Modo claro/ Modo oscuro

martes, 2 de junio de 2020

Reencarné como una piedra - v1 - capítulo 20


20 - Mi nueva clase

A primera hora de la mañana Aeldrya ya estaba en pie. Cuando entró en la habitación donde Limy pasó la noche se sorprendió bastante, no se esperaba verla despierta antes que ella. Normal, después de todo, ni ella ni yo dormíamos.

El plan para el día era empezar la misión que dejamos de lado el día anterior. Lo primero que hicimos fue ir a por armas. Ya que Aeldrya tenía una habitación llena de ellas nos ahorramos el engorro de ir a comprar de nuevas.

—Veamos que encontramos para ti. No creo tener ninguna armadura que se adapte a tu estatura, aunque si solo vamos a cazar conejos no la necesitarás. Contra esos monstruos es mejor tener buena movilidad a una buena defensa. Sobre el arma… Son difíciles de cazar con una espada, lo mejor sería usar un arco. El problema es que no vas a poder usarlo bien en tu condición.

Empezó a rebuscar en todo su arsenal y al final regresó con una daga, una espada corta y un arco. Todas esas armas tenían una gran calidad. La espada que habíamos tomado prestada de esos ladrones parecía un simple juguete a su lado.

—Pero no está de más intentarlo.

—Entendido.

Tras equiparse las tres cosas fuimos al gremio de aventureros y tomamos la misión. Mientras Aeldrya se disponía a hacer la petición nosotros nos quedamos esperando. Aproveché para escuchar hablar a los demás aventureros… Puede que sea de mala educación meterse en conversaciones ajenas, pero necesitaba tanta información como fuera posible, información de calidad. Abrí mis oídos y me dispuse a captar cualquier cosa a mi alrededor.

—Me han salido hemorroides.

—¿De verdad? Bua, eso te tiene que doler… Yo una vez eché tal truño que terminé con el culo roto. Aún recuerdo cuanto sufrí durante esos días.

—No compares. Las hemorroides son más dolorosas que eso.

«¡Justamente esa información no la necesitaba!»

Durante un momento creí que no valía la pena seguir escuchando nada de esa pandilla de energúmenos que llenaban el local. No obstante, otra conversación cercana llamó mi atención.

—¿Te enteraste de las noticias? Volvemos a estar bajo ataque y el imperio no manda ayuda por mucho que el conde la pida.

—Siempre estamos igual. Ese crío de mierda no se preocupa por nosotros. Ojala muera él y su grandísimo imperio. Estoy seguro de que el condado de Talucay podría mantenerse en pie incluso sin pertenecer a este maldito imperio.

—Tienes razón. De todos modos son pequeños grupos que apenas hacen nada más que molestar, y aunque haya incursiones constantes dudo que se atrevan a atacar Cerbalón. En realidad es muy difícil que las tropas alcancen siquiera la muralla exterior y mucho menos que la consigan pasar. Y si lo hacen, aquí les esperaremos.

—Concuerdo con eso. Esta ciudad es la más segura del condado.

Por fin me enteré de cuál era el lugar en el que me encontraba. Por lo visto estaba en un condado llamado Talucay y esta ciudad parecía ser la capital, Cerbalón.

—Todo listo, nos vamos.

Aeldrya no tardó en volver. Nos dirigimos hacia la salida norte de la ciudad. Puesto que no estaba muy lejos no tardamos en salir de ella y adentrarnos en una gran pradera llena de hierba alta.

—Limy, este lugar está plagado de esos conejos monstruosos. Cuestan un poco de encontrar entre toda esta maleza, pero teniendo en cuenta mis dotes de rastreo no tardaremos en encontrarlos.

—Allí hay uno.

Limy señaló hacia un punto lejano.

—No te las des de sabelotodo, niña. Es imposible que notes algo antes que yo… Pues es verdad, hay uno…

—Allí hay otro. En esa dirección hay cinco más. Detrás nuestro...

Aeldrya se quedó mirando de reojo a Limy con una mueca desagradable.

—No me puedo creer que puedas rastrear presas mejor que yo… sin ver.

—No hay problema.

—En fin, mira esto.

Cogió su arco y preparó una flecha. Tras apuntar a lo que para mí parecía ser un lugar completamente vacío la dejó volar. La flecha desapareció en medio de la vegetación sin dejar rastro.

—Vamos.

Cuando llegamos al lugar en el que cayó la flecha encontramos un conejo con patas de insecto bastante desagradables... y una flecha clavada… en medio del culo.

—Ya es casualidad que le diera justo allí…

«¿De verdad no lo hiciste queriendo?»

—Como sea —Aeldrya recogió el conejo y recuperó la flecha—. Esta es la mejor manera de cazarlos. Para mí es fácil, pero completamente inútil. Siquiera me dan experiencia y después de todo esta es tu misión. Te toca hacerlo a ti.

