¿Quieres decirme algo?

Para cualquier cosa que quieras decir o preguntar, simplemente deja tu mensaje directamente en el apartado o manda un mail.

Modo claro/ Modo oscuro

lunes, 29 de junio de 2020

Sombras Divididas - v1 - Capítulo 4

4 - Caída en la oscuridad


Negro, todo era negro a mi alrededor, no había rastro de luz por ningún lado.


«¿Dónde demonios estoy?»


A parte de no poder ver nada tampoco podía escuchar ningún sonido cerca. No entendía absolutamente nada de lo que había ocurrido y mi ansiedad empezaba a crecer a medida que el tiempo pasaba. Por si eso fuera poco, mi estómago estaba revuelto, mi cuerpo entumecido y mi mente nublada. La situación era asfixiante y claustrofóbica.


Intenté mantener la calma y la mente fría, pero el miedo ya había conseguido filtrarse en mi cuerpo, alterando sutilmente mi razonamiento. Debía empezar a moverme antes de que mi mente se rompiera por completo.


«Primero necesito calmarme un poco...»


Me di un ligero puñetazo en la frente para centrar mis pensamientos. No existía noche tan oscura como para bloquear de tal manera mi visión. Tampoco creía haberme quedado ciego ni tenía nada en la cara que tapara mis ojos. Todo apuntaba que me encontraba en un lugar cerrado.


Extendí mi brazo a un lado para intentar palpar el suelo y saber sobre qué tipo de superficie me encontraba. Lo que me encontré no fue un suelo duro, sino un bulto blando en el que mi mano se hundió ligeramente.


—¡Waaaaaa!


Enseguida la levanté ante un repentino grito, sin terminar de entender qué acababa de ocurrir. Con la mente aún hecha un lío, volví a apoyarme y apreté con fuerza justo en ese mismo sitio.


—¡¡Waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!


El grito se escuchó aún más fuerte.


—¡Ah! 


Hice un ruido tonto al más o menos tener un idea de dónde me había apoyado. Mi cerebro se puso a pleno funcionamiento y regresó atrás en el tiempo, hasta ese momento que dio un vuelco total a mi vida...


Si no me fallaba la memoria, tanto la chica de cabello plateado como yo fuimos terriblemente golpeados y su espada cayó justo delante mío... A partir de ese momento todo se volvió terriblemente confuso. Lo que sí recordaba perfectamente es que ella terminó desmayada a mí lado. Si seguía allí...


«Creo que estoy en problemas...», suspiré, sin darme cuenta de que me había olvidado levantar la mano y aún seguía apretando con fuerza ese “bulto”.


—¡¿Pero qué te crees que estás tocando?!


Me eché a un lado a toda prisa, intentando evitar un golpe previsible. Gracias a que todo estaba oscuro, si me quedaba callado y me escondía, probablemente podría evitarlo... pero no fue así. Una contundente patada, que muchos artistas marciales desearían poder dar, me alcanzó directamente en el estómago. Terminé de nuevo retorciéndome de dolor en el suelo.


—¡¿Quieres matarme o qué?! —le grité tan pronto me recuperé un poco.


—¡Tú te lo has buscado!


—¿Acaso no ves que fue sin querer? Estamos completamente a oscuras, ¿de verdad crees que pude colocar mi mano ahí intencionalmente? ¡Estaba aquí de casualidad!


—¡Directamente no tendrías que estar aquí!


—Yo no tengo la culpa de eso.... Joder, ¿cómo demonios pudiste ser tan precisa si no se ve absolutamente nada?


—No compares mis ojos con los de un simple humano, yo veo perfectamente aunque no haya luz.


«¿Pero qué está diciendo esta loca?»


—Entonces llévame a un lugar donde la haya...


—¡No hay luz en este mundo!


Al escucharla gritar como la loca que era, mi dolor de cabeza empeoró. Me había estado intentando calmar, pero sus tonterías estaban consiguiendo todo lo contrario.


—Pues si que es simple cambiar de mundo... 


—¡No es simple! Normalmente cuesta mucho poder saltar entre mundos, pero mi espada es especial.


—Tu espada...


Al recordar esa espada completamente negra me entró un escalofrío. En el momento que la toqué un extraño humo entró en mi cuerpo y... 


«¡Ouch!» 


La cabeza me dio un fuerte pinchazo al pensar de nuevo lo que había ocurrido en ese instante.


Idiota.


Casi di un salto en el sitio al escuchar una voz distorsionada. Miré tontamente hacia los lados a pesar de saber que no podía ver nada.


«¿Qué demonios ha sido eso? Me lo he imaginado… ¿verdad?»


Desde que había tocado esa espada algo parecía estar mal con mi cabeza, pero escuchar voces ya era preocupante.


«Me estoy volviendo loco... Esta chica me está pegando su locura...»


Pero al mismo tiempo que soportaba ese ligero dolor de cabeza las nubes que llenaban parte de mi consciencia empezaron a disiparse y las náuseas desaparecieron por completo. Aún así seguía sintiéndome raro, como si parte de mi cuerpo no me perteneciera por completo.


