Modo claro/ Modo oscuro

lunes, 26 de octubre de 2020

Reencarné como una piedra - v2 - Capítulo 6

6 - Invocación


Limy y yo bajamos directamente al sótano y nos adentramos en la mazmorra. En el mismo momento en el que crucé la puerta el contador empezó a correr de nuevo.


—Supongo que por eso a los núcleos de mazmorra también se les llama corazón de la mazmorra. Bombean el poder a través de los pasillos como si fueran venas… Probablemente me puedo olvidar de la idea de dejar salas inaccesibles directamente.


Por suerte la mazmorra no desapareció durante el tiempo en el que estuve afuera, así que aunque quedara completamente inactiva no hacía falta preocuparse por una autodestrucción o parecido.


—Bien, con esto no puedo hacer nada, así que vamos a centrarnos en lo principal.


No tenía ni idea de cómo invocar un demonio, pero ya me había mentalizado para cantar una canción de reggaetón al revés… Puesto que tenía resistencia a la demencia probablemente no me pasaría nada… probablemente…


—Bueno, vamos a ver cómo funciona esto de invocar demonios. Helpy, cuéntame un poco sobre la invocación de demonios.


[Cuando los demonios fueron encerrados, viendo que la única forma de escapar de su prisión era a través del poder de un núcleo de mazmorra, los antiguos señores demonio usaron su poder para hacer un pacto con su dios. Acordaron vincular su existencia con el núcleo de mazmorra y servir bajo las órdenes del maestro de mazmorra siempre y cuando se aceptaran sus condiciones antes.]


—Es bueno saber esto, pero lo que realmente me interesa es saber como invocar uno.


[La invocación de un demonio es difícil y consume una gran cantidad de poder. Además, cuanto más fuertes es el demonio más complicado es de invocar. A causa de eso, no es posible saber la cantidad de puntos necesarios para invocar un demonio.


El primer paso del ritual de invocación es otorgar un nombre al demonio. En el momento en el que el invocador acepte las condiciones del demonio, este se comprometerá a servir bajo ese nombre.


Se puede especificar los requisitos que debe cumplir el demonio, como el sexo, la edad o la raza. Si un demonio con tales características escucha el llamado y el núcleo es lo suficientemente poderoso, el ritual empezará.]


«Ya veo… Entonces quiero… ¡una súcubo! ¡Sí, una maldita súcubo sería perfecta! Quiero una mujer madura, no una niña pequeña como Limy.»


Se me quitó un peso de encima al saber que no necesitaba algo como sacrificios o cosas por el estilo. En realidad, se veía más simple de lo que imaginé al principio. El problema… eso de poner nombres no era lo mío.


—Limy, ¿qué nombre le podría poner?


—No sé, maestro.


—Mmmmm, a ver, a ver… ¡Ya sé! ¿Qué tal Dabla?


—Maestro, ¿no es eso muy simple?


Bueno, a fin de cuentas solo le había quitado una letra a la palabra diabla… que ni existe realmente pero… Bah, tampoco estaba tan mal, ¿verdad?


—Maestro, ¿mi nombre también lo decidiste así?


—¡Para nada! Con el tuyo pasé bastante tiempo pensándolo antes de crearte.


—Me alegra escuchar eso, maestro.


«Bueno, después de todo es un nombre que le di a ese limo sin darme cuenta después de pasar un buen rato con él, así que eso no es del todo mentira… Aunque siendo ella no creo que le importe mucho de dónde salió su nombre…» 


—Si mi nombre fuera elegido al azar me sentiría bastante triste, es una suerte que el maestro piense tanto en mí.


—¡Por supuesto, tú siempre serás mi número uno!


«Estoy jodido, más vale que nunca mencione nada al respecto…»


—Bueno, empecemos de una vez con esto.


Me planté al final del pasillo para empezar el ritual… y entonces me di cuenta de algo… había gastado todos mis puntos de mazmorra.


—Mierda… ¡Mazmorra!


Mazmorra:

Nombre: Sin nombre

Nivel: 1 | Mejora: 5000/20000

Puntos de mazmorra: 163

Habilidades:

  • Crear entrada

  • Crear monstruo

  • Crear sala

_________________________

  

«Esto… va a ser un problema…»


Me arrepentí de haber invertido mis puntos en la mejora el día anterior. De todos modos, con 163 puntos de mazmorra debería poder invocar un demonio, ¿verdad? Bueno, puesto que no requería una cantidad específica decidí intentarlo de todos modos.


«Como sea… vamos a ello.»


