Modo claro/ Modo oscuro

lunes, 26 de octubre de 2020

Reencarné como una piedra - v2 - Capítulo 5

5 - No juegues con demonios


Mandé a la mierda la mazmorra. No tenía ganas de pasarme las casi ocho horas restantes allí dentro sin hacer nada. Ya dejaría que corriera el tiempo por la noche. A causa de eso, seguí a Aeldrya hacia el gremio de aventureros. Hacía bastante que no pasábamos por ahí.


—Como te dije, no me hago responsable si os descubren —dijo Aeldrya de mala gana.


—No te preocupes tanto. Si tú no te diste cuenta durante todo este tiempo menos lo harán los demás. Limy, ¿no lo crees así?


—Claro, maestro.


La cara de Aeldrya mostraba claramente que no estaba convencida, pero no dijo mucho más al respecto. No tardamos en llegar al gremio. El ambiente era el mismo que recordaba.


—No arméis mucho escándalo. Voy a vender lo que se puede aprovechar del bolstgron y comprar algunas cosas.


—Entendido.


Dejamos marchar a la elfa. Nosotros nos quedamos en la recepción junto a los demás aventureros. Puesto que no teníamos nada que hacer nos pusimos a pasear por ahí. No tardamos en encontrar un rostro familiar.


¿No es esa la amiga de Aeldrya? Vamos a saludarla.


Cerca de las misiones se encontraba esa sacerdotisa que conocimos. Creo que se llamaba Casniel… o algo así. Estaba revisando el panel de misiones dubitativamente. Al notar que alguien se le acercaba se giró y todo su cuerpo se tensó al momento.


—La niña de los tentáculos… —susurró débilmente.


—Hola —respondió Limy.


—Esto… hola, jejeje… Ehm, ¿estás sola?


—No, Aeldrya se fue a comprar algunas cosas. Me ha dicho que la espere por aquí.


—Ya veo… Te haría compañía, pero tengo algo de prisa. Nos vemos otro día, ¿vale?


Y se largó como si la persiguiera el diablo… o tuviera un diablo que perseguir ella misma. Luego también nos encontramos con esa guerrera, Nimbra. También quisimos ir a saludarla, pero en el momento que nos vio acercarnos se tensó igual que Casniel y dio media vuelta tras susurrar exactamente lo mismo. Se marchó a toda velocidad como si no nos hubiera visto.


Parece que te ganaste una maravillosa reputación entre esas dos… Malditas, tocará que hagas lo mismo la próxima vez que estemos solos para que aprendan a tratarte mejor…


Entendido, maestro.


Ya que estábamos delante de las misiones quise aprovechar para ver que nos encontrábamos. Eché un vistazo rápido y, obviamente, no entendí nada de lo que estaba escrito.


«Probablemente debería desactivar el traductor un tiempo y ponerme a aprender el idioma de una vez… Ojalá pudiera traducir las letras escritas también.» 


[Activando traductor visual.]


Una pantalla azul se abrió en la parte inferior de mi visión con todo el texto traducido al español.


«Helpy… eres increíble… Sé de muchos traductores a quienes les encantaría tenerte… O quizás no… tampoco parece importarles mucho el resultado.»


Limy y yo nos pusimos a revisar las misiones. Para las de rango 1, de las verdes a las rojas todo eran enormes tonterías. Las de rango 2 y 3 ya tenían cosas más serias y algunas incluso parecían un poco peligrosas. Al llegar a las de rango 4… Bueno, no tenía intención de tomar ninguna igualmente. Esas si se veían peligrosas de verdad. Una verde pedía eliminar un monstruo de grado 4 como si fuera lo más fácil del mundo… Hasta vi algo sobre un dragón en las amarillas…


«Al final tendrá razón esa pervertida que ser aventurero no es fácil.»


Y hablando de Aeldrya, justo regresaba en ese momento. Vio que Limy tenía una misión roja de rango 4 que acababa de coger solo por curiosidad. Se la quitó de la mano antes de darme tiempo siquiera a leer el contenido y la miró por encima antes de poner una mueca bastante desagradable. Después de un vistazo rápido a su alrededor se escondió el papel disimuladamente.


—¿Qué estás haciendo aquí? No toques los carteles si no los puedes leer.