—Su nombre es Vurtalis, y es capaz de abrir portales entre mundos con fa… ¡¿Me estás escuchando?!


Esa chica pareció darse cuenta que me había quedado perdido en mis pensamientos y estaba pasando completamente de ella. 


—Sí, sí... Estabas contando que tu increíble espada puede abrir agujeros entre mundos. ¿Algo más?


—Por supuesto. Vurtalis es una espada única. Puede absorber el poder de su portador y canalizarlo en sí misma, aumentando su fuerza.


Fue en ese momento cuando noté que algo estaba cambiando. La oscuridad que me rodeaba parecía estar esfumándose al mismo tiempo que las nubes de mi cabeza. Ligeras siluetas empezaban a ser visibles a mi alrededor.


—Su hoja es tan afilada que…


—¿Me estás queriendo convencer de algo o simplemente estás fardando de arma?


La interrumpí, cansado de sus tonterías. Esa espada me interesaba nada o menos. Lo que de verdad quería saber era dónde me encontraba y lo que me estaba pasando.


—¡Imbécil, si preguntas algo termina de escuchar!


Cada vez podía ver mejor y, a pesar de no poderlo hacer bien del todo, por lo menos ya era capaz de distinguir a la chica ante mí. Puesto que no le había puesto demasiada atención en el bosque, observé ligeramente como se veía de cerca.


«Es bastante alta, casi tanto como yo. ¿Medirá unos 170 centímetros?»


Poseía un esbelto cuerpo que lucía con orgullo un extraño vestido sin mangas ni nada que cubriera la espalda por completo. Se cerraba por detrás del cuello, en la espalda media, desde donde se extendía en cuatro trozos de tela que colgaban con libertad hasta los pies.


Por la parte baja llevaba puesto un pantalón corto ajustado, que dejaba ver completamente sus muslos, seguido de algo parecido a unas medias que empezaban un poco por encima de las rodillas hasta los pies. Estos simplemente calzaban unas botas de un morado más oscuro.


«Tengo que reconocerlo, es bastante atractiva visualmente...»


Y como no, no podemos olvidar ese par de esponjosas y enormes... ¡alas! Al verlas no pude evitar levantar la mano y palpar sus plumas para comprobar que realmente fueran reales… cosa que no pareció gustarle mucho...


—¡¿Otra vez?! ¡¿Acaso en tu mundo es normal ir tocando a las chicas sin venir a cuento?! ¡¡Depravado!! 


Enseguida apartó mi mano con un fuerte golpe y me lanzó otra patada.


«¡Ah, mierda!»


Casi por instinto salté hacia atrás, evitando ser golpeado por apenas unos milímetros.


—¿Eh? ¿Lo esquivaste? ¿Cómo has...?


—Empiezo a ver un poco, así que no voy a quedarme quieto esperando que me aticen.


—¡Pero esto es imposible! ¡Eres humano!


—¿Llegaste a esa conclusión por ti misma?


—¡No, imbécil!


—¿No llegaste por ti misma?


Por un momento pude ver una sombra debajo de sus ojos, que se habían vuelto los de un demonio.


—¡Los humanos no pueden ver en la oscuridad!


—¡¿En serio?! ¡No sabía yo eso!


Vi directamente al demonio...


—Un momento…


De golpe su expresión cambió y se me acercó a menos de un palmo, sin dejar de mirarme directamente a los ojos.


—Es poca, pero hay energía oscura en tu cuerpo… ¡¿Cómo es eso posible?!


—¡¿Y yo cómo demonios voy a saberlo?!  


Me contuve de empujarla con todas mis fuerzas y simplemente me eché hacia atrás, tapándome los oídos. Casi me dejó sordo con su grito…


—Es posible… ¡¿Acaso cuando tocaste a Vurtalis absorbiste una parte de mi poder contenido en ella?!


—¡Te repito que no tengo ni idea!


Y mi dolor de cabeza, que apenas empezaba a desaparecer, volvió por su culpa. Me dejé caer en el suelo con el brazo encima de mi frente. Me quería marchar de ahí lo antes posible y volver de una vez a mi casa…


—Sea lo que sea es malo para los dos. ¡Ah, ya sé que podemos hacer! Sígueme, iremos a mi casa. 


—Normalmente estaría encantado de tal proposición por parte de una chica, pero viniendo de ti no me parece una buena idea...


—¡No creas que a mí me hace mucha gracia tener a un humano en mi casa!


—Entonces mejor déjame regresar a la mía de una maldita vez...


—Estaría encantada de sacarte de aquí ahora mismo, pero por tu bien no puedo dejarte regresar así, ¡te matarían!


—¿Quién y por qué?


—¿Recuerdas esa chica de antes? Los suyos son llamados katryde, ¡están todos locos!


«Tú también lo estás...»


Por supuesto que la recordaba. No había manera alguna de que pudiera olvidarla... sobre todo esa mirada que me lanzó en el último momento. Ciertamente parecía querer matarme.


