Modo claro/ Modo oscuro

lunes, 26 de octubre de 2020

Reencarné como una piedra - v2 - Capítulo 8

8 - El tentáculo de hierro de Limy


[Has obtenido 121 de Experiencia.]

[Tu nivel ha subido a 7. A causa de tu especie, las estadísticas no suben.]


«Por fin al 7.»


Al igual que el otro día, me había pasado la noche cazando. Esta vez había decidido salir solo, y debo reconocer que había sido una noche productiva. 


Estado:

Nombre: Pedro Grava 

Especie: Piedra Mágica | Raza: Núcleo de mazmorra

Nivel: 7 | Experiencia: 12/3415 | Grado 1

PS: 145/145 | PM: 124/306 | Pozo de maná: 57/600

Clases: 

  • Mago: 2 | Experiencia: 2/750

Estadísticas:

Vitalidad: 0 | Fuerza: 0 | Agilidad: 0 

Intelecto: 24 | Poder mágico: 46

_________________________


«¡Estado!»


No solo había conseguido subir al nivel 7, mi clase también había subido por fin de nivel. Además, puesto que fui transformando constantemente mis puntos de maná del pozo de maná en puntos de mazmorra y recargándolo, este también subió al nivel 3.


«Bueno, vamos a terminar por hoy.»


Aún faltaba un poco para el amanecer, pero la oscuridad de la noche ya empezaba a ser despejada lentamente por los rayos del sol que se asomaba por detrás de las montañas lejanas.


Esperé un poco a que mi maná se recargara lo suficiente y me puso a rodar de vuelta a la ciudad cuando ya empezaba a clarear un poco. Más me valía estar de regreso antes de que las calles se llenaran de gente. Apenas conseguí llegar justo a tiempo para empezar a ver salir las personas a la calle.


«Es increíble el ansia que tiene esta gente por madrugar... Como dice el dicho: si te levantas muy temprano muy temprano, te puedes dormir otra vez porque aún no ha salido el sol.» 


Limy, estoy de regreso.


La puerta se abrió y me colé dentro.


—Maestro, bienvenido. 


Tras ser recibido fui a ver que hacía nuestra diablilla. También hay otro dicho que dice: quién al demonio quiere engañar, muy temprano de levantarse ha… Pues este no era nuestro caso. La diabla estaba durmiendo como un tronco con media barriga al aire y babeando encima de las sábanas. A diferencia de Limy, ella necesitaba dormir como cualquier persona normal.


—¿Deberíamos despertarla? —le pregunté en voz baja a Limy. 


—Creo que es mejor no hacerlo.


—Tienes razón… Aún es muy temprano después de todo…


—Sí, muy temprano.


Después de decidir que lo mejor sería dejarla dormir un rato más me preparé para salir de la habitación.


—¡¡¡Despierta maldita diablilla pedorra!!! —grité tan fuerte como pude al lado de su oreja.


—¡WAAAAAAAAA! 


Del susto saltó de la cama y cayó al suelo de una manera muy tonta.


—¡¡Amo, ¿qué pasa?!!


—Nada, ya puedes dormirte otra vez —dije mientras salía de la habitación y Limy cerraba la puerta detrás de mí.


—Ah, vale…


***


Un par de horas después empezaba el día de verdad. Nuestro primer plan era ir a buscar la nueva arma de Limy. Solo teníamos un problema...


—Elfa pervertida, yo también quisiera ver si podemos conseguir algunas cosas —Dabla se acercó a Aeldrya. 


—¡¿Por qué me llamas así?!


—Simplemente cumplo órdenes de mi amo. Me ha dicho que te llame así. Jajajajaja. 


—Maldita piedra... Como sea, déjame ver si tengo algo que podamos usar para ocultarte… Parece que luego tendremos que ir a comprarte algo de ropa adecuada.


Lo primero que intentamos hacer fue ocultar su cola dentro de unos pantalones. Conseguimos que entrara entera pero…


—Queda un bulto raro... —dijo Aeldrya.


—Y qué le vamos a hacer si la niña nos salió con rabo…


Las alas fueron más fáciles de esconder. Mientras las mantuviera retraídas no destacaban mucho. Pusimos un pequeño trapo por encima a modo de capa y las ocultamos por completo… Aún así… Bueno, su aspecto era horrible...


—Mejor vamos directos a la tienda primero —suspiró Aeldrya.


Le compramos una pequeña túnica morada con capucha incluida. Al dejar caída la capucha ayudaba un poco a ocultar aún más las alas y al ser una tela larga hasta los pies ayudaba con la cola... pero no pegaba mucho a una niña de cinco años… Parecía un disfraz de halloween… pero probablemente estaría bien por el momento… probablemente...


Nuestra siguiente parada ya fue directamente la herrería de la enana. Su primera reacción al ver entrar a Aeldrya junto a Limy y Dabla no fue otra que la esperada por una mujer adulta al ver a otra con dos niñas.