—El maestro puede.


—Maldita piedra…


Aprovechó para mirar algunas misiones ella misma antes de ir al mostrador donde estaba Clotpole, que nos atendió como siempre. De allí también recogió un gran saco con las cosas que parecía haber comprado y seguidamente salimos del gremio.


—¿A dónde vamos ahora? —le pregunté a la elfa.


—Vamos con Imliar. Prometí un arma para Limy y pienso cumplir mi palabra.


—Cierto… ¡Vamos para allá ahora mismo!


—¡No es para ti!


Fuimos directos con la “enana”. Al volver a plantarnos delante de esa casa toda la estructura mineral externa de mi cuerpo se cristalizó de punta al recordar esa mujer. Aún no era capaz de asimilar la existencia de una mujer con tal barba, voz y complexión.


—Venga, vamos allá.


¡Bam!


La puerta se abrió con una patada de Aeldrya.


—¡Culo gordo, conseguí lo que me pediste!


—¡No me rompas la puerta!


—Bien, bien.


Aeldrya dejó el saco en medio de la sala y se adentró en la herrería durante un momento antes de regresar con una jarra de cerveza.


«Definitivamente sabes que alguien es tu amigo de verdad cuando se cuela en tu cocina y coge cosas de la nevera sin preguntar… Me recuerda bastante a Iosu, el muy cabrón siempre vaciaba la mía antes de que me diera cuenta…»


—Estupida elfa, ¿de verdad conseguiste todo lo que necesitaba?


—¿Por quién me tomas? Obviamente que sí. Es más, te traigo un regalo.


Aeldrya le lanzó una bolsa más pequeña. Al abrirla la enana soltó un débil “ja”.


—Esta niña ayer cazó un bolstgron. Pensé que te interesaría, así que guardé las mejores partes para ti. 


—Las usaré bien. Bueno, vamos a ver lo que trajiste.


Imliar abrió la bolsa y revisó detalladamente todo el contenido antes de levantar una ceja en confusión.


—Falta el núcleo. Esa es la pieza más importante. No puedo hacer un arma mágica sin la fuente de poder.


—No te preocupes por eso, te aseguro que no hará falta un núcleo. Esta niña es… un poco especial. Podrá usar el arma con su propio maná.


—El problema es la naturaleza de ese maná. Necesito un núcleo de monstruo ameboide justamente porque es un arma que requiere poder cambiar su forma. El maná de una persona no sería compatible.


—Confía en mí, podrá hacerlo perfectamente —respondió Aeldrya mirando a Limy de reojo.


—Mmmm, si tú lo dices… —asintió la enana después de darle algunas vueltas— Ya que es para ti le voy a dar prioridad. Me pondré a trabajar ahora mismo, mañana por la mañana ya lo tendrás.


—Bien, así podré robarte un poco más de cerveza.


—¡Trae la tuya ni que sea por una vez!


Salimos de la herrería y retomamos el camino de regreso a casa de Aeldrya. Aproveché para charlar un rato sobre su gran amiga.


—Siempre escuché que los elfos y enanos no se llevaban bien entre ellos. Vosotras dos…


—Bueno, las costumbres son un poco distintas entre nosotros, pero eso no quiere decir nada. Conozco a Imliar desde que éramos un par de niñas. Yo tenía poco más de cincuenta años y ella apenas unos treinta.


—¡¿Eso es ser niñas?! ¡¿Qué maldita edad tienes?!


—Un elfo a los cien años aún se puede considerar un adolescente. A los cincuenta más o menos sería similar a la edad que aparenta Limy. Para los enanos es lo mismo a los veinte. 


—Joder…


—Desde que nos conocimos estuvimos y crecimos juntas. Se podría decir que somos inseparables desde entonces. Ambas nos hicimos aventureras y prácticamente recorrimos el continente de punta a punta sin nunca quedarnos quietas en un mismo lugar. Fueron más de doscientos años viajando de un lugar a otro.


—Doscientos años…


—Llegamos a Cerbalón hace un poco más de diez años. Aunque yo seguí siendo aventurera, Imliar decidió asentarse y hacerse herrera como su abuelo. Después de todo la edad no perdona. Aunque los años pasen igual para las dos, hay una gran diferencia entre el envejecimiento de ambas. La brecha de edad real entre nosotras es cada vez más grande. Le es imposible seguir mi ritmo.