—Probablemente siga por allí, y no creo que esté sola. Ya viste como intentó matarme y no le importó mucho que tú estuvieras en medio. Si regresas con esa energía oscura en tu cuerpo no hay duda de que irá directamente a por ti. Pero no te preocupes, estoy segura de que mi padre sabrá qué hacer al respecto. 


—Entiendo... 


—Entonces calla y sígueme sin protestar.


—Sí, mamá... —le contesté, con un suspiro de resignación.


En realidad no entendía nada ni creía ser capaz de entender nada de lo que dijera, así que simplemente me di por vencido y decidí seguirla. Tampoco es que tuviera muchas más opciones...


Por lo visto habíamos caído a poca distancia de su hogar, así que nos tocó caminar un rato. Conforme seguía pasando el tiempo mi visión siguió mejorando hasta recuperarse por completo. Por fin fui capaz de distinguir todo mi alrededor a la perfección. 


Era escéptico sobre la parte de estar en otro mundo desde el principio, pero terminé obligándome a creerlo después de ver todo lo que me rodeaba. El terreno en sí no era muy distinto al de mi mundo, pero las plantas no se parecían en nada a las que conocía. La hierba era roja o morada en su mayoría, y los árboles que nos cruzábamos en muchos casos siquiera tenían hojas, pero a pesar de parecer muertos algunos tenían frutos.


Me sentía como si estuviera en el mismo infierno. Además, realmente no podía ver nada que proporcionara la mínima luz. Ni siquiera había una simple estrella en un cielo que parecía haber sido tragado por la misma noche. Mi integridad mental ya estaba en su límite desde hacía rato y nada cambiaba para mejorarlo, todo ese sitio enfrentaba la mera lógica común.


«¿A dónde se supone que vamos? Y más importante aún, ¿qué pasará conmigo? ¿Realmente podré regresar?», me pregunté algo nervioso.


Bajé mi mirada hacia su cintura, donde descansaba su espada con la que según ella se podía viajar entre mundos. En el bosque fui atraído por ella hasta el punto en el que todo mi cuerpo la deseaba a cualquier coste... Ya simplemente me intrigaba por su extraño aspecto, pero no dejaba de ser un trozo de metal escalofriante del que prefería alejarme cuanto más pudiera.


Aparté mi atención de la espada y miré de reojo directamente a su cara. La expresión amarga que ponía se había vuelto una cálida sonrisa. Eso me sorprendió. En cierto modo parecía estar incluso feliz.


«¿Qué demonios le estará pasando por la cabeza?»  


Seguimos caminando en silencio. No pude evitar estar constantemente echando vistazos de reojo.  


«Realmente no es humana… ¿verdad?»


Ojos rojos y un cabello plateado que casi parecía competir con la luna. Unas características que uno no vería nunca en un humano. Su aspecto era de alguna forma siniestro y atractivo a la vez.


«Bueno, si no fuera por esas alas quizás podría pasar por humana hasta cierto punto.» 


De tanto observarla, al final se dio cuenta de mi indiscreta mirada.


—¿Tanto te gustan mis alas? 


Aleteó un poco, demostrando de una vez por todas que eran reales.


—¿Tienes un fetiche extraño con ellas o es que simplemente eres un pervertido?


—No, es solo que... son extrañas para mí.


—Cierto, supongo que las personas con alas no son muy comunes en tu mundo.


«¡Directamente no existen!» 


—A todo esto, aún no me presenté. Soy Raidha Siphil, princesa de los silphen. 


Al escuchar la palabra princesa fue como si algo se derrumbara encima mío con todo su peso. No podía ser la típica princesa mimada de palacio... ¡No!, tenía que ser una princesa que va a una pelea de gatas a otro mundo para arrastrar con ella a un pobre chico que nada tenía que ver con sus conflictos.


—Lo que me recuerda que tú tampoco te has presentado.


—Yo...


Mientras yo procesaba la información y sopesaba los problemas que me podía causar esa chica en el futuro, ella estaba esperando una respuesta. Hasta pude ver sus ojos brillando de expectación.


—… puedes llamarme Drayd, Drayd a secas...


Con las prisas del momento le respondí lo primero que se me ocurrió... el primer nombre que se me vino a la cabeza.


—Drayd a secas, ¿eh? Qué nombre tan raro, ja ja ja.


—El tuyo tampoco es que sea muy normal, Raidha Siphil.


Y mientras se reía felizmente de mi autoproclamado nombre, seguimos caminando con un ambiente muy distinto al de nuestro encuentro. Hasta a mí se me escapó una ligera sonrisa sin querer.


< Anterior - Índice - Siguiente >

viernes, 26 de junio de 2020

Sombras Divididas - v1 - Capítulo 3

 3 - Anochecer


—Mierda… me dormí…


Me lamenté al abrir los ojos y contemplar el cielo rojizo ante mí. La brisa helada del atardecer me había despertado justo a tiempo para evitar un gran desastre. Puesto que me tocaba caminar un par de horas para volver a casa no era muy buena idea quedarme acostado ni un solo minuto más. Me levanté de un salto y me acerqué al lago, donde se reflejaba el sol empezando a esconderse detrás de la lejana sierra. Apenas quedaba visible un poco más de una cuarta parte de su tamaño total.


