Modo claro/ Modo oscuro

lunes, 31 de agosto de 2020

Sombras Divididas - v1 - Capítulo 17

17 - Es por ti, es por mí


—No serás… ¿la hija de Arkin? —preguntó Theralox. 


Mordí mi labio con fuerza, maldiciendo mi descuido. Ese Arkin probablemente era el padre de Raidha, el rey de los silphen. No me esperaba que este tipo pudiera conocerla. Puse fuerza en mi cuerpo y me levanté. Saqué a Vurtalis y corrí hacia su espalda en un intento de apuñalarlo. Antes de poder clavarle la espada se apartó y yo caí tontamente delante suyo. Mordí con más fuerzas mi labio, hasta el punto que empezó a sangrar. Me di la vuelta en el suelo y vacié lo que me quedaba de cargador encima suyo. Otra vez evitó los disparos como si no fuera nada, pero al menos lo aparté un poco de Raidha.


—¡Vete, idiota! ¿No ves que no aguantaré mucho? ¡No te quedes parada! —le grité a Raidha. 


Pero por mucho que insistiera, esa idiota no parecía querer marcharse. Se quedó pasmada a mi lado, con los ojos llorosos. 


—¡¿Acaso solo sabes llorar?! ¡Empieza a correr de una vez! —grité más fuerte. 


Me devolvió una sonrisa forzada antes de empezar a correr de una vez… hacia Theralox. No importa como se mirara, no podía hacer nada contra él y hasta fallé en detener a Raidha. No obstante, antes antes de que el Katryde pudiera hacer nada, un tornado negro apareció alrededor de Raidha y lo apartó violentamente de ella. 


—Drayd, ¿fuiste tú? —me preguntó Raidha, tan sorprendida como yo.


—Yo no hice nada... —respondí con un hilo de voz.


—Hablando del diablo, va y se manifiesta —dijo Theralox, con sudor cayéndole de la frente.


Los pasos calmados de una persona llegaron a mis oídos. Tanto Raidha como yo nos giramos. Una persona conocida se acercaba tranquilamente hacia nosotros.


—¡¿Papá?! ¡¿Qué haces aquí?!


Sí, el rey de los silphen, el padre de Raidha, había aparecido de la misma nada. En cierto modo me alegré, pero al mismo tiempo me preocupé...


—¿Tú qué crees, hija? Vine a por ti... y de paso exterminar a esta plaga que se atreve a tocar a mi hija —Arkin le respondió al mismo tiempo que le dedicaba una mirada capaz de matar por sí sola a Theralox.


«¿Vino a ayudarnos? ¿En serio? Bueno, después de todo sigue siendo su padre, es normal... supongo...»


Raidha me ayudó a levantarme y me llevó junto a su padre. Un suspiro de alivio salió de ella. Toda su preocupación había desaparecido. ¿Tan fuerte era su padre? La verdad, de alguna manera se veía confiable, así que…


—Ehm… —murmuré al acercarme al padre de Raidha.


Tan pronto como estuve a su alcance solo pude escuchar el sonido de lo que parecían ser mis costillas rompiéndose.   


—Ugh...arg...aaaa... ya.. decía yo... que era demasiado bonito... —escupí palabras junto a sangre tras volver a caer al suelo.


De nuevo, ni siquiera vi qué me golpeó. Seguidamente me agarró del cuello y me alejó de su hija.


—¡Cómo te atreves a secuestrar a mi hija! 


—Esto… no… yo… —escupí esas palabras junto a un poco de sangre. 


—¡Para, ¿qué haces?! —Raidha intentó pararle sin éxito.


—Raidha, tus alas... ¿Qué te ha pasado? Es culpa suya, ¿verdad? Y... ¿qué pasó con Vurtalis? De verdad hija, no entiendes nada, tú…


Antes de que pudiera terminar de hablar, un rayo de luz fue lanzado hacia nosotros. Me soltó y lo bloqueó con sus manos desnudas. Ni de broma me quedaba yo ahí incluso en tal estado. Empecé a arrastrarme como pude mientras dejaba un rastro de sangre a mi paso. Raidha corrió detrás de mí, me levantó y empezó a correr cargando casi por completo el peso de mi cuerpo.


—¡Raidha, ni se te ocurra alejarte de aquí! —gritó su padre.


Raidha se detuvo un segundo y mordió sus labios con sus ojos cerrados. Al abrirlos, empezó a correr más rápido que antes.


—¡¿Raidha, acaso no entiendes lo qué estás haciendo?! —gritó de nuevo su padre.  


—No, papá, ¡el que no entiende eres tú! —le respondió ella sin girarse.


El rey de los silphen intentó seguirla una vez más, pero Theralox no le dio tiempo para hacerlo. Apenas pudo mirarla marcharse conmigo a cuestas mientras seguía bloqueando sus ataques. Nosotros aprovechamos para escapar de ambos.


***


La conmoción creada por Arkin nos permitió escapar. Me apoyé en Raidha y corrimos por lo que pareció una eternidad. En realidad no fueron más que unos pocos minutos, pero cada paso que daba era un maldito infierno que ralentizaba mi percepción del tiempo.