—Y esa diferencia es…


—Pues estos doscientos años desde que nos conocimos son prácticamente la mitad de la vida de un enano. Yo en cambio aún estoy en mis años jóvenes.


—¿Puedes ponerlo en años humanos? 


—En años humanos… A ver… Ella tendría unos cincuenta y yo unos veintipocos. 


—Prácticamente te dobla en edad…


—Sí, ese es el problema. Puesto que envejecemos a un ritmo distinto es difícil hacer amistades reales entre diferentes especies. Tuvimos muchos momentos complicados por culpa de eso. Cuando ella se podía considerar una adulta hecha y derecha yo seguía siendo una niña inmadura. Aún así nunca nos separamos. 


—Ya veo.


«Doscientos años de aventuras, ¿eh? Un momento… ¿no debería tener más nivel del que tiene entonces? Bah, capaz con aventuras se refiera a otra cosa…»


Aún era temprano, así que me sentía un poco reacio a quedarme en casa por el resto del día, pero la expresión de esta elfa loca al mirarme parecía estar diciendo: “de aquí no te mueves por hoy”.


—Yo me iré a hacer un par de misiones fáciles antes de que termine el día. Si pretendes hacer algo con esa mazmorra mientras no estoy más te vale contármelo ahora mismo o…


—Bueno, no puedo hacer mucho hasta dentro de unas siete horas… La verdad, tampoco se me ocurre nada que hacer después.


—Maestro, ¿no vas a crear más monstruos?


—Contigo es suficiente. ¿Para qué debería crear más?


—Por una vez apoyo lo que dices por completo —dijo Aeldrya.


—Maestro, creo que sería una buena idea. 


—¡Oh! ¿Acaso quieres un hermanito? Entonces qué propones.


—¿Otro limo?


—No… contigo es suficiente, no necesitamos más limos… A ver, si nos ponemos a barajar opciones… ¿Qué tal una lamia?


—Una lamia siquiera es un monstruo, es un reptiliano. Y tampoco tengo ganas de tener un reptiliano en mi sótano.


—¿Un centauro?


—Eso no es un monstruo...


—Pues… ¡Una bonita sirena!


—Las sirenas tampoco son monstruos. Además, ¿cómo pretendes que viva fuera del agua?


—Joder… Pues elige algo tú.


—¡Elijo que no crees nada!


—¡Pues a que te pongo una aracne en el sótano!


—¡Las aracnes son entomorfos! Aunque a su modo son peores que los monstruos…


—¿En serio? Eso no me lo esperaba… ¿Y una arpía? Son pequeñitas y las puedes tomar como un loro humanoide.


—¿Lo haces queriendo verdad? ¿Acaso no me escuchaste cuando te hablé sobre los lyudnens?


—No pretendas que me todas y cada una de las razas de cada uno… A ver… Ya sé, un dullahan, eso seguro que no lo es.


—No, eso es un no-muerto.


—¡A la mierda contigo! Aunque… ahora que lo pienso solo puedo crear cosas a las que me he enfrentado. Probablemente lo único realista sería llenar el sótano de ciempiés... 


—No sabes cuánto me alegro… excepto por la parte de los ciempiés… Como sea, haz lo que quieras mientras se quede dentro de la mazmorra. Si alguna de esas cosas me molesta la eliminaré al momento. 


—Vale…


Aeldrya se levantó y se equipó para salir de casa a hacer las misiones. No obstante, antes de salir de la sala se giró de nuevo hacia mí y me miró con una expresión muy seria.


—Y que te quede completamente clara una cosa. Pase lo que pase, ni se te ocurra plantearte intentar invocar un demonio… Yo me voy, nos vemos por la noche.


Y finalmente se fue. Limy y yo quedamos solos en el salón. Después de pensar un rato en qué debería hacer finalmente me decidí.


—Limy, vamos al sótano.


—¿Qué harás maestro?


—¿No es obvio? ¡Invocar a un demonio! Tengo ganas de ver cómo son.


—Entendido.


< Anterior - Index - Siguiente >

0 comentarios:

Publicar un comentario