«Más vale que me de prisa en regresar», pensé mientras me rascaba la cabeza un poco preocupado.


Alejé sueño con un poco del agua helada del lago y me apresuré en adentrarme en el bosque, camino a casa. Puesto que algunos de los árboles superaban los cinco metros de altura el interior era bastante oscuro, y no tardé en darme cuenta de que al final no había conseguido evitar del todo el desastre que me temía. En apenas cuestión de minutos el sol se había ocultado prácticamente por completo, llevándose con él gran parte de la poca luz que conseguía alumbrarme... y aún me quedaba un largo camino de regreso.


Intenté acelerar el paso, pero la luna pronto empezó a dejarse ver por los pequeños claros entre las copas de los árboles. Lo que antes había sido una oscuridad parcial había desaparecido para dejar paso a una noche iluminada por la luz blanca de la luna creciente. Aunque gracias a eso aún fui capaz de seguir adelante aún sin tener una visión muy precisa de todo.  


Me maldecía continuamente por haberme quedado dormido, pero de todos modos ya no había nada que pudiera remediar mi situación. Lo único que podía hacer era seguir avanzando por el oscuro bosque, que por alguna razón se me hacía muy distinto a lo que solía recordar. Es más, tras un buen rato caminando por fin lo entendí, me había perdido por completo.


«Creo que me adentré en la parte profunda...»


Por esa zona, a diferencia de por donde solía ir, los árboles estaban bastante juntos y casi podría llamarse un milagro si un simple rayo de luz conseguía atravesar sus copas. La visibilidad era prácticamente inexistente, dispersa y confusa. No sabía qué hacer y temía tener que pasar la noche ahí. Nunca antes me había quedado dormido de tal manera, y fueron muchos los días los que pasé holgazaneando en ese lago.


¡Cling! ¡Clang! ¡Pum!


—¿Pero qué mierda es eso?


Me quedé inmóvil, escuchando silenciosamente un ruido que resonaba entre los árboles. Parecían ser fuertes golpes, y la mayoría de ellos tenían un tono metálico en cada impacto, cosa que no era normal en medio de un bosque.


«¿Podría ser que haya gente por aquí?»


Enseguida me puse a buscar sigilosamente el origen del ruido. Tras escurrirme entre bastantes árboles por fin lo encontré. En medio de un pequeño claro que la luz de la luna conseguía iluminar tenuemente había dos chicas jóvenes que se miraban cuidadosamente desde la distancia.


Desde mi posición me era complicado verlas bien, así que seguí acercándome mientras me mantenía escondido entre los árboles para evitar que ellas me vieran a mí. Gracias a que la luz de la luna apenas conseguía alumbrar el claro pude ponerme casi a su lado sin que me notaran.


«¿Qué demonios están haciendo dos chicas aquí a estas horas? No... más importante... ¡¿qué mierda llevan puesto?!»


Su aspecto era de todo menos normal. Para empezar, sus cabellos ya eran raros. Con un vistazo rápido uno podría decir que eran simplemente una chica rubia y una con el cabello blanco, pero al fijarse mejor se podía apreciar que sus colores en realidad eran dorado y plateado. Ambos parecían brillar, reflejando tenuemente la luz de la luna. Además, en lugar de ropa normal, ambas parecían estar usando disfraces.


A la de cabello plateado aún se la podía dejar pasar, ya que simplemente usaba un extravagante vestido morado, pero la de cabello dorado no tenía defensa alguna. Vestía una armadura ligera de color azul, que uno no esperaría ver usando a nadie hoy en día. De todos modos, lo que más llamaba la atención eran un par de cosas que sobresalían desde las espaldas de ambas.


«Eso son... ¿alas? Debe ser bastante incómodo moverse con eso...»


Mientras aún no había terminado de observar bien su extraña apariencia ambas corrieron la una contra la otra. Aunque mi vista no daba más de sí en medio de la noche, por fin pude ver el origen del sonido que oí anteriormente justo en el momento en el que chocaron. Ambas chicas empuñaban espadas en sus manos.


«¿Esto es una broma?»  


Al principio dudé de si eran reales o meras imitaciones, aunque no tardé mucho en confirmar su veracidad. Empezaron a lanzarse golpes despiadados, usando movimientos que solo se vería en un auténtico profesional. Además era obvio que no tenían buenas intenciones la una contra la otra. El fuerte sonido del afilado metal chocando era suficiente para helar la sangre. Si conseguían alcanzarse podrían llegar a hacerse daño con facilidad.


Mi mirada saltaba de una a la otra sin parar. No obstante, quizás porque su aspecto destacaba más, no tardó en quedarse fija en la chica de cabello dorado, que hasta parecía brillar con luz propia. Una vez mis ojos terminaron de adaptarse completamente a la iluminación del lugar por fin pude empezar a visualizar detalles más allá de su vestimenta.


