Modo claro/ Modo oscuro

domingo, 30 de agosto de 2020

Sombras Dividias - v1 - Capítulo 15

15 - Masacre en la calle sin nombre


Revisé rápidamente su equipo. Había quienes usaban espadas, otros lanzas y algunos incluso algo parecido a pistolas o rifles. También había algunos que parecían especializarse en magia.


—En serio, ¿para qué tantos? ¿Todos vosotros solo para matar a una indefensa chica? ¡Sois simplemente basura!


No esperé a que llegaran, sino que fui de frente contra ellos. El primero con el que me crucé, un tipo con una espada larga, me atacó con un simple tajo desde arriba, un ataque predecible y fácil de esquivar. Únicamente me hizo falta moverme un poco al lado y girarme para que la espada pasara por delante mío sin hacerme absolutamente nada. Sus brazos quedaron completamente expuestos después de ese ataque fallido, así que aproveché para cortarlos. El sonido de la espada al caer al suelo fue ensordecido por su terrible grito de dolor. No tenía ganas de escucharle gritar, por lo que le silencié atravesando su boca con mi espada.


—No grites, no estoy sordo.


Dos más intentaron flanquearme en un ataque de pinza incluso más estúpido al intento de rodearme de los tres del principio. Solo me hizo falta saltar para evitar las espadas, que dejaron un silbido al cortar el aire justo debajo mío. Sin poder detener del todo su avance, se acercaron lo suficiente entre ellos como para que pudiera aterrizar justo encima de sus cabezas simplemente abriendo un poco las piernas.


—¿Qué tal aquí abajo? ¿Todo bien?


—¡Serás! —gritó uno de ellos, molesto por tener mi zapato en su frente.


No les di tiempo a intentar apartarse. Utilizando el mismo método con el que disparé la energía oscura desde mi dedo lancé un rayo desde los pies. Sus cabezas estallaron en mil pedazos bajo el fuerte ataque de energía oscura concentrada. Aterricé fácilmente entre ambos cuerpos que cayeron de espaldas al suelo.


—Tres menos.


Al ver la facilidad con la que murieron esos dos los demás cambiaron a una actitud más defensiva. Yo no pretendía esperarles de todos modos.


—Si no os acercáis vosotros lo haré yo.


Apoyé de nuevo mi espada en el hombro y caminé hacia ellos. Cuatro parecieron tragarse su miedo y se lanzaron hacia mí gritando. Un simple corte horizontal fue suficiente para tener a dos más tendidos en el suelo. Los otros dos pudieron reaccionar a tiempo y evitaron ser cortados junto a ellos.


—Cinco menos... Todos vosotros sois simple morralla. ¿No hay soldados más fuertes?


No tenía la más mínima idea de cómo estaban formadas sus tropas, pero estaba claro que estos eran de lo peor como soldados.


—¿Qué eres? —susurró uno de ellos con un fino hilo de voz.


—Nada... Yo no soy nada —respondí molesto.


—Maldito monstruo... ¡Escuchad, no le temáis! ¡Vamos a atacar con todo lo que tenemos! —se adelantó el que parecía ser el líder de los refuerzos.


Todo el grupo empezó a brillar con gran intensidad. Por lo visto realmente planeaban ir con todo lo que tenían.


«Definitivamente son un grupo de idiotas, esperaron a que murieran cinco de ellos para ponerse a luchar en serio. Sin duda una estrategia de primer nivel.»


Decidieron mantener la distancia y empezar a atacar con su magia. Un montón de rayos blancos fueron disparados. A partir de ese momento también me tocó ponerme un poco más serio. Desvié algunos de sus ataques con mis propios disparos de energía oscura, bloqueé otros con la espada y algunos los evité de pura casualidad. A pesar de todo, lo único que tenían era ventaja numérica. Si hubieran sido menos siquiera me habría sido necesario sudar ni un poco.


Al ver que no se acercaban entendí que debía responder el fuego del mismo modo. Sopesé algunas ideas mientras sacudía la espada moviendo ligeramente mi muñeca de arriba a abajo.


«Veamos si esto funciona.»


En lugar de concentrar la energía en mi mano la hice fluir hacia Vurtalis. Creé una fina capa alrededor de su filo y luego lo disparé con un rápido corte horizontal hacia arriba. Una cuchilla negra voló directamente hacia uno de los katryde situado aproximadamente a unos diez metros de mí.


«Uhm, pues lo hizo.»