—Entendido.

Limy preparó el arco y la imitó. Al igual que Aeldrya, disparó una flecha hacia un lugar en el que yo no podía ver nada. No obstante, a diferencia de la elfa, se escuchó el sonido de algo moviéndose entre la maleza y un conejo saltó por encima de la hierba antes de escapar hacia la lejanía. Aeldrya parecía contenta al ver eso. Hasta dio un pequeño suspiro de alivio.

«Te deprimiría que fuera capaz de cazarlos con tu misma facilidad, ¿verdad?»

—Venga, si eres capaz de cazar más diez tu sola antes de que sea hora de comer te daré un premio. Puedes usar cualquier método que quieras, no hace falta que sea el arco.

—Entendido.

Maldita pervertida, ¿qué se creé? Vamos Limy, voy a sujetarlos con mi magia y tú los cazas.

No te preocupes, maestro. Quiero hacerlo yo.

… Como quieras, te lo dejo todo a ti. Bueno, entonces déjame por aquí sin que se de cuenta. Yo iré a explorar un poco por mi cuenta.

Entendido, maestro.

Salí de dentro de Limy y me escabullí entre la maleza sin que Aeldrya se diera cuenta.

Te voy a dejar sola unas cuantas horas, recuerda todo lo que te he dicho y no dejes que nadie se de cuenta de que eres un limo.

Por supuesto, maestro.

Me alejé rápidamente del lugar. Quería ver un poco más de las cercanías de la ciudad. No obstante, kilómetros a la redonda todo parecía ser una pradera bastante extensa. Probablemente no había muchos peligros cerca de los asentamientos humanos. No lo habrían construido allí de no ser el caso.

«¡Oh! Me acabo de acordar de algo. ¡Estado!»



Hacía tiempo que había maximizado el trabajo de aprendiz de mago. Probablemente ya era hora de cambiarlo o empezar otro.

«Helpy, muestra trabajos disponibles.»

[Clases disponibles:
    • Mago
    • Hechicero de tierra.
    • Adepto.
    • Parásito.
    • Artillero.
___________________]

«Sigo con los mismos que antes y aparecen dos nuevos para reemplazar al aprendiz de mago, no está mal… ¡Por fin aparece el de mago! Dame información de esos dos.»

[Mago: Un estudioso de la magia en general. En combate se especializa en el uso de poderosos hechizos para destruir a sus oponentes.

Hechicero de tierra: Alguien que se ha desviado del sendero del mago para especializarse en un solo tipo de magia, la de tierra. A costa de dejar de lado otras ramas de la magia el poder de sus hechizos de elemento tierra supera por mucho a los de un mago.]

«Mmmm, eso del hechicero no tiene mal aspecto… pero me fastidiaría bastante limitarme únicamente a la magia de tierra. Aún tengo pensado aprender otra magia lo antes posible. Voy a optar por el mago.»

Y así fue como me volví oficialmente un mago. En el mismo momento que cambié el trabajo aparecieron cuatro mensajes a la vez.

[Magia adquirida: Bola de fuego (Lvl - 1)]
[Magia adquirida: Bala de aire (Lvl - 1)]
[Magia adquirida: Cañón de agua (Lvl - 1)]
[Habilidad de clase adquirida: Analizar magia (Lvl - 1)]

«Helpy, ¿por qué aprendí esas cuatro cosas?»

[Al adquirir una clase se consiguen mejoras gracias a esta.

En el caso del mago se aprende instantáneamente los hechizos básicos de ataque mágico: Bola de fuego, Bala de aire, Cañón de agua y Lanzar piedra. Cada ciertos niveles también se consiguen habilidades especiales únicas de la clase. 

La habilidad Analizar magia permite reconocer la estructura de los hechizos con solo verlos y así dar al mago la oportunidad de aprenderlos por sí mismo.]

«Ya veo… Parece interesante. Por fin mi sueño se hizo realidad, ¡soy un mago!»

Estaba emocionado. Lo que más ganas tenía de hacer era probar mis nuevas magias. Quizás eran lo básico de lo básico, pero era algo nuevo y eso siempre da ganas de ver.

La de lanzar piedra ya me la conocía demasiado bien. Reí irónicamente al pensar que mi magia más usada para moverme se trataba de la magia básica de ataque del elemento tierra.

«Ahora mismo ya no sé si debería considerar eso un ataque mágico o físico… Bueno, no vale la pena pensar en ello... Veamos de que son capaces las otras magias.»

Lo primero que hice fue mirar cómo era la bala de aire. Busqué algo a lo que poder disparar; encontré un pequeño árbol solitario a pocos metros.

«Parece que vas a ser mi diana.»

Rodé hasta estar a unos cinco metros suyo.