Me costaba respirar, no podía ver bien. Todo mi cuerpo se sentía pesado y me salía sangre de todos los agujeros del cuerpo. Cada cierto tiempo tosía sangre que amenazaba con ahogarme. No sería exagerado decir que en ese mismo instante estaba más muerto que vivo.


—Olvídate de mí y vuelve con tu padre... ¿No tienes miedo de que le pase algo? —dije con un fino hilo de voz.


—Papá no me preocupa. Esos Katrydes no son más que un juego para él —me contestó con una mirada preocupada.


—Entonces estarás mejor a su lado. Toma tu espada y regresa con él... No creo aguantar mucho más... —finalmente le dije la verdad.


Era sorprendente que siguiera vivo después de todo lo que había recibido y un milagro que siguiera consciente. No entendía de dónde sacaba las fuerzas para seguir moviéndome.


—¡No digas estupideces! No voy a dejarte aquí.


Escupí sangre un par de veces más antes de poder hablar de nuevo con dificultad.


—¿Por qué haces tanto por mí?


——No es solo por ti... también lo hago por mí.


Clavé mi mirada en sus ojos. Seguían siendo los mismos ojos llorosos de antes, pero mostraban una extraña determinación.


—No lo entiendo…


—Yo.. yo... ¡te prometí que te devolvería a tu casa! No importa qué, no pienso faltar a mi palabra! —noté que me sujetaba con más fuerza.


No pude responder a eso. En realidad no entendía absolutamente nada del comportamiento de esa chica.


—Simplemente aguanta, aquí está la fisura. Dame unos segundos, la abriré y podremos irnos.


Me paré a recuperar el poco aliento que era capaz de tomar mientras miraba como la princesilla empezaba a usar su magia espaciotemporal... o lo que fuera. En lugar de abrir un portal a otro mundo más bien parecía que estaba abriendo una especie de agujero negro en medio de la ciudad.


«¿Tenemos que saltar ahí dentro? Bueno, será mejor que quedarnos en este sitio...»


De golpe un escalofrío recorrió mi espalda.


—¡Al suelo! —grité sin pensar.


Salté, o mejor dicho, simplemente me dejé caer hacia ella y la empuje. Noté un dolor punzante en mi abdomen. Algo me atravesó. Y no solo me dio a mí, Raidha también había sido herida en su costado. Me desplomé en el suelo, que lentamente se teñía de rojo debajo de mí. Mi conciencia por fin empezó a disiparse progresivamente. A duras penas podía escuchar sonidos y mantener una visión borrosa que lentamente desaparecía.


—¿Acaso no os dije que no escaparíais? —llegó la voz de ese Katryde.


Theralox se presentó delante nuestro con un aspecto bastante lamentable. Su ropa estaba rota y tenía bastantes heridas serias.


—¿Qué haces aquí? Mi padre... ¡¿Dónde está mi padre?! No puede ser que tú…


—Por mala suerte está perfectamente. Ese demonio es increíblemente fuerte. No he podido hacerle absolutamente nada. Sin embargo, yo también tengo mis recursos. Tardará un buen rato en venir aquí, lo suficiente para terminar contigo. A pesar de que quisiera acabar con él a cualquier coste... Por lo menos perder a su hija le hará sentir un poco de lo que yo sentí... Lo sé, una triste y patética venganza... No obstante, me hará sentir algo mejor... Espero que a mi hermano también.


Pasó a mi lado completamente confiado. Probablemente creyó que yo ya estaba muerto, cosa que realmente no era nada raro de pensar. Pero no era así, seguía vivo... Algo dentro de mí se negaba a dejar las cosas como estaban... No podía dejarle matar a... Raidha.


Una gota de energía llenó un poco mi cuerpo desde la misma nada. Mi mente ya no funcionaba bien y mi cuerpo parecía actuar por puro instinto. Me levanté como un zombi al borde de colapsar. Theralox siquiera me notó. No me di cuenta de cómo Vurtalis llegó a mi mano. Me dejé caer hacia él y le lancé un corte con todas las fuerzas que me quedaban.


—¡Ugh! ¡¿Pero qué?!


En el último momento pareció notarme. Se giró rápidamente, pero fue un poco tarde. Al haberse dado la vuelta, Vurtalis se hundió en su pecho unos pocos centímetros. No fue una herida mortal a causa de mi falta de fuerzas, aún así le dejé un corte bastante profundo, lo suficiente para hacerle retroceder. Lástima que vurtalis quedará así, con su poder anterior quizás... quizás le habría matado...


«Incluso al final no pude hacer nada…»


Mis ojos y los del Katryde se encontraron de frente. Me dio un fuerte empujón para sacarme de encima y retrocedió un par de pasos con una mezcla de dolor y miedo en su rostro.


—Tú, ¿qué eres? —murmuró el Katryde.


—¡Ahora Drayd, vámonos! 


Raidha me atrapó antes de que me precipitara contra el suelo mientras sujetaba su herida con su mano izquierda, que se había teñido completamente de rojo. Con un fuerte tirón, nos arrastró a ambos dentro de ese agujero negro... en el que el único hilo de consciencia que me quedaba por fin fue cortado… Qué pasó luego en la ciudad, probablemente nunca lo sabríamos...


< Anterior - Índice - Siguiente >

0 comentarios:

Publicar un comentario