Elegí rápidamente los requisitos del demonio:


- Nombre: Dabla

- Sexo: Femenino

- Edad: Mientras sea adulta me vale.


Por si acaso decidí usar todo mi maná restante en puntos de mazmorra para al menos superar los 200 y di la orden de empezar el ritual. En ese momento empecé a brillar y un gran círculo mágico apareció ante mí. Lentamente, líneas y más líneas empezaron a formarse y todo tipo de caracteres inentendibles lo rodearon. Una vez estuvo completamente formado empezó a brillar con gran intensidad, de tal manera que la luz me impedía ver cualquier cosa dentro de la sala.


«¿Está funcionando?»


Estaba super emocionado. La luz me impedía ver bien, pero logré apreciar una silueta humanoide en medio del círculo. Cuando por fin empezó a apagarse clavé mi mirada en esa figura y la revisé de arriba a abajo. Tenía un sedoso cabello negro cortado un poco antes de la altura de los hombros. Un poco por encima de las orejas le salían un par de pequeños cuernos curvados hacia abajo de una longitud un poco inferior a un pulgar. En su espalda había un par de pequeñas alas como las de un murciélago que aletearon un par de veces ante mi mirada. Una cola delgada de color negro, terminada con una punta parecida a una flecha, se mostraba por su lado derecho. Finalmente, en su rostro destacaban sus ojos rojos de mirada desafiante y su boca mostraba una sonrisa presuntuosa, desde la que se podían ver un par de caninos ligeramente puntiagudos.


La invocación había sido un éxito absoluto. Había invocado un demonio de verdad, y no solo eso, lo había hecho a la primera y con gran facilidad. Todo era magnífico… si no fuera por…


«¡¿Por qué mierda es una niña?! ¡Y una incluso más pequeña que Limy!»


***


Al mismo tiempo, dejando de lado lo que pasaba en esa mazmorra construida en el sótano de una casa en medio de la capital de Talucay, a pocos kilómetros del norte de Cerbalón se encontraba Aeldrya.


Se había alejado hasta un lugar solitario para cumplir un par de misiones sencillas que había tomado simplemente para matar el tiempo y desahogar sus inquietudes. Ni siquiera le importaba la recompensa. Es más, hacía ya un buen rato que las había terminado ambas. En esos momentos simplemente parecía estar matando por matar todo monstruo que se cruzara por delante suyo.


Una flecha salió volando de su arco sin siquiera parecer tener un objetivo fijo. Cualquiera que hubiera visto esa acción pensaría que disparó por disparar. No obstante, el grito agonizante de un monstruo se escuchó en apenas una fracción de segundo después. La misma acción se repitió varias veces. Hasta una flecha disparada al cielo derribó un monstruo que pasaba volando a toda velocidad.


Aeldrya parecía haberse vuelto un cazador despiadado y sanguinario. Su rostro era serio y sombrío. Cualquiera que se la encontrara de frente probablemente se apartaría de su camino a toda velocidad por temor a morir simplemente por una mirada suya y, sin duda alguna, en ese momento era la mejor opción.


Cuando por fin pareció haberse desahogado lo suficiente, guardó el arco y sacó un papel, que no resultó ser otro que la misión de rango cuatro que se había escondido disimuladamente después de quitársela a Limy.


—Quizás fue mala idea quedarme tanto tiempo en este mismo lugar.


El papel se arrugó bajo su agarre antes de que lo guardara de nuevo. Su mirada se perdió en el horizonte al noroeste de Talucay mientras sin darse cuenta ponía su mano en la empuñadura de la daga que siempre llevaba con ella y la acariciaba lentamente con el pulgar.


—Ya llevo diez años viviendo en esta ciudad. Hasta ahora lo he hecho sin destacar lo más mínimo, pero parece que mi tranquilidad terminará pronto… Supongo que no fue muy buena idea dejar eso ahí. Casi parece un milagro que aún no lo hayan encontrado.


En ese momento se giró dirección a Cerbalón y su frente se arrugó durante unos instantes.


—Una mazmorra en mi sótano… Puede que al final no sea tan malo como pensé. Quizás podría usarla en caso de…


Sus ojos se cerraron y dejó salir un pesado suspiro de resignación antes de levantar su mirada hacia el cielo.


—Supongo que es hora de hacer un viaje.


Se puso camino a casa, pero apenas dos pasos se volvió a girar hacia el noroeste.


—Han sido… doscientos años desde entonces… pero la tormenta sigue rugiendo sin señales de querer terminar.


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