Ese katryde estaba completamente concentrado en atacar y no pareció plantearse siquiera que yo fuera capaz de contraatacar mientras evitaba sus ataques. La cuchilla le alcanzó de lleno, segando su vida en un instante. Aproveché para repetir la acción en sentido opuesto al anterior y otro de ellos murió de la misma manera.


—Siete menos... Quedan cinco.


Avancé un poco. El sonido de las pisadas mojadas llegaba a mis oídos. Miré hacia abajo. El suelo estaba cada vez más rojo y el nauseabundo olor de la muerte llenaba mis fosas nasales. No me importaba mucho, pero tampoco era algo que se pudiera llamar complaciente para los sentidos.


—¡Esto es imposible! ¡No quiero morir! —gritó uno de los Katryde, completamente aterrorizado.


—Mantén la calma, soldado —intentó tranquilizarlo el líder.


—Señor, ¿es que no lo ve? ¡No podemos hacer nada contra esa cosa! —añadió otro.


—Yo no pienso quedarme aquí. ¡Me largo ahora mismo! —siguió otro.


Y así la moral de todo el grupo se rompió por completo. Excepto por el líder, que aguantaba probablemente por puro orgullo, los demás soldados estaban literalmente aterrados.


—Está bien... ¡Retirada! ¡Vámonos a máxima velocidad y regresemos a la nave a avisar al general! —el líder cedió al ver que su grupo era completamente incapaz de seguir luchando.


Todos salieron disparados como si de auténticos rayos de luz se trataran. No podía permitir que escaparan. Era bastante probable que si lo conseguían llamarían a otros tantos y llegarían más refuerzos en pocos minutos. Yo, por mi parte, ya estaba llegando a mi límite. Por lo tanto llené todo mi cuerpo con lo que me quedaba de poder y los seguí. No, no los seguí, más bien les adelanté y bloqueé el paso.


—¡¿Qué?! Esto es imposible, ¡no hay nada que pueda correr más rápido que la luz! —gritó uno de ellos al verme bloquearles el paso.


—Por muy rápida sea la luz, la oscuridad siempre habrá llegado antes —le sonreí al mismo tiempo que reunía el poder oscuro en mi mano.


***


Volví con Raidha. Puesto que conseguí que la atención de todos los soldados fuera puesta únicamente en mí no había sido herida, pero se la veía tan aterrada como ellos. Sus lágrimas no paraban de caer como ríos y cuanto más me acercaba más asustada se la veía. No tenía ni idea de cómo actuar al respecto.


—Cálmate, no tengo intención de hacerte nada…


Apretó los puños y después de tragar pesadamente controló sus temblores y abrió la boca.


—¿Drayd? No… tú no eres él... ¿Quién eres realmente? —dijo con una voz que mezclaba miedo y rabia en ella.


—No soy ese idiota, y quién soy realmente no es algo que te pueda decir... ni yo mismo lo sé. No soy nada, no soy nadie.


Cerró sus temblorosos labios y los mordió ligeramente. Habiendo recuperado un poco de su valor, se levantó y corrió hacia mí. Me sujetó con fuerza del cuello, sin parar de temblar ni de derramar lágrimas. 


—¡¿Qué pasa con Drayd?! Está bien o... Espera, ¿estás sangrando?


Pasé mi mano por debajo de la nariz. El dedo índice se volvió rojo.


«Esto es problemático...»


También empecé a notar que mi conciencia se adormecía. Había llegado completamente a mi límite. Apenas podía mantenerme en pie.


—Parece que va siendo hora de que ese idiota regrese. 


—¿Eh?


A parte de la somnolencia podía notar que todo el cuerpo me dolía intensamente. Las sombras parecidas a humo también habían parado de salir. Por lo visto su cuerpo no era capaz de aguantar este poder.


«Si sigo agregando presión en su cuerpo es capaz de morir. No puedo seguir con el control... Aunque tampoco parece que me quede energía para ello...»


—¿Qué quieres decir?


—Simplemente eso. Por el momento me voy... Es todo tuyo...


Mi conciencia empezó a desvanecerse y perdí el control del cuerpo, que cayó como un peso muerto en los brazos de Raidha.


«Más te vale poder apañártelas por ti mismo por el momento. No podré ayudarte por una temporada...»


Levanté ligeramente los ojos con una visión borrosa y miré fijamente a los de Raidha.


—No muráis... —alcancé a susurrar antes de perder el conocimiento por completo, intentando que Raidha no me escuchara.


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