Su cabello se dejaba caer hasta la mitad de su espalda, siendo mantenido en su sitio por un par de trenzas que se unían en una sola justo en la parte posterior de su cabeza antes de dejarse caer del mismo modo que el resto de su cabello. Sus ojos eran de un color grisáceo, que le dedicaban una fiera mirada a la chica de delante suyo como si no quisieran perderse ni un solo de sus movimientos o dejarla escapar.


El arma en sus manos era una espada de dos manos que también parecía brillar con luz propia. No, no lo parecía, realmente estaba brillando mientras bailaba en el aire, dejando haces de luz efímeros detrás suyo cada vez que se blandía. 


No entendía bien qué tenía esa chica que me llamara tanto la atención, pero sin darme cuenta empecé a acercarme aún más hacia ellas, hasta incluso alcanzar justo en el borde del claro. Obviamente, una vez dejé atrás mi escondite entre los árboles no tardaron en darse cuenta de mi presencia.


—¡¿Quién anda ahí?!


La primera en verme fue la chica de cabello plateado, a quién no había prestado mucha atención hasta el momento.


—U...un... ¿humano? ¡Como sea, si aprecias tu vida no te quedes ahí parado! ¡Sal ahora mismo de este lugar!


Dio un paso hacia mí, pero enseguida fue obligada a retroceder por un fuerte golpe de la espada de la otra chica.


—Monstruo, ¿pretendes usar un ser inferior como escudo? Ya te digo ahora que los juegos sucios no servirán contra mí. Si es para eliminar a cualquiera de los tuyos no dudaré en llevarme por delante cualquier forma de vida insignificante. 


—¿Ah? ¡¿Qué tonterías estás diciendo?! ¡Estás loca!


Las palabras de la chica de cabello dorado solo parecieron molestar aún más a la otra, que no dudó en contraatacar con aún más fuerza.


«¿Humano? ¿Ser inferior? Lo de insignificante no me sorprende tanto…»  


No entendía nada, pero noté como si ambas únicamente me hubieran utilizado como excusa para acrecentar su pelea… ya que de nuevo empezaron a pelear como si yo no existiera. Lo que estaba claro es que la chica de cabello plateado estaba siendo fácilmente repelida y arrinconada. Si todo seguía igual no tardaría en salir herida o peor.


—Esperad un momento… aunque no me disguste la idea de ver dos chicas pelear por mí… vamos a discutir esto de forma pacíf....  


—¡¡Calla y vete!! 


Ambas gritaron a la vez. Mi mente dejó de funcionar por unos instantes. Ese par estaban definitivamente locas de remate. Estaba claro que por sí mismas no iban a solucionar nada y definitivamente no terminarían bien… 


«Como sea, este no es mi problema… Quizás lo mejor será no meterme.» 


Pensé en dejarlas solas con sus gilipolleces y dar media vuelta. Aún debía encontrar la salida del bosque para poder volver a casa…


—¡Suficiente! Tengo cosas que hacer, no pienso perder más tiempo contigo. 


Pero antes de poder decidirme, la chica de cabello dorado empezó a brillar intensamente y a desafiar la ley de la gravedad.


—¡¿Pero qué cojones?!


Mi grito de sorpresa probablemente se pudo escuchar por todo el bosque...


—¡¿Aún sigues aquí?! ¡Lárgate ya, no pienso hacerme responsable de lo que te pueda pasar!


Apenas terminó de gritarme, el brillo de su espada se intensificó hasta el punto que parecía ser capaz de crear un nuevo amanecer. Múltiples centellas se formaron a su alrededor para luego salir disparados en todas direcciones. No eran simples luces, pude ver como tomaban una forma parecida a pequeñas cuchillas. Esas armas creadas de la nada empezaron a golpear todo lo que se interponía en su camino. Los árboles que tenía en mi dirección fueron cortados como simples hojas de papel. Entendí al instante que eso capaz de cortar troncos con facilidad no tendría mucha dificultad para descuartizarme al instante. Quise correr, pero mi cuerpo se paralizó.


«¡Vamos, por favor! ¡Piernas, reaccionad!»


Por mucho que lo intentara, mis pies no daban un paso hacia adelante ni atrás. Era como si mi cuerpo hubiera dejado de ser mío e ignorara todas las órdenes que le daba. Solo pude cerrar los ojos con fuerza, deseando no morir cortado en pedazos.


—¡Imbécil, no te quedes ahí parado!


La voz de la otra chica me hizo reaccionar. Al abrir los ojos vi un gigantesco manto negro cubriéndonos a mí y a la chica de cabello plateado.


«¿Qué es esta cosa?»  


—¡Maldita sea! ¡¿Por qué no me hiciste caso?! 


Su grito parecía contener un poco de frustración mientras sujetaba ese escudo improvisado para cubrirnos a ambos. Consiguió aguantar firmemente los impactos de las luces, hasta que el sonido de los golpes empezó a escucharse cada vez más disperso, cosa que parecía indicar el final del bombardeo. No obstante, la calma no duró mucho tiempo. 