«Lo siento, no es personal, pero te vas a convertir en el objetivo de mis ataques. Espero que puedas perdonarme algún día.»

¿Qué pasa? ¿Estoy loco por hablarle a un árbol? ¡Yo soy una maldita piedra viviente! No voy a decir nada más al respecto…

«Veamos cuán parecida a una bala de verdad es esta magia.»

En el momento que activé la magia se levantó una pequeña brisa delante de mí y salió disparada hacia la diana… Le dejó un corte poco profundo en la corteza.

«¡¿Qué mierda de ataque es este?! Bueno…. por lo menos es invisible….»

A mi modo de ver solo era algo más fuerte que un golpe con un martillo. Bueno, eso era bastante fuerte si le atizabas en la cabeza de alguien y, teniendo en cuenta que era un golpe que no se podía ver, en realidad resultó ser relativamente buen ataque.

El siguiente fue el cañón de agua. Al igual que con el aire, en el momento que usé la magia el agua empezó a acumularse delante de mí. Tras unos pocos segundos formó una pelota del tamaño de un balón de fútbol que salió disparado por el aire, hasta estrellarse en el tronco del pequeño árbol, partiéndolo por la mitad.

«¡Bua! ¡Eso sí que tiene una fuerza decente, aunque es un ataque algo lento si lo comparamos con el anterior… Puede ser bastante previsible y fácil de esquivar… Bueno, queda… pero ya no tengo diana...»

Me alejé del lugar en busca de otro objetivo. Por suerte, antes de talar inútilmente otro árbol, encontré uno de esos conejos saltamontes.

[Conejo patalangosta: Monstruos con cuerpo de conejo y patas de langosta. No son muy fuertes y su único ataque se basa en embestir a sus enemigos con un fuerte salto.]



«Pues sí que es un monstruo débil. Un humano normal es prácticamente igual de fuerte... Aunque esa agilidad asusta un poco…»

Al acercarme pareció notar mi presencia y se levantó a dos patas. Se quedó mirando hacia mí mientras meneaba su nariz como si oliera algo. Puesto que lo único que vio fue una piedra no salió corriendo al momento. Aún así, parecía estar completamente alerta.

«Conejo frito… En algunos países también se fríen langostas, ¿verdad? Esta oferta de dos por uno les encantaría.»

Esperé que bajara un poco la guardia y, en el momento que se despistó y se dio la vuelta, disparé la bola de fuego. La llama voló a toda velocidad hacia él, impactándole de lleno. El golpe en sí no fue exageradamente fuerte, pero las llamas lo envolvieron al momento, cosa que lo mató prácticamente en el acto. Incluso después de muerto siguió ardiendo.

[Has obtenido 121 de Experiencia.]

«¡Este ataque sí que me gusta! Pensar que la comúnmente conocida como magia básica de los magos sería así de fuerte… Ja, ja, ja, ja, ¡por fin algo decente para luchar!»

Contento con el resultado, di media vuelta y seguí mi exploración. Por el camino encontré otro conejo… y también lo freí. Después de todo era experiencia, y en ese momento volvía a ser un maldito nivel 1. Quería aprovechar para subir de nuevo mi nivel, pero no fui capaz de encontrar más monstruos. Antes de darme cuenta el sol ya estaba en lo más alto, cosa que indicaba medio día.

«Helpy, ¿qué te parece, volvemos con Limy?... No... mejor no respondas.»

No puse mucha atención en el camino que recorrí, pero gracias a tener un mapa pude volver con facilidad a la ciudad. Tras preguntar a Limy dónde se encontraban, regresé con esas dos.

Hola, maestro.

Ehm… ¿Todo eso lo cazaste tú?

Sí. Fueron fáciles de atrapar usando mis tentáculos.

Ya… tus tentáculos…

Lo que me encontré fue una montaña con más de cincuenta conejos amontonados.

—No es justo... —dijo Aeldrya, mirando esa montaña de conejos, con aspecto abatido.

¿Y ella por qué parece tan deprimida? ¿Le hiciste algo? Aunque quizás no quiero saber… La ignorancia a veces es una bendición...

No, está así desde que paramos de cazarlos.

¿Quizás está deprimida porque esperaba que no pudieras cazarlos y ahora se ve inferior?

Su cara, completamente roja, mostraba una extraña mueca desagradable.

«Vale… sea por el motivo que sea... no quiero saberlo…»

Por cierto, ¿subiste de nivel cazándolos?

Sí, subí al 5.

Ya veo.

[Has obtenido 121 de Experiencia.]
[Tu nivel ha subido a 2. A causa de tu especie las estadísticas no suben.]

«¿Eh? ¿Por qué subí yo de nivel? ¡Ah! Mierda…»

0 comentarios:

Publicar un comentario