros justo antes de que fuerais encerrados. Todo lo que me contaron sobre vosotros no son más que desgracias. Además yo… ¡Sé más de lo que te puedes imaginar sobre vosotros!


—¿Como qué? ¿Sabes lo difícil que fue para nosotros sobrevivir a los constantes ataques por parte de todas las especies y razas existentes? No tienes ni idea del infierno que vivieron los demonios menores como yo para sobrevivir…


—¿Demonios menores? —preguntamos Aeldrya y yo a la vez.


—¿No es obvio con solo verme? Soy una diablilla, la raza de demonio más débil que existe.


«Diablilla…»


Aunque la reacción de Aeldrya y la mía fueron parecidas, ella parecía tener una idea sobre a qué se refería. Yo por mi parte estaba completamente perdido.


—¿Cómo es eso de demonio menor?


—Amo, los demonios somos una especie con una gran cantidad de razas distintas. Dependiendo del poder de cada una se nos divide entre demonios menores, demonios mayores, altos demonios y señores demonio. Aunque todos seamos demonios, hay enormes diferencias de fuerza entre cada raza. La fuerza de los demonios menores está muy por debajo de los demonios mayores, y entre ellos, los diablillos somos los más débiles.


—Pues tú pareces bastante fuerte.


—Claro, quisiera o no, me vi obligada a hacerme fuerte o hubiese muerto. En realidad, llegar viva al final del día era todo un logro, jajajaja.


—Ya veo…


—Para que se haga una idea, los demonios menores más fuertes son comparables a los monstruos de grado 3 de bajo nivel. No obstante, los demonios mayores, al nivel 1 ya tienen la fuerza de un monstruo de grado 4 de bajo nivel. Con esto ya se puede imaginar la fuerza de los altos demonios, ja, ja, ja.


—Pues… si que suena peligroso…


Aeldrya se levantó y se sacudió un poco el polvo de la ropa antes de dar un pesado suspiro.


—Primero una mazmorra y ahora una niña demonio en el sótano… Mi vida se complica cada vez más.


—No soy una niña, soy una adulta hecha y derecha.


Al escuchar esas palabras, tanto yo como Aeldrya clavamos nuestra mirada en Dabla con incredulidad,


—¿Por qué me miráis así?


—Pareces tener… cinco años… —le respondí.


—Agrege dos ceros a ese cinco y multiplíquelo por dos, ahí tendrá una idea de mi edad, jajajaja.


El impacto de esas palabras fue el doble de fuerte que antes. La única que no parecía estar afectada era Limy.


—Como sea… Cierto, Limy, ¿te acuerdas sobre lo de la hermanita? Bueno, supongo que al final tendrás una de verdad.


Limy asintió en silencio.


—Dabla, a partir de ahora serás la hermana pequeña de Limy.


—¿Eh?, ya he dicho que soy una adulta, como mucho sería la hermana mayor.


—Si yo digo que eres la hermana pequeña eres la pequeña. Con solo veros se nota quien es la mayor.


—¡Amo, le saco muchos años a esta niña! ¡Además, los diablillos no crecen más!


—¡Basta ya! Da igual si crecen más o crecen menos, o que tipo de demonio sea, ¡el problema es que sigue siendo un demonio! ¡Un demonio en mi sótano!


—Bueno, técnicamente hablando, es un demonio en mi mazmorra.


—¡Tu mazmorra está en mi sótano!  


Al final terminamos subiendo al salón todos juntos. 

La elfa pervertida me permitió seguir construyendo la mazmorra siempre y cuando no causara estragos, hasta me pidió poderla usar alguna vez. Por mi ningún problema, pero me negaba a pasarme el día ahí dentro. 


Dabla también aprovechó para contarnos un poco sobre el odio a los demonios desde el punto de vista de uno. Tal como lo contó, dio toda la sensación de que no había mucha diferencia entre los demonios y los demás habitantes de este mundo. La única diferencia era la enorme cantidad de razas distintas que había.


Sobre la parte que llevó a enfrentarlos, hay que aclarar que los demonios no es como si se pudieran considerar víctimas. Muchos de ellos tenían una gran ambición y pretendían controlar a la fuerza a los demás, así que merecido tenían lo que les pasó. El problema fue que las repercusiones afectaron tanto a los que querían pelear como a los que no.


Como en todos lados, había todo tipo de demonios. Algunos eran pacíficos, mientras que otros eran terriblemente belicosos. 