Otro ataque de un tamaño considerablemente mayor fue lanzado hacia nosotros a una velocidad de vértigo. El golpe no se pudo comparar con los anteriores y se llevó a la chica por delante, que seguidamente impactó conmigo. Ambos salimos volando hasta chocar con fuerza contra un árbol. Gracias a aquél escudo el ataque no nos alcanzó directamente. Aún así, todo el cuerpo me dolía considerablemente por culpa del golpe. De todos modos, la peor parte parecía habérsela llevado la chica que me salvó, ya que quedó tirada a mi lado sin moverse.


Traté de usar el tronco del árbol como punto de apoyo y ponerme de pie. Al levantarme observé un objeto negro clavado en el suelo justo delante de mí. Luego de fijarme un poco más en los detalles me di cuenta de que era una espada, probablemente la de la chica de cabello plateado. Se trataba de un arma tan oscura, que la noche envidiaría su esencia. La única parte de un color distinto al negro era una gema redonda de color rojo intenso incrustada en su empuñadura, justo en la parte que conectaba con la hoja. 


«¿Qué es esta espada?»  


En el momento que la vi todo a mi alrededor desapareció. Es más, podía sentir como si la propia espada estuviera hablándome... aunque en realidad no escuchaba ninguna voz directamente. Sin notarlo, mi brazo empezó a extenderse hacia la empuñadura. Parecía que no solo mi mente se había quedado embobada con esa arma, mi propio cuerpo la buscaba, la necesitaba más que respirar, cosa que también parecía habérseme olvidado de hacer. De esta manera, mi mano siguió avanzando, hasta tener aquél trozo de metal en su palma.


En el momento en el que cerré el puño y sujeté con fuerza la empuñadura algo en forma de humo empezó a salir del arma. Instantes después empezó a arremolinarse a mi alrededor y fundirse lentamente con mi cuerpo, hasta no quedar rastro alguno suyo. Un terrible malestar me asaltó. No tenía frío, pero mi cuerpo temblaba. Me entraron náuseas y a duras penas podía mantenerme en pie. Me empezó a doler mucho la cabeza, un dolor terrible. Sentí que todo mi cuerpo se estaba rompiendo... mi mente se estaba rompiendo... Mi cabeza parecía estar partiéndose literalmente en dos.


Cerré mis ojos a causa del dolor, pero en ese momento me pareció ver un par de ojos rojos como la misma sangre abrirse en medio de la oscuridad, causando que los abriera de nuevo algo conmocionado. Puesto que mi mirada estaba enfocada hacia el cielo pude ver a la chica de cabello dorado observándome de una forma despectiva e hiriente. Estaba claramente preguntando: "¿Qué clase de engendro eres?", como si le produjera asco mi mera existencia. 


Antes de siquiera poder preguntar qué demonios estaba pasando todo lo que me rodeaba empezó a deformarse mientras el dolor en mi cabeza seguía empeorando. Segundos después mi mundo se sumió por completo en la oscuridad...


martes, 23 de junio de 2020

Sombras Divididas - v1 - Capítulo 2

2 - Donde todo empezó


Ya hacía unas cuantas horas que el sol se había levantado hasta lo más alto del cielo. Se encontraba en la posición idónea para que sus rayos se filtraran directamente a través de la ventana de una vacía y aburrida habitación del segundo piso de una casa completamente normal y corriente. La típica habitación de un adolescente, con la diferencia de que apenas se podía ver nada más que lo necesario para vivir.


No había mucho que contar sobre ella. Un escritorio al lado de la ventana, con cuatro libros mal tirados y un ordenador encima. En un lado de la habitación, un armario empotrado con la puerta entreabierta, donde un pantalón de chándal negro estaba a punto de caer de una de sus estanterías. En el otro lado, una cama desde la cual un joven recién se levantaba por culpa de los rayos de sol dándole directamente en la cara: yo.


Era sábado y no tenía muchas ganas de levantarme. Sin embargo, ya parecía ser mediodía y me empezaba a dolerme un poco el cuerpo de pasar tantas horas acostado. Aún medio dormido, tras estirarme al mismo tiempo que bostezaba sonoramente, decidí salir de una maldita vez de la cama.


Me dirigí directamente al armario y abrí del todo la puerta, dejando caer al suelo el pantalón de chándal negro. No pensé mucho en qué ropa ponerme. Simplemente cogí el pantalón del suelo y me lo puse junto al primer jersey que encontré.


Tras ponerme la ropa empecé a caminar hacia el baño, arrastrando la chaqueta del mismo chándal conmigo. Nada más entrar me saludó un espejo, en el que apareció limpiamente mi reflejo: un chico de 18 años de edad con aproximadamente 183 centímetros de altura. Su cabello y ojos, que me devolvían una fija mirada somnolienta y despreocupada, eran exactamente del mismo color y tonalidad, castaño claro.


Abrí el grifo y me lavé la cara para terminar de quitarme el sueño de encima, pero antes de terminar de arreglarme del todo escuché los pasos de alguien. Una chica con características similares a las mías no tardó en ser reflejada a mí espalda.