 

—¿Decidiste dejar tu trabajo y dedicarte a secuestrar niñas de la noche a la mañana?


—Algo así…


—Ni que fueran perros callejeros. 


—Preferiría recoger perros... —susurró la elfa.


—En fin, toma.


La enana le lanzó directamente un objeto a Aeldrya, que lo recogió directamente en el aire. Se trataba de un simple tubo de color negro.


—¿Esto es todo? 


—Por supuesto que no. Está relleno del mercurio alquímico refinado. La idea es que sea controlable a voluntad del que lo empuña. Tendrá la resistencia del metal a la vez que la capacidad de usarse como un látigo. Querías algo así, ¿no? Esto es lo mejor que pude hacer. Veamos si es verdad si esta niña lo puede usar como dijiste. Con lo que me costó hacerlo más vale que sea así.


—Limy, todo tuyo, usa tu maná para controlarlo.


Le pasó esa empuñadura directamente a Limy. La niña lo sujetó sin reacción durante un momento, no parecía saber muy bien qué hacer.


—No sé cómo transmitir mi maná en esto —terminó diciendo Limy después de no conseguir nada.


Se nos había olvidado, Limy no tenía la habilidad de control de maná. Creímos que sería capaz de hacerlo de forma natural ya que los limos pueden usar el maná para poder notar su alrededor, no parecía ser el caso.  


—Je, aunque esta niña tuviera un maná con la naturaleza necesaria, es inútil si no le llega al arma. Por algo las armas rúnicas, a diferencia de las armas mágicas, usan su propio núcleo de poder, para que incluso el paleto más grande controlando su maná pueda usarlas. Pero claro, sin fuente de poder no hay nada que hacer… Parece que malgasté el tiempo y los materiales… —suspiró la enana.  


—Y yo que creí…


—¿Mercurio alquímico? —murmuró Dabla.


La diablilla se puso la mano en la barbilla mientras observaba pensativamente el tubo en la mano de Limy. Después de asentir ligeramente se dirigió hacia Imliar.


—¿Tienes un poco de manafilita?


La pregunta de la diablilla tomó por sorpresa a la enana. Se rascó la cabeza en duda y luego asintió.


—Creo que tengo algo. ¿Para qué lo quieres?


—Perfecto, ¿y un poco de amalgama encantada? O en caso contrario, un poco de herrumbre de roca de sangre también me valdría.


—Ehm… esto… déjame mirar…


Tras revisarlo, la enana regresó con un cristal azul y una bolsa llena de polvo rojizo. Dabla lo recogió sin dudar y derramó el polvo encima de su mano. Luego acercó el cristal azúl al polvo y ambas cosas empezaron a brillar intensamente. En unos instantes se volvieron algo parecido a una esfera de energía pura que flotaba encima de la mano de Dabla.


—Limy, dame esa cosa.


La diablilla cogió esa empuñadura con su mano izquierda y la acercó a la esfera de su derecha. Al hacerlo, la empuñadura empezó a flotar y de la esfera se alargaron hilos de energía que se pusieron a dibujar extraños patrones alrededor suyo. Cuando la esfera de energía desapareció por completo, la empuñadura estaba rodeada por esos patrones y todo tipo de caracteres raros de un color rojo sangre bastante siniestro. 


—Prueba ahora —le dijo Dabla a Limy mientras le regresaba la empuñadura.


En el mismo momento que Limy la tocó, todos los símbolos empezaron a brillar. Tanto Aeldrya como Imliar se quedaron con la boca tan abierta que hasta un pájaro podría hacer su nido adentro.


—Niña, ¿qué hiciste? —preguntó la enana con la mirada fija en esa arma. 


—He inscrito un circuito mágico retroalimentado con un hechizo de succión de maná. Con esto incluso alguien incapaz de controlar su propio maná sería capaz de transferirlo a esa arma. 


—Pero eso es inútil, el maná necesita alcanzar lo que está dentro de la empuñadura, no la empuñadura en sí. Y más importante, imbuir el metal líquido para...


—No hay problema, también inscribí en el mercurio alquímico de dentro —la interrumpio Dabla. 


—Eso es… —la enana se quedó sin palabras.


Limy volvió a intentar hacer funcionar ese látigo. De la punta de la empuñadura empezó a alargarse algo a medio camino entre líquido y sólido de color metálico, rodeado de las mismas líneas brillantes del exterior.


—Ya puedo controlarlo —dijo Limy meneando el látigo de un lado a otro.


—Aeldrya... ¿quién es esta niña?


—Estoy tan sorprendida como tú…


Ambas se quedaron sin palabras mientras clavaban su mirada en la pequeña niña.


—No es para tanto, jajajaja.


—¡Sí que es para tanto! —gritaron la elfa y la enana a la vez.