A causa de esas razas a las que les gustaban los conflictos y su fuerza superior, se ganaron el odio de las demás especies que ya de por si no los miraban con buenos ojos al considerarlos casi lo mismo que los monstruos. El conflicto surgido de ese odio terminó afectando a todas las razas de demonios por igual, sin excepción. 


Además, el racismo entre demonios parecía ser algo común. Los demonios mayores y los altos demonios parecían despreciar bastante a los demonios menores.

Eso dejó en bastante mal lugar a los demonios menores, quienes fueron atacados por un lado y abandonados o maltratados por el otro.


Irónicamente, como los demonios superaban en fuerza a las demás especies y tenían prácticamente la victoria asegurada, llevó a que se formaran vínculos entre quienes anteriormente fueron enemigos acérrimos para luchar contra ellos. Al final no pudieron sobreponerse a la unión de las demás especies y razas hasta ser arrinconados y finalmente encerrados indiscriminadamente.


—Bueno, supongo que no se contradice con lo que me contó mi padre —murmuró Aeldrya.


—Como sea, ahora ya la traje a casa. ¿Me la puedo quedar?


—¡No lo hagas sonar como si simplemente hubieras recogido un gato callejero!


Aeldrya observó a Dabla de arriba abajo. Se rascó un poco la cabeza antes de cruzarse de brazos pensativamente.


—Bien… por el momento lo aceptaré. El problema va a ser cómo ocultar que es un demonio.


—Tienes razón. Bueno, sus alas son pequeñas... se podrían esconder con bastante facilidad bajo la ropa. La cola tampoco destaca mucho. Y esos cuernos… —intervine yo.


Los cuernos eran pequeñitos. Se podría poner una capucha o un sombrero y listo. El problema era su posición. Salían hacia los laterales, así que probablemente quedaría un bulto algo sospechoso. Me rompí un poco el coco pensando en algo… hasta que se me ocurrió una brillante idea.


—¡Ya sé! —grité hacia Limy— Ya que ahora vosotras dos sois hermanitas, ¿qué os parece ir un poco a conjunto?


—¿A conjunto? Amo…


—Elfa pervertida, ayúdame. Vamos a hacerle unas bonitas coletas a juego con las de Limy.


—¡Oh!, ya veo por donde vas. 


—Esperad… no… ¡¿Qué planeáis hacerme?!


—Limy, ¡sujétala!


—Entendido, maestro.


Mientras Limy la bloqueaba, Aeldrya y yo aprovechamos para acercarnos a Dabla con sonrisas malignas. Buscamos un par de cintas y le atamos el cabello alrededor de los cuernos, ocultándolos bajo un par de coletas monísimas.


—¡Quedó perfecto! ¿Qué te parece tu nuevo estilo.


—¡Esto no es gracioso, es un peinado muy infantil!


Estado:

Nombre: Dabla 

Especie: Demonio | Raza: Diablilla

Nivel: 21 | Experiencia: 326/996768

PS: 873/873 | PM: 5133/5133

Estadísticas:

Vitalidad: 41 | Fuerza: 17 | Agilidad: 52 

Intelecto: 115 | Poder mágico: 175

Resistencias:

  • Fuego: 9

  • Ataques mentales: 3

  • Oscuridad: 6

Habilidades:

  • Alquimia: 7

  • Cañón de maná: 6

  • Control de maná: 9

  • Manipular maná: 5

  • Meditación: 7

  • Inscripción mágica: 5

Habilidades especiales:

  • Garras demoníacas

  • Maldecir: 8

  • Percibir magia

  • Regeneración menor

  • Visión oscura

Magia:

Fuego:

  • Bola de fuego: 4

  • Bomba de fuego: 3

  • Muro de fuego: 4

  • Ráfaga de fuego: 2

  • Ignición: 6

Mental:

  • Choque mental: 1

  • Romper mente: 1

  • Infundir miedo: 2

Neutral:

  • Escudo mágico: 4

  • Telequinesis: 6

Oscuridad:

  • Capa de oscuridad: 3

  • Lanza negra: 7

  • Orbe oscuro: 4

Sombra:

  • Atadura de las sombras: 5

  • Cuchilla sombría: 4

  • Sombra viviente: 6

Tiempo:

  • Acelerar: 4

  • Ralentizar: 4

Títulos:

  • Pelma: 94

  • Superviviente de la cuarta incursión

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