—Ei, muerto viviente, ¿aún durmiendo a estas horas?


Suspiré mientras cerraba el grifo y me giré hacia la chica, mi hermana mayor.


—Me toca madrugar todos los días... Hoy es sábado, los sábados y domingos son para dormir hasta que te dé la gana, ¿no es así? 


—Yo también madrugo sábado y domingo. Tengo una vida, no como tú, que pareces un zombi infiltrado entre los vivos.


—Sinceramente, yo no le llamaría madrugar a eso de llegar borracha a las seis de la mañana… En esos momentos tú también te pareces a un zombi… y apestas como uno. 


—Eso es porque al menos yo tengo amigos con los que puedo salir a divertirme por la noche, no como tú.


Me respondió intentando parecer serena, aunque fue incapaz de ocultar del todo que se había molestado un poco por mi comentario.


—No digas tonterías. Por supuesto que tengo amigos. Simplemente nunca les presentaría a un desastre de hermana como la que tengo… Vete a saber qué les podrías llegar a contagiar...


—¡Gilipollas!


—Eso tu madre.


—Te recuerdo que también es la tuya. 


—Sí, supongo que eso es verdad —murmuré, un poco apenado.


—Definitivamente eres un hermano de mierda. 


A pesar de que normalmente lo pareciera, mi hermana y yo en realidad no nos llevábamos mal, aunque siempre terminábamos con alguna pelea tonta que se olvidaba poco tiempo después. No sé si es lo normal entre hermanos o no… pero de todos modos había momentos en los que realmente preferiría no tenerla como hermana.


Y sobre mi madre, a pesar de ser una mujer de pocas palabras que parecía estar siempre molesta por algo, era una persona amable que casi nunca se enfadaba con nadie. Nunca me había tratado mal ni había hecho nada para que pensara así, pero sentía que, a diferencia de a mi hermana, a mí me trataba con un poco de distancia. Como si fuera un extraño para ella. Quizás no lo hacía queriendo, pero yo siempre lo noté, y siempre me dolió un poco. Es posible que eso también influyera ligeramente en la relación entre mi hermana y yo.


—Anda, sal de aquí ahora mismo, que quiero usar yo el baño... ¡Y cambia esa cara de una maldita vez! 


Cogió mi chaqueta, que había dejado colgada en la puerta de entrada, y me la lanzó a la cara antes de echarme del baño remugando en voz baja. 


—Como quieras… Total, ya terminé...


Me dirigí al salón. Hablando de mi madre, por lo visto había salido hacía un par de horas y aún no había regresado. En cambio, mi padre estaba tirado en el sofá mirando tranquilamente la televisión. Puesto que no tenía nada mejor que hacer me acerqué a su lado y me senté en un rincón.


—¿Ponen algún programa interesante? 


—Acaban de empezar las noticias. No hay nada más a estas horas.


Mi padre era un hombre de cincuenta años al que ya le había crecido la barriga típica de esa edad. Su cabello empezaba a canear y hasta tenía notables entradas. A diferencia de mi madre, él me trataba con total normalidad. Hasta se podría decir que se llevaba mejor conmigo que con mi hermana, ya que ella siempre terminaba dándole bastantes dolores de cabeza… sobre todo los sábados por la noche y domingos por la mañana.


—Bueno, ¿qué cuentan? 


—Nada bueno, como siempre.


Me recosté, preparándome para pasar un rato mirando la tele. No alcancé a ver todo el inicio de la noticia, sin embargo el contenido enseguida me llamó la atención.


“... el acontecimiento fue a las 4:38 AM. Los testigos afirman que fue parecido a una estrella fugaz. Sin embargo, permaneció suspendida en el cielo durante prácticamente cinco minutos antes de caer directamente hacia el suelo y desaparecer en apenas un segundo...”


—¿De qué demonios están hablando? —immediatamente le pregunté a mi padre. 

 

—Por lo visto un objeto luminoso fue visto hoy por la mañana. Como puedes ver ya están armando un escándalo.


—¿Un objeto luminoso?


—Una extraña luz en medio de la noche que podría haber sido cualquier cosa.

 

Me quedé mirando las grabaciones de lo ocurrido en completo silencio… El lugar que mostraban se me hacía bastante familiar… demasiado familiar… hasta el punto de poder asegurar que casi cada día pasaba por esas calles.


“... bastantes teorías ya han empezado a navegar entre las redes, incluyendo la de una nave alienígena. Sin embargo, los expertos aseguran que lo más probable es que fuera una simple roca espacial que haya entrado en la atmósfera, estallando en llamas y creando así ese efecto lumínico. Las investigaciones seguirán durante un tiempo, pero hasta el momento no se encontró nada extraño por los alrededores..."


—Ahora hasta hablan de alienígenas. Los reporteros ya no saben que contar para atraer la atención de la gente —comentó mi padre. 


Mi padre perdió el interés nada más terminar de escuchar la noticia, pero yo me quedé en silencio con los ojos fijos en el televisor. 