Por fin Limy tenía un arma decente. Ese látigo era más de lo que aparentaba a simple vista. Se trataba de un arma flexible pero más dura que el acero. Y no solo eso, podría cambiar ligeramente su forma a voluntad de Limy. La enana se lo había currado más de lo esperado. Normalmente sería un látigo, pero podría volverse una espada en caso necesario o incluso un escudo… Bueno, y otras cosas también, pero eso ya da igual...


Salimos de la herrería y continuamos con la rutina diaria de la elfa pervertida de ir al gremio a trabajar. Limy parecía una niña con un juguete nuevo. Desde que salimos que no había soltado el látigo, sosteniéndolo con ambas manos delante suyo a la altura de su barriga y meneándolo de un lado a otro sin parar como un gusano loco. Aeldrya no le sacaba los ojos de encima a ese trozo de metal danzante.


—Disimul…


—¡No es eso! —me interrumpió.


«Mierda… ya empieza a conocerme demasiado. A este ritmo ya no podré seguir burlándome de ella.» 


—Entiendo un poco de fórmulas mágicas y nunca vi nada igual. Es más, nunca escuché de ninguna inscripción que permita usar armas mágicas a quienes no son capaces de controlar el maná. Se supone que para que una inscripción funcione se le tiene que enviar maná anteriormente. Espera…


La elfa se paró en seco y miró fijamente las letras escritas en la empuñadura.


—… Acaso eso… Eso no es... lenguaje maldito… ¿verdad?


—Jajajaja, puede ser.


—¡¿Acabas de crear un arma maldita?!


—Se podría decir que sí, jajajajaja.


—¡No es cosa de risa! ¡¿A quién se le ocurre maldecir un arma en medio de una ciudad?!


—Bah, no te preocupes tanto, ni que fuera a robarle el alma a alguien o algo parecido. Simplemente es una maldición menor que succiona el maná de su portador en contra de su voluntad y lo dirige automáticamente al circuito inscrito en la empuñadura. Normalmente uno se quedaría rápidamente sin maná si empuñara eso, pero los limos son capaces de reabsorber su propio maná. Como hice un circuito de ida y vuelta, el maná siempre termina de nuevo en su cuerpo. Sus gastos al usar esta arma son cero.


—El arma perfecta para un limo…


—Correcto, jajajaja. 


—Parece que tanto tú como Imliar tuvisteis la misma idea.


—Yo solo agregué el circuito y maldije el arma. El mecanismo que la controla es todo cosa de tu amiga.


—Entonces esto es… ¿un arma rúnica mágica maldita?


—Supongo que podría llamarse así, jajajajaja.


—No me puedo creer que hayas creado tal cosa. Si alguien llega a enterarse…


Limy y yo no teníamos ni idea de lo que decían, así que dejamos a esas dos discutiendo en su mundo. Bueno, algo entendí… habían creado un tentáculo metálico… Solo a Aeldrya se le pudo haber ocurrido tal cosa… solo a ella…


***


Finalmente llegamos al gremio, pero la elfa pervertida se negó a entrar junto a la diablilla. Podía permitir entrar a Limy, pero no a un demonio y mucho menos si parecía ser una niña de cinco años de edad.


—Preferiría que volvieras a casa…


—Como dije, hay unas cuantas cosas que quisiera conseguir. Si me das dinero y me dices donde hay una floristería y un herbolario me iré directamente a casa después de comprar algunas cosas.


Ambas llegaron a un acuerdo rápido. Tras despedirnos de la diablilla entramos al gremio de una maldita vez. Nada más vernos Clotpole nos llamó.


—Aeldrya, llegas justo a tiempo. Hace nada vino un viejo preguntando por ti. 


—¿Un viejo preguntando por mí?


—Sí, parece que quería reunirse contigo por algo. Me pidió que te dijera donde se hospedaría, pero llegaste antes de que se fuera. Por lo visto es un conocido del maestro del gremio y fue a saludarlo un momento. No creo que tarde en volver.


—Que raro, no conozco a ningún viejo.


«Viniendo de ti eso de viejo es relativo…» 


—¡Oh!, mira, allí está.


Clotpole señaló hacia las escaleras. Aeldrya se giró para ver de quién se trataba y nada más verle empezó a sudar a chorros mientras su rostro se deformaba en una expresión de terror puro.


—¿Qué hace esa persona aquí? ¡¿Y por qué me busca a mí?! No me digas que... —susurró mientras intentaba evitar el contacto visual con esa persona.


Me fijé en quién se trataba, lo reconocí al instante.


—¡Ah!, es un conocido mío, yo le dije que preguntara por ti si venía a Cerbalón —le susurré al oído.


—Que tú… ¡ERES IMBÉCIL!


El grito de Aeldrya resonó por todo el interior del gremio... Todos la miraron de mala manera, probablemente pensando que se lo decía a ellos…


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