—Una extraña luz en medio de la noche…


Murmuré sin querer. Por alguna razón mi mente estaba en las nubes. En mi cabeza se repetían una y otra vez las imágenes de esa luz en el cielo nocturno. No entendí muy bien qué me pasaba, pero empecé a sentirme realmente incómodo.


—¿Qué te pasa, hijo? Pareces preocupado.


Por suerte mi padre enseguida me devolvió a la realidad.


—Nada, solo estaba pensando que esto ocurrió muy cerca… ¿No te preocupa que pudiera ser algo peligroso?


—¿Tienes miedo de que te vayan a abducir? Ya tienes una edad para creer en esas cosas. Además, dudo que te quisieran justamente a ti. Créeme, si yo fuera un alienígena serías el último humano que me llevaría.


Mi padre se burló un poco. Supongo que mi cara debía ser bastante graciosa en ese momento, así que solo pude dejar salir una risa irónica.


—No digas tonterías, papá… No es eso…


«Aunque no sé si debería alegrarme o deprimirme por eso que dijiste…»


—¿Entonces? 


—Supongo que en realidad... nada…


Me encogí de hombros. En realidad no me preocupaban los aliens, pero ese incómodo sentimiento no se alejaba de mí. Me fue imposible permanecer quieto, así que me levanté del sofá de un salto. 


—Tengo un poco de hambre, ¿queda algo sobrante de ayer? 


—Creo que sobró un poco del estofado, pero tu madre no tardará mucho en regresar, ¿no puedes esperar hasta entonces?


—Bueno… hay algo que quiero hacer lo antes posible…


En realidad no tenía nada que hacer, simplemente quería salir a despejarme un rato… Tampoco se me ocurrió ninguna buena excusa que dar...


—No me digas que quieres ir a investigar por tu cuenta. 


—Papá… no me tomes por un loco…


—Como quieras, simplemente no hagas locuras y regresa antes de que anochezca.


Probablemente mi padre solo bromeaba, ya que enseguida dejó el tema. Tampoco es que ni a él ni a mi madre les importara mucho donde fuera mientras no causara problemas. Supongo que eso debía agradecérselo a mi hermana que siempre hacía lo que quería cuando quería…


—Sí, sí, no te preocupes… Además, ya no soy un crío. 


Fui a la cocina y engullí las sobras del día anterior. Luego me calcé unas deportivas y salí a la calle. Obviamente no tenía intención alguna de investigar sobre esa luz como había dicho mi padre. Siquiera creía en todas esas tonterías sobre alienígenas ni la noticia no me importaba lo más mínimo. Simplemente quería salir a relajarme un poco para quitarme de encima ese malestar que aún me acompañaba… y había un lugar perfecto para tal propósito. 


Mi casa se encontraba a las afueras del pueblo, a pocos minutos de un bosque con un pequeño lago en medio. Se trataba de un lugar poco conocido al que normalmente no se acercaba nadie. Puesto que era un lugar tranquilo solía visitarlo de tanto en tanto cuando estaba de mal humor o simplemente quería alejarme de la civilización.


Puesto que había que cruzar un bosque la única manera de llegar era a pie. Aunque mi casa estaba relativamente cerca, aún había un par de horas de viaje y justamente por ser poco conocido tampoco existían senderos bien marcados que llevaran directamente al lago, pero conocía el camino como la palma de mi mano, así que muchas veces no tardaba ni eso. 


Justo como pensé, incluso sin correr demasiado, en apenas una hora y media ya había llegado al claro del bosque. Eché un vistazo rápido a los alrededores, realmente no había rastro alguno de personas ni de animales.


—Perfecto, es una suerte que nunca haya nadie.


Me senté a pocos metros del lago. La hierba en esa parte no era demasiado alta, pero al mismo tiempo era lo suficientemente alta como para que uno pudiera acostarse cómodamente encima suyo. El día era claro y apenas había alguna nube visible.


—Hoy hace un buen día.


Me dejé caer en la hierba y miré fijamente el cielo azul. Antes de darme cuenta ya había levantado mi brazo, con la mano abierta como si intentara alcanzar alguna cosa que siquiera podía ver.


—Una extraña luz en el cielo… 


Esa frase había estado recorriendo mi cabeza durante todo el camino. No había conseguido quitármela de de ahí por mucho que lo hubiese intentado. Sin embargo, nada más llegué a ese lugar, esa molesta inquietud que me había acompañado durante todo el rato empezó a desaparecer.


No hacía frío ni tampoco demasiado calor. Tampoco había ruidos desagradables, probablemente por eso me gustaba tanto este lugar. Cerré los ojos y me quedé escuchando el sonido de la brisa al mover las hojas y el canto de los insectos. Solo entonces conseguí quitarme de la cabeza esa molesta frase de una vez por todas. 


—Por fin puedo relajarme de una maldita vez.


Y quizás me relajé demasiado, ya que enseguida fui atacado por la somnolencia, ante la cual no tardé en caer